sábado, 16 de julio de 2011

Qué ocurre cuando los votos importan más que tu país

Foto from interbusinessusa.com

Estados Unidos puede hacer “default” en agosto. Si los políticos norteamericanos no llegasen a un acuerdo para aumentar el techo de endeudamiento actualmente establecido, el equipo de Obama tendría que escoger cuales de las obligaciones que debe satisfacer le parecen menos importantes: la sanidad, las pensiones o incluso su deuda pública aunque sea lo más improbable. Es francamente difícil de comprender cómo hemos llegado a este punto, cómo una potencia mundial puede acercarse al borde de la insolvencia por puro “morbo”, por saber qué se siente negociando acuerdos en el límite y tratar de sacar los mayores réditos políticos.
Contextualicemos, el actual límite de endeudamiento está en 14.3 billones de dólares, nivel que una vez alcanzado imposibilita nuevas emisiones salvo que se establezca una nueva barrera más alta. Esta modificación debe acordarse en el Congreso con los republicanos, y he ahí la disputa porque en los próximos días el techo será alcanzado y urge un acuerdo. ¿Qué piden? Un plan para reducir el actual déficit fiscal, desbocado por la crisis financiera y rondando el 10% durante demasiado tiempo. ¿Se niega Obama a reducir el déficit? No, ese no es el debate, los problemas vienen por cómo hacerlo.
Para los demócratas la forma más eficaz sería reduciendo el gasto público pero también aumentando la recaudación, por la contra los republicanos exigen que el “gap” se cierre única y exclusivamente por recortes presupuestarios, nada de tocar los impuestos y mucho menos si se trata del tipo marginal de la renta. Llegados a este punto podríamos pensar que estamos ante el típico debate de fervorosos liberales que quieren “la libertad” contra fervorosos socialistas que quieren “un gran estado”, pero no es así exactamente.
Por tener un poco más de perspectiva he hecho esta gráfica que representa los ingresos y gastos del Gobierno de los Estados Unidos desde el año 1950, fecha escogida para evitar distorsiones derivadas de la segunda guerra mundial. Como fácilmente podremos comprobar los actuales niveles de ingresos son los más bajos desde los años 50. Asimismo los gastos también baten récords y se sitúan por encima de cualquier tiempo pasado, si bien la crisis que vivimos es algo inaudito en el período temporal de la gráfica.
Si alguien me dijese que la consolidación fiscal en un momento como el actual debe venir exclusivamente de la subida de impuestos le diría que no puede estar más equivocado. No solo es tremendamente contraproducente una subida de impuestos generalizada, sino que además a medida que la economía responda es necesario volver a situar el gasto en niveles más normalizados. Ahora bien, si eso me parece un error tampoco me parece muy afortunado pretender que el 100% de la consolidación sean recortes. Teniendo en cuenta que los ingresos en Estados Unidos están en su nivel más bajo en décadas (inferior al 15% del PIB) pretender equilibrarse así, o incluso generar un superávit primario para reducir deuda en el futuro, no puede más que significar el fin de la actual estructura del Estado, estructura que han votado, afortunada o desafortunadamente, los ciudadanos estadounidenses.
Simplemente viendo las propuestas republicanas podemos entender por donde van, pretenden reducir las ya escasas medidas destinadas a la protección social a la vez que se renuevan las deducciones fiscales aprobadas por Bush para los millonarios. Puede parecer demagogia, pero es lo que piden y no se avergüenzan de ello. Y si bien la sanidad por ejemplo tiene mucho margen de mejora en costes, todo el mundo coincide en ello, al final aquí lo que se trata es de llevar adelante un juego político con algo tan serio como el posible “default” de un país.
Y podríamos pensar que la propuesta que han hecho los demócratas es igual de trasnochada, pero lo cierto es que lo que han puesto encima de la mesa es muy sensato, al menos a mi juicio. Proponen que el ajuste sea de un 83% en recortes y de un 17% en aumentos de impuestos, pero ojo, sin aumentar los tipos impositivos. Me imagino que la clave estará en mejorar la eficiencia recaudando y eliminar dichas deducciones poco comprendidas socialmente. Buscando lo que han hecho otros presidentes en sendas consolidaciones fiscales me he encontrado esta gráfica:
Curiosamente la propuesta actual es la más ambiciosa en recortes de los últimos años, siendo la subida impositiva propuesta por Obama la menor de las que se aprecian en la gráfica, inclusive Reagan y Bush. Es cierto que la situación que vivimos es mucho más grave y exige medidas más contundentes, por ello se comprende la excepcionalidad, pero comprobamos que lo que piden los republicanos no lo aplicaron ni cuando ellos mismos estuvieron en el poder (y podrían perfectamente recortar el 100% aunque las cosas no fuesen tan difíciles como ahora, pero claro, es mucho más complicado y además no se considera lo óptimo económicamente).
Hasta tal punto está sorprendiendo lo que está pasando que el nada sospechoso The Economist ha descrito la postura republicana con unthe vast majority of Republicans, driven on by the wilder-eyed members of their party and the cacophony of conservative media, are clinging to the position that not a single cent of deficit reduction must come from a higher tax take. This is economically illiterate and disgracefully cynical.” Una crítica brutal que prácticamente pone a los defensores de las posiciones más radicales de burros y cínicos. Aunque en el fondo no les falta razón, una cosa es luchar contra el dispendio y la ineficiencia, en lo que todos estaremos de acuerdo, y otra muy distinta usar el viejo argumento de que el Estado lo hace absolutamente todo mal por intereses partidistas y personales. Espero que entren en razón.

Por Las Perlas de Kike, @Kike Vázquez  from cotizalia.com  15/07/2011