lunes, 31 de marzo de 2014

Un clima cada vez más extremo

 

Los científicos alertan de que sequías, inundaciones y otros fenómenos radicales se acentúan 13 de los 14 años más cálidos se han producido en lo que va de siglo


 
Olas de calor, sequías, ciclones, inundaciones… El año 2013 ha sido un buen ejemplo de cómo los fenómenos meteorológicos extremos impactan en comunidades y regiones enteras. El tifón Haiyan arrasó zonas del centro de Filipinas, Oklahoma (EE UU) sufrió el mayor tornado jamás observado, nevadas sin precedentes azotaron Israel, Jordania y Siria. La declaración anual de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) sobre el estado del clima mundial, presentada ayer en Ginebra, alerta de que se acentúan los episodios climáticos extremos e insiste: la influencia de la actividad humana sobre el clima explica algunos de los cambios que se están observando.
 
La tendencia al calentamiento mundial a largo plazo sigue plasmándose en las estadísticas. El 2013 ha sido, junto con 2007, el año más cálido desde que se tienen registros. Pero, además, según destaca el informe de la OMM, 13 de los 14 años más cálidos se han producido en el siglo XXI. Cada uno de los tres últimos decenios ha sido más cálido que el anterior (el récord lo tiene 2001-2010). El promedio de la temperatura registrada en la tierra y en la superficie de los océanos fue el año pasado de 14,5 grados centígrados, es decir, aumentó en medio grado respecto a la media de los años sesenta, setenta y ochenta. Datos que se traducen en récords: Australia registró el año más caluroso de la historia; Argentina, el segundo.
 
¿Pueden todos o parte de estos fenómenos atribuirse al calentamiento global? Jessica Blunden, científica de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) y una de las autoras del estudio, señala que “siempre ha habido, y siempre habrá, fenómenos meteorológicos y climáticos extremos y variaciones naturales debidas a factores como El Niño o La Niña”, pero recuerda que el Panel Intergubernamental de expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, en sus siglas en inglés) dijo en septiembre que el calentamiento es “inequívoco” y que “la influencia humana está clara”.
 
“Vemos muchos casos en los que los episodios extremos se producen tal y como los científicos habían proyectado en función del cambio climático”, explica Blunden por correo electrónico. “Por ejemplo, en distintas zonas por todo el mundo se han predicho olas de calor más extremas, chubascos copiosos y sequías más intensas, y ahora estamos viendo que esos fenómenos ocurren. Por desgracia, no es tarea fácil analizarlos en cuanto suceden y atribuirlos, o no, al cambio climático”, añade. Para explicarlo, Blunden alude a un estudio que incorpora el informe de la OMM acerca de las temperaturas récord registradas en Australia en 2013.
 
El trabajo, realizado por científicos de la Universidad de Melbourne (Australia), utilizó nueve modelos climáticos para estudiar si los cambios en la probabilidad de que se registraran temperaturas extremas durante el verano australiano se debían a la influencia humana. Demostraron que el récord de 2013 como año más caluroso “hubiera sido prácticamente imposible sin los gases que retienen el calor de origen humano, lo que demuestra que algunos fenómenos extremos es mucho más probable que se produzcan debido al cambio climático”. En este caso, señala Blunden, “el estudio establece un vínculo directo entre el cambio climático y ese calor sin precedentes”.
 
También el secretario general de la OMM, Michel Jarraud, precisó ayer durante la presentación del informe que, “muchos de los fenómenos meteorológicos extremos que se produjeron en 2013 se correspondían con las consecuencias que se esperaban que tuviera el cambio climático provocado por la actividad humana”. Ejemplos: “Precipitaciones más fuertes, un calor más intenso y un mayor número de daños causados por mareas de tempestad e inundaciones costeras como resultado del aumento del nivel del mar”. El tifón Haiyan sería el mejor ejemplo de ello, añadió.
 
Manuel de Castro, catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha y uno de los autores españoles del informe del IPCC, asegura que hay algunos fenómenos extremos que se relacionan con mayor seguridad con el cambio climático, “sobre todo cuando hablamos de olas de calor, puesto que se tiene evidencia clara de que hay una tendencia creciente”, señala. En otros episodios, como lluvias torrenciales o ciclones tropicales, “hay menos evidencia, aunque eso no quiere decir que no se puedan achacar al calentamiento global”. “Es una explicación plausible pero no se puede asegurar al cien por cien hasta que no tengamos más evidencia”, añade.
 
Con un escenario así, los sistemas de predicción meteorológica serán esenciales, asegura Blunden. “Especialmente por el crecimiento de megaciudades muy pobladas, generalmente situadas en zonas costeras vulnerables a ciclones, crecidas e inundaciones”. Y añade: “Gracias a las predicciones, India pudo evacuar a cerca de un millón de personas antes del ciclón tropical Phailin, y redujo enormemente la pérdida de vidas”.

 

Los olivareros saldrán beneficiados

ALICIA RIVERA
El aumento de la temperatura media de la Tierra en 1,8 grados centígrados, hacia mediados de siglo, hará más rentable el cultivo del olivo en la cuenca del Mediterráneo, especialmente en el norte de África, donde los beneficios obtenidos pueden aumentar un 41%. El incremento medio de la cosecha en la zona será de un 4,1%, pero habrá ganadores y perdedores a escala regional y local.
 
En España, la tendencia global será positiva, hacia una mayor rentabilidad de este cultivo histórico y tolerante a la sequía (solo limitado por las heladas fuertes y las temperaturas excesivamente altas), aunque en algunas zonas del centro de la península Ibérica el impacto será negativo. Un grupo de científicos ha examinado la evolución previsible de los olivares en las condiciones impuestas por el cambio climático en el Mediterráneo, de donde procede el 97% de la producción mundial.
 
La investigación, publicada esta semana en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias estadounidense, tiene en cuenta tanto la respuesta de la planta (Olea europea) a las condiciones del calentamiento, como la de la mosca de olivo (Bactrocera oleae), su principal plaga, y la interacción entre ambas, ya que una y otra tienen diferente tolerancia a la temperatura. Es decir, que en una región puede no aumentar mucho la cosecha pero, si se reduce notablemente la infección de la mosca que deteriora la aceituna y reduce la productividad del árbol, los beneficios pueden subir notablemente. No hay que olvidar que los modelos de proyección climática indican que el Mediterráneo, debido al incremento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, sufrirá una subida notable de las temperaturas, pero el olivo tiene unos límites dentro de los cuales puede sobrevivir o incluso ganar productividad, mientras que la mosca que lo infecta está condicionada por márgenes diferentes.
 
La floración del olivo se adelantará en toda la cuenca mediterránea sobre la estacionalidad media actual, y llegará 18 días antes en áreas de la península Ibérica, norte de África y Grecia.
 
Los beneficios del cultivo de la explotación del olivo aumentarán en zonas de España e Italia debido al incremento de las cosechas, que compensarán con creces los niveles de infección de la mosca, el coste mayor de su prevención y eliminación así como una menor calidad del aceite, concluyen Luigi Ponti (Agencia Nacional de Nuevas Tecnologías, Energía y desarrollo Económico Sostenible, en Roma) y sus colegas. Sin embargo, en algunas zonas del centro de la península Ibérica y del norte de Portugal los beneficios decrecerán debido a los altos niveles de infección y sus costes asociados.
 
En el norte de África, sin embargo, los beneficios aumentarán, aunque se reduzcan ligeramente las cosechas, debido al menor nivel de infección de la mosca, la reducción de costes para hacerle frente y la mejora calidad del aceite. En Oriente Próximo, las cosechas disminuirán.
 
Los cambios que cabe esperar de la productividad en cada lugar se deben, sobre todo, a los diferentes efectos del aumento de la temperatura en la mosca y en el olivo. Así, pese al aumento medio total de las cosechas en la cuenca Mediterránea del 4,1%, los científicos anticipan una reducción del nivel de infección del 8% y un aumento de los beneficios netos obtenidos por la explotación del cultivo de un 9,6%. Las poblaciones de mosca disminuirán en zonas altas y con inviernos fríos, así como en áreas donde las temperaturas estivales rozan o superan el máximo tolerable por esta especie.
 
Ponti y sus colegas advierten de que los olivares de bajo beneficio probablemente se abandonarán en muchos lugares, con el consiguiente mayor riego potencial de incendios, la degradación del suelo y la pérdida de biodiversidad.
 

Más lluvia y a la vez más sequía en España

E.G.S.
El informe de la OMM (Organización Meteorológica Mundial) destaca acerca de España que las precipitaciones durante el año 2013 fueron un 20% superiores a la media histórica, pero con “grandes diferencias geográficas”. Mientras algunas zonas costeras del Atlántico registraron un aumento del 50% sobre los valores habituales, regiones del Mediterráneo estuvieron más secas de la media. El mes de marzo fue el más lluvioso desde que hay registros nacionales (1947), añade el informe.
 
“Más que el cuánto ha llovido, lo anormal ha sido cómo: todo por el oeste, procedente de una borrasca tras otra llegadas del Atlántico”, explica Ana Casals, portavoz de la Agencia Española de Meteorología (Aemet). “Hemos tenido récord en número de días con tempestades en el mar y aviso rojo. En cambio, en Valencia, la sequía ha sido récord. De 151 años con registros en la ciudad, nunca en un invierno se había registrado tan poca agua”, añade.
 
Los temporales en el mar han sido una de las características extraordinarias del año. La Aemet llevó a cabo un estudio para analizar el oleaje. Concluyó que desde 1957 no había habido otro invierno con tanto oleaje, pero no debido a la intensidad o a la altura de las olas, sino a la frecuencia de los episodios. La Aemet decretó hasta siete alertas de nivel rojo por fuerte oleaje, cuando lo habitual es que no superen las dos o tres.
 
Las peculiaridades climáticas en el resto de Europa incluyen, según la enumeración del informe de la OMM, el verano más húmedo en el Reino Unido desde 1910 o las inusuales —por elevadas— temperaturas en Suecia en febrero. Turquía, en cambio, tuvo un 13% menos de precipitaciones de lo habitual, lo que generó sequía.
 
 

Islas desiertas 'low cost' desde 64.000 euros

 
 
Ya sea en la tranquilidad del Pacífico, como a 90 kilómetros de Nueva York, hay islas para todos los gustos y necesidades.
 
 
¿Conoce a alguien que tenga una isla desierta? ¿Le gustaría tener una? Idealista, portal inmobiliario líder en nuestro país, consciente del deseo que suscita a cualquier mortal responder eso de "tengo mi propia isla", ha conformado una lista de islotes situados desde el océano Pacífico, pasando por las Bahamas, hasta el río Hudson. Y es que, aunque en un primer momento podamos pensar que es misión imposible tener en propiedad una isla, el archipiélago japonés cuenta con más de 4.000 islas con precios que oscilan en los 200.000 euros.
 
Si desea algo más asequible, como inversión de "residencia de verano", en el suroeste de Canadá el precio de las islas están desde los 64.000 euros. En el caso de que se prefiera no estar tan aislado del mundo, a apenas 90 kilómetro de Nueva York, en corrientes fluviales del río Hudson, se oferta la Isla Naomi, de más de 20.000 metros cuadrados, a un precio de 96.000 euros.
 
Tal y como publica Idealista, existen portales especializados en la compraventa de islas deshabitadas. Ejemplo de ello es la web nipona Aqua-Style, centrada en el archipiélago nipón, pero con stock adicional de islas en lugares más exóticos como las Islas Fiji, Bora Bora o Maldivas.
 
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Si se prefiere, también existe la posibilidad de alquilar la isla para no tener que realizar una alta inversión. Vladi Private Island oferta el alquiler de las islas más paradisíacas e impresionantes de todo el orbe por cifras cercanas a los 3 millones de euros.




Andros, en las Bahamas

Por cerca de 434.000 euros puede tener un rinconcito en el archipiélago de Andros, en las Bahamas | Cordon Press





 

Hog Island

Situado en el noroeste de Canadá es el sitio perfecto para el pequeño inversor. | Vladi Private Island






Isla Naomi

A tan solo 90 kilómetros de la gran Nueva York, este islote es perfecto para aquel que quiera una isla, pero con un aeropuerto internacional cerca | Aqua Styles
 
 
 
 
 
 

Islas Urume

Por algo más de 200.000 euros, el portal inmobiliario nipón Aqua Styles oferta tres islas con encanto y perfectas para presupuestos ajustados. | Aqua Styles
 
 
 
Libre Mercado

El cambio climático altera la vida oceánica más rápido que en 65 millones de años

 
Los corales están entre los habitantes del océano más gravemente afectados por el aumento de la temperatura y por la acidificación del agua. / AWI
 
 
 
Aumento de la temperatura del agua, acidificación y deficiencia de oxígeno son los factores clave del impacto del calentamiento.
 

El cambio climático actual y previsible está alterando las condiciones de vida en los océanos terrestres más rápido que en cualquier período comparable de los últimos 65 millones de años, afirman los biólogos que han preparado los capítulos correspondientes del borrador de informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas que se debate en Yokohama (Japón). Se trata de las conclusiones del segundo grupo de trabajo, sobre los impactos del calentamiento global, del Quinto Informe de Evaluación (AR5) del IPCC. La aprobación del documento final, con su resumen para los responsables políticos, está prevista para lunes 31 de marzo. El grupo de trabajo I, el de la física del clima, sacó su informe el pasado mes de septiembre.
 
“Como consecuencia del cambio climático, tres factores tienen un impacto que está alterando las condiciones de vida de los peces, los mamíferos, las algas y otros habitantes del océano”, explica Hans-Otto Pörtner, científico del Instituto Alfred Wegener (en Alemania) y responsable, junto con el estadounidense David Karl, de los capítulos del informe del IPCC dedicados a sistemas oceánicos.
 
“El factor más importante actualmente es el calentamiento del océano, que ya está provocando cambios significativos: por ejemplo el desplazamiento de especies como el bacalao atlántico hacia latitudes polares”, señala el investigador alemán.
 
“El segundo factor, la acidificación del océano se incrementará significativamente en las próximas décadas según las predicciones, y tendrá impactos sustanciales a nivel global así como en ecosistemas específicos. El tercer factor clave tiene que ver con la deficiencia de oxígeno y notamos sus impactos ya, por ejemplo, en regiones costeras donde el número de zonas de deficiencia extrema de oxígeno han aumentado significativamente”, concluye Pörtner.
 
En el AR5, los científicos especificarán estos factores con datos concretos y recogerán proyecciones para el futuro destacando los riesgos y los costes que generará el cambio climático, adelanta el Instituto Alfred Wegener en un comunicado.

 

Más vale compartir que tener

 

 

Airbnb, una red de alojamientos entre particulares, vale más que la cadena hotelera Hilton

Uber, una aplicación para coches con chófer, se acerca a Hertz


Hyatt tiene 450 hoteles; Airbnb, ninguno, pero vale más. Hertz tiene decenas de miles de coches de alquiler; Uber, solo una aplicación que comunica al cliente con el chófer, pero vale casi la mitad. Airbnb y Uber, dos empresas nacidas en Internet hace menos de seis años, son los últimos ejemplos de la nueva economía; mejor dicho, de una de sus evoluciones. Después de comprobarse la sostenibilidad de la economía de lo gratuito (los estudios de Angry birds o Candy crush), ahora se trata de la economía colaborativa, bien para juntar esfuerzos (crowdfundig), bien para compartir propiedades que no se aprovechan al máximo.
 
Airbnb nació en 2007 para resolver una necesidad urgente: buscar cama en un San Francisco con los hoteles abarrotados por un congreso de diseñadores. Las camas ofrecidas por algunos voluntarios paliaron el problema a un grupo de amigos. Hoy, Airbnb ofrece 600.000 alojamientos de particulares —desde iglús en Alaska hasta cabañas en Hawai— y ha concertado 10 millones de reservas. Las cifras importan más si se tiene en cuenta que el 50% de ellas se ha obtenido en un año, el último. La progresión es exponencial. En 2013 ha doblado sus ingresos (250 millones de dólares) gracias a las tarifas que cobra en la intermediación entre propietario y huésped y a la publicidad de ofertas destacadas.
 
Airbnb en estos días busca una financiación de 400 millones de euros que acabarán valorando la puntocom de Internet en 7.240 millones, bastante más que, por ejemplo, la veterana cadena hotelera Hyatt.
 
Si parecía difícil hacer negocios con la habitación que sobra en casa, más lo era sacar partido del coche. La aplicación Uber señala en tu smartphone a qué distancia tienes uno de sus coches con chófer, cuánto tardará y cuánto cobrará. El pago es a Uber, no al chófer (ni siquiera hay que darle propina), y permite dividir la cuenta entre los viajeros del coche.
 
En cinco años, Uber se ha extendido por 80 ciudades de 34 países y el valor de la empresa supera los 2.700 millones de euros, solo la mitad que la veterana Hertz. Cada día contrata más de una persona y no es para conducir. En su plantilla no hay chóferes, y tampoco es dueña de los coches. “Estamos creciendo un 20% mensual y necesitamos 100.000 coches más en la calle”, explicaba a finales de año su fundador, Travis Kalanick. Uber solo facilita la financiación del coche a los chóferes que no lo tienen o quieren cambiárselo.
 
Si Airbnb ha tenido roces con las leyes hoteleras vigentes en Nueva York, Uber ha chocado con el gremio de taxistas en casi todas las ciudades a donde llega, de Washington a París.
 
Pero en ambos casos su modelo de negocio es imparable, como demuestran los clones nacidos alrededor de Airbnb (DropInn, Apptha o Script...) y Uber (Lyft, Sidecar, Instacab...).
 
Airbnb ya ha anunciado que del alojamiento entre particulares se va a extender a las comidas (al estilo de los paladares cubanos) y a los guías, siempre con gente voluntaria, no profesional, y bajo el mismo esquema: huir del turismo establecido y a menor precio.
 
En el caso de Uber, su red de contactos de clientes y chóferes se ampliará al reparto a domicilio en el día, desde el ramo de flores hasta la paquetería de Amazon. Kalanick promete a los coches que trabajen con él 70.000 euros limpios al año.
 
Airbnb y Uber son dos de las perlas de las sociedades de inversión en Estados Unidos. El pasado año salieron a Bolsa más de 200 empresas; en este se acercarán a las 300. Muchas de ellas procederán del sector tecnológico. Las sociedades de capital riesgo han valorado a 44 de ellas en más de mil millones de dólares, con las que esperan multiplicar su inversión saliendo a Bolsa o vendiéndolas antes de que su inversión se pudra.
 
Por el dinero arriesgado se conoce claramente los gustos de los financieros. Solo 4 de esas 44 fabrican algo —como las cámaras GoPro (Woodman Labs), los móviles Xiaomi o los auriculares Beats—. Son la excepción.
 
La mayoría de las inversiones de los venture capitalist se dirigen a nuevos servicios en Internet, como pasarelas de pago (Square y Stripe), almacenamientos de contenidos en la nube (Dropbox, Box), minería de datos (Palantir), seguridad (Docusign) y, por supuesto, los negocios basados en la participación colectiva, empresas que se basan en los contenidos que ponen otros gratis (redes sociales como Pinterest, Snapchat o Fab, para gais) o en sacar provecho de tus bienes. Compartir cama y coche da buen rédito.
 

De Box a ‘Candy crush’, usuarios a precio de oro

Box ha anunciado su salida a Bolsa esta semana y King se ha estrenado en el parqué estadounidense. En la información proporcionada a las autoridades bursátiles presentan sus puntos débiles (a veces demasiados). El estudio King, por ejemplo, tiene un catálogo de 180 juegos para móviles, pero el 78% de sus ingresos los obtiene con uno: Candy crush.
 
Al mes, 408 millones de personas juegan con él, sin embargo, solo un 4% se gasta algún dinero. El crecimiento del estudio King Digital ha ido ligado al juego de las golosinas encadenadas; con él multiplicó por 10 sus ingresos (1,3 millones de euros) y ganó 517.000 euros en el último año. Sin embargo, la popularidad de Candy crush no ha sido gratuita. En 2013 se gastó 273 millones de euros en marketing con los que obtuvo 340 millones de nuevos jugadores.
 
Tampoco le salen gratis los usuarios a Box, la competencia de Dropbox en el archivo de contenidos en la nube. Fundada hace nueve años por Aaron Levie (entonces con 20 años), Box nunca ha obtenido beneficios. Para salir a Bolsa parece que se ha hormonado: dobla ingresos (90 millones) a costa de destinar un 70% más dinero al marketing (124 millones). Tanto en Box como en King, cada nuevo usuario les cuesta su dinero.


Una aldea alpina o Venecia en miniatura: ¿por qué China copia ciudades enteras?

 
Hallstatt, en Austria (izquierda), y su aldea gemela en China (derecha).
 
 
 
China es bien conocida como centro de producción y venta de DVDs piratas y réplicas no autorizadas de teléfonos celulares de marca. Pero su "cultura de la copia" se extiende también a la arquitectura.
 
Y lo que los chinos copian, en este caso, son pueblos enteros.
 
Cuando uno ingresa en Thames Town, los bocinazos y el caos de las grandes urbes de China desaparecen. No hay vendedores callejeros ofreciendo bollos de cerdo al vapor ni recicladores transportando mercancías viejas para revender en sus triciclos con acoplado.
La calle serpentea y, a la distancia, se ve una construcción parecida a una torre de reloj de una aldea de los Cotswolds, la idílica zona verde de casas de techos de paja en el centro de Inglaterra.
"Tiene una cualidad casi onírica propia de los paisajes europeos", dice Tony Mackay, un arquitecto británico y el jefe de planificación de viviendas de Thames Town y su barrio circundante, el distrito de Songjiang.
Cuando el gobierno local contrató a Mackay, en 2001, y el arquitecto se trasladó a la zona, se encontró con granjas y vacas y patos caminando libremente por una aldea rural típicamente china.
Ahora la zona tiene calles empedradas, pubs de apariencia típicamente inglesa y casas de entramado de madera de estilo Tudor.
Hay incluso una estatua de Winston Churchill y un salón comedor de estilo medieval que ofrece alitas de pollo con cerveza en carteles escritos en mandarín.
Pero Mackay no está muy orgulloso: "Esto no se ve bien", dice. "Se ve falso y fuera de lugar".
 
 

Pastiche y libre interpretación

Mackay dice que los arquitectos que se encargaron de diseñar los edificios crearon un pastiche, mezclando estilos diferentes e ignorando toda premisa de autenticidad.
Algunas de las casas de madera tienen seis pisos, por ejemplo, y las ventanas de la iglesia simplemente no se corresponden con el estilo del edificio.
 
"Las proporciones están equivocadas. El uso de los diferentes tipos de piedra es terrible. Nunca se utilizaría así en una verdadera iglesia de Inglaterra", dice el constructor.
Las casas en Thames Town fueron compradas en su mayoría como inversión por residentes de otras ciudades, así que el pueblo por lo general está tranquilo, casi vacío. Recién ahora, y de a poco, se está comenzando a desarrollar un sentido de comunidad y cotidianidad entre sus habitantes.
Para Mackay el lugar parece un set de filmación. De hecho, un bloguero de Occidente que llegó de visita lo definió como un auténtico escenario de la película The Truman Show.
 

Como en el extranjero, pero cerca...

Pero a Fan Yu Zhe no podría importarle menos.
Fan y su novia Sun Qi Yao están ensimismados, mirándose profundamente a los ojos, mientras un asistente de fotografía lanza sobre sus cabezas una lluvia de pétalos de rosas.
Thames Town está lleno de parejas jóvenes que vienen a tomarse fotos de boda en sus calles.
"Me encanta el fútbol europeo, estoy muy interesado en todas las cosas de Europa", dice Fan.
"Realmente espero poder visitar el verdadero río Támesis y algún día sentarme en sus orillas, beber una taza de café y disfrutar del sol británico", imagina el joven.
 
Cerca de allí, una mujer llamada Zhang Li come gajos de mandarina y juega a las cartas con su madre y su tía.
Zhang cuenta que ha venido a pasar aquí su día libre: las ciudades chinas están atestadas de gente y azotadas por el esmog y los ruidos mientras que este pueblo es verde y agradable.
Y con su sueldo de empleada administrativa no puede darse el lujo de viajar a Reino Unido.
"Por lo general, si quieres ver edificios de otro tipo tienes que irte al extranjero", dice Zhang. "Pero si importamos esos estilos a China, la gente puede ahorrar dinero a la vez que no se pierde de experimentar una arquitectura de estilo extranjero".
 

Nueve estilos

Esa idea es bastante común en distintos sectores de China.
Thames Town fue construido como parte del programa "Una ciudad, nueve pueblos" de Shanghái, por el que se diseñó un conjunto de ciudades satélite alrededor de la más poblada metrópoli china.
Cada uno de esos nueve sectores está construido en un estilo internacional diferente. En otras partes de China, hay una réplica de la Torre Eiffel, un Puente de la Torre como el que está frente a la Torre de Londres en una mini réplica de la capital británica, o incluso una recreación del famoso sitio arqueológico de Stonehenge.
Y el año pasado se construyó una réplica de una aldea alpina completa, Hallstatt, pero en la provincia china de Guangdong. El original, en Austria, es Patrimonio Mundial declarado por la Unesco.
Todos ellos son ejemplos del frenesí que tiene la sociedad china por lo que Bianca Bosker, autora de "Copias originales: mimetismo arquitectónico en la China contemporánea", llama "duplitectura".
La arquitectura del doble, de la copia, de la réplica.
 
Por supuesto, no son sólo los chinos que aman copiar. Hace un siglo y medio, el cada vez más próspero Estados Unidos era un centro de la falsificación y la réplica, donde también se hicieron copias arquitectónicas más recientes, incluyendo pabellones de países en el parque Epcot de Florida y numerosos ejemplos en cada rincón de Las Vegas.
 

La copia-homenaje

Pero, según Bosker, mientras que en Occidente se considera a la arquitectura de la réplica como esencialmente kitsch, artificial y de mal gusto, a muchos en China les resulta verdaderamente encantadora.
Casi todas las grandes ciudades en China tienen un barrio residencial donde la gente construye réplicas de mansiones y hasta dos tercios de las propiedades a la venta en las inmobiliarias son de estilo occidental, dice Bosker.
La autora opina que ello ocurre, en parte, porque la cultura oriental tiene una actitud diferente hacia la copia.
"En China es muy diferente a lo que encontramos en Occidente, donde hay una idea de que la copia es algo tabú y que debe ser evitado a toda costa", apunta la experta.
En China, dice, el mimetismo es visto como "una muestra de habilidad creativa" y, por lo tanto, no sólo no está mal visto sino que es incentivado.
 
Esta cultura de la copia tiene profundas raíces históricas. Como primer emperador de China, Qin Shi Huang –cuya fama está asociada al ejército de terracota, concebido como su custodio– conquistó reinos rivales en el siglo III a.C. y luego construyó una réplica de cada uno de sus palacios dentro de su propia ciudad capital.
Al día de hoy, el gobierno chino a menudo financia grandes proyectos de construcción de réplicas.
"Es una manera de mostrar su poder", dice Bosker. "China está, de un modo muy simbólico, haciendo gala de su capacidad para reorganizar el cosmos, para de alguna manera apropiarse de los 'grandes éxitos' de Occidente".
No es casualidad que la Casa Blanca –el máximo símbolo del poder de Estados Unidos– sea uno de los edificios más copiados en China.
 

Poco original

Pero no todos apoyan este furor por la "duplitectura".
"No me gusta en absoluto ", dice Tong Ming, un arquitecto con sede en Shanghái.
China tiene su propio (y riquísimo) patrimonio arquitectónico, dice Tong, desde los Jardines Clásicos de Suzhou a la Ciudad Prohibida de Pekín y las tradicionales casas de madera de las zonas rurales.
Los chinos valoran su historia, considera el arquitecto, pero, en una era de rápidas transformaciones, a las personas les resulta más práctico –y hasta reconfortante– copiar los estilos occidentales.
"Creo que es un período muy concreto de tiempo, a la gente le cuesta acostumbrarse. Así que es bastante comprensible que sigan algo que admiran o con lo que están familiarizados a través de los medios de comunicación", dice Tong.
"La gente quiere algo con una identidad muy clara. No pudieron encontrar exactamente cómo hacer evolucionar el estilo propio, por lo que recurrieron a uno que les es familiar", reitera.
 

Nuevo rumbo

Tong cree que con el tiempo la arquitectura china encontrará una vez más su propio camino.
Mientras tanto, algunos de los nuevos desarrollos habitacionales están adoptando una fusión de la arquitectura de estilo occidental con "una piel exterior" propia del estilo chino, según la define Bosker: incorporan diseños de jardines orientales, por ejemplo, o toman en cuenta los principios del feng shui.
El británico Tony Mackay cree que los pueblos de imitación de China son una moda, una consecuencia del deseo de conectarse con el mundo después de décadas de relativo aislamiento. Pero a la vez considera que hay una tendencia emergente.
"Las generaciones más jóvenes de aquí no quieren estilos pasados de moda, quieren modernidad. Quieren algo nuevo, que se conecte con sus equipos tecnológicos, sus iPads, su estilo de vida moderno", dice.
 
Un ejemplo es el afamado proyecto de la arquitecta británico-iraquí Zaha Hadid en Pekín, el elegante y ultramoderno Wangjing SOHO.
Cuando esté terminado, tendrá la forma de tres peces gigantes emergiendo de un torrente de agua.
Sólo hay un problema: una estructura sospechosamente similar se está construyendo en la ciudad de Chongqing.
Según una revista de arquitectura, la supuesta copia podría incluso estar terminada antes que el edificio original.
 
 

Réplicas en abundancia

 
Por Ben Goodger, experto en propiedad intelectual del estudio Edwards ­Wildman
China es el centro mundial de la falsificación, de todo lo que permita el dinero fácil: teléfonos móviles, DVDs piratas, relojes falsos, joyas no auténticas, ropa de marca copiada.
El concepto es muy diferente. En China, copiar algo es mostrar un profundo respeto por su manufactura. La sociedad china tradicional es muy jerárquica: están los maestros de su arte y muchos artistas copiando a esos maestros en cada detalle, tan minuciosamente como sea posible. Eso es entendido como un homenaje porque el maestro es el gran genio.
La idea de que la obra que el artista crea es una manifestación de su personalidad individual es en gran medida una idea típicamente occidental. Así, la idea de la copia como engaño no tiene mucho sentido en China.
No quiere decir que sean inocentes, pero existe esa actitud cultural que ve la copia como un signo de respeto.
 

domingo, 30 de marzo de 2014

Milán y Turín, ventanas al arte

Sala del Castello di Rivoli con obras de Vanessa Beecroft. / G. Simeone

 

Una iglesia iluminada por los neones de Dan Flavin, una villa con obras de James Turrell, la vieja fábrica de Fiat y un castillo convertido en museo de vanguardia.

En coche por el creativo norte de Italia


Uno va a Italia, en principio, a ver arte clásico y piedras antiguas: arqueología con pedigrí. Pero entre Milán y Turín muchos sitios nos recuerdan que también en el siglo pasado los italianos siguieron con su tradición de artistas excelentes (y mecenas rumbosos). Y su arqueología industrial del XX, reciclada para servir de contenedor al arte contemporáneo, da forma a un paisaje con memoria que a lo mejor anuncia ya los coliseos del futuro.
 

Chiesa Rossa

Porque los tubos de neón, como las polaroids, como los vinilos y las bombillas, van volviéndose fósiles de la arqueología reciente: en realidad cuanto más recientes, es curioso, más obsoletos parecen. Cada vez los fabrican en menos sitios, y eso vuelve más frágil y a lo mejor más interesante aún la obra de Dan Flavin, que desde los años sesenta construyó con ellos esculturas de pura luz y ambientes que van de lo fantasmagórico a lo sublime: fue quizá el último de los grandes románticos contemporáneos, y desde su muerte en 1996 (a los 63 años) su reputación y su leyenda crecen al mismo ritmo al que encogen las posibilidades de reponer los neones coloreados que van caducando en sus piezas.
 
Para ver su ultimísima obra, que acabó pocos días antes de morir, uno tiene que viajar a un lugar inesperado: el suburbio milanés de Chiesa Rossa, un barrio que fue obrero en su día y que hoy revive con la inmigración africana. Creció en los años treinta al calor del éxodo rural y la industrialización por la vía rápida de la Lombardía de entreguerras. En 1932 se construyó allá la parroquia de Santa María Annunciata en el estilo clásico-fascista que hacía furor: tan recta, austera y gélida como puede serlo Milán en sus días más antipáticos. Hubo que esperar 60 años para que don Giulio Greco, un párroco culto, iluminado (nunca mejor dicho) y admirador de Flavin, se animara de buenas a primeras a mandarle una carta. Le propuso crear un ambiente lumínico para el interior de la iglesia, que resucitara sus naves en pleno rigor mortis y encendiera a unos feligreses cada vez más apagados.
 
Y como pasa a veces, la pura carambola fue la mejor estrategia. Flavin nunca se declaró creyente, pero el proyecto le resultó simpático: había estudiado en el seminario jesuita de Douglastown, en Nueva York, y conocía bien Milán. Estaba ya muy enfermo, y a lo mejor adivinó que dejaría en el barrio obrero su última obra: se le mandaron fotos y planos, se construyó una maqueta de madera con la que trabajar, y don Giulio recibió el proyecto firmado del artista solo unos días antes de morir.
La Fundación Prada pagó la obra, y desde 1997 allá luce, literalmente, durante las horas en que la iglesia está abierta. Lo mejor es acercarse al anochecer, cuando los neones rosas, azules y dorados dejan escapar un fulgor casi sobrenatural por los ventanales y transfiguran esa esquina anodina del Milán industrial. Dentro parece palpitar ese “espacio vivo” que don Greco pedía a Flavin en su carta: la nave desangelada, la bóveda altísima y el altar mayor recuperan proporciones humanas y respiran a la luz irreal que las desfleca en espacios difuminados. El brillo dorado o añil llega de los neones escondidos por un artista en última madurez: ni siquiera necesitó ver el espacio real para abarcarlo mentalmente desde la otra punta del planeta y calcular (y acertar) cómo conseguir un máximo efecto con medios mínimos.
 

Villa Panza

Si Flavin conocía bien Milán fue gracias a la hospitalidad y el entusiasmo de unos coleccionistas míticos: Giuseppe y Giovanna Panza di Biumo, quienes justo el año en que acabó su obra final donaban su villa legendaria en Varese al FAI. El Fondo Ambiente Italiano es una institución civil parecida al National Trust inglés: se apoya en suscripciones y donaciones para conservar el patrimonio cultural infinito del país, y nos vendría muy bien en España, siempre flojos en organización cívica al margen del Estado. De eso, tanto como de coleccionismo y mecenazgo entendido como retribución a la sociedad y no solo especulación o juego de prestigio, se puede aprender mucho de los italianos... y de los Panza, familia de industriales que dedicaron mucho dinero y 40 años de trabajo, viajes y estudio a crear una de las colecciones de arte más articuladas y personales del siglo XX.
 
Los mayores de 40 la recordarán como uno de los grandes hitos de las exposiciones de un Reina Sofía recién inaugurado, y en su momento pareció que podrían haberse quedado aquí parte de los fondos. Al final han acabado repartidos entre el Guggenheim de Nueva York y la propia Villa Panza.
 
Varese está ya al pie de los Alpes y casi pisando la frontera suiza. Se llega en tren desde Milán en media hora larga, pero conviene viajar temprano porque una vez dentro de la villa todo está pensado para perder la noción del tiempo (y del espacio) con mucha facilidad y se pasen muchas horas sin sentir: los tiempos históricos se mezclan, y las obras de arte total que contiene son verdaderos ambientes pensados para ser penetrados y casi habitados por un espectador convertido en una especie de viajero inmóvil por los espacios que construyeron artistas como Flavin, James Turrell, Robert Irwin o Maria Nordman.
 
La villa se había construido para el marqués Paolo Menafoglio a mediados del XVIII como un lugar de recreo y jardín de delicias, y lo prueba el espléndido jardín italiano sobre el valle de Biumo, los túneles de verdura, las caballerizas y salones para paseos a caballo y noches de cartas y baile, los espejos de agua y las terrazas a las que se abren unas salas que en verano permitían jugar con el dentro y el fuera, las luces y las sombras de las tardes de verano.
 
Algo de esa tradición barroca fue lo que quiso recuperar el matrimonio Panza cuando a partir de los sesenta decidió alojar en ella parte de su colección. Los salones y cuartos de la zona noble se conservan tal como ellos quisieron. Una mezcla sobria y elegante de muebles históricos, arte africano y luz entrando a raudales por las ventanas para iluminar sus grandes cuadros monocromos.
 
Pronto el ala noble se les quedó pequeña. A finales de los sesenta los Panza viajaron a Los Ángeles y se entusiasmaron con la obra de James Turrell y otros artistas californianos que empezaban a jugar con la luz y el espacio en obras inmateriales de lo que pronto se llamó Ambient Art. Después de visitar el Mendota Hotel californiano, que Turrell había ocupado para crear obras de luz en sus habitaciones, los Panza le invitaron a viajar a Varese, instalarse en la villa y crear para ellos obras in situ. Poco a poco, él y otros fueron ocupando todo el “ala de los rústicos”, con sus almacenes, sus caballerizas y sus pasillos de servicio.
 
Solo allí pueden verse obras míticas de Turrell como el Sky Window de 1976, que abre una media luna invertida al final de uno de los corredores para iluminarlo con luz natural casi mística: conforme el día avanza, el pasillo pasa del azul al naranja, del violeta al negro profundo, y crea un ambiente fantasmagórico y poderoso. Por algo Turrell insistía en que muchas de las noches que pasó a solas en la villa disfrutó de la compañía espectral del marqués Menafoglio, que caminaba sin ruido por las salas desiertas.
 
Disfrutando de la carta blanca que le dieron los Panza, Turrell arrebató el techo a una de las habitaciones para crear su famoso Sky Space I: el visitante llega a la sala desnuda y sin ventanas y contempla el rectángulo de cielo sobre su cabeza hasta que el cuadrado azul parece flotar, inmaterial y casi palpable, a pocos centímetros de su cabeza. Y durante todo este año está instalado allá uno de sus famosos Ganzfeld, espacios lumínicos totales que el visitante penetra tras calzarse unos patucos y recibir instrucciones levemente amenazadoras de la vigilante, que avisa del peligro de desorientación y exhorta a resistir la tentación de aproximarse demasiado hacia la fuente de luz: toda una experiencia entre lo teatral y lo artístico que es lo más parecido que uno puede imaginarse a un parque de atracciones sensorial y a una montaña rusa de vértigos inmóviles.
 
También Dan Flavin dejó allí su mayor conjunto de instalaciones permanentes. Entre otras, su famosísimo Varese Corridor, que flanquea de tubos de neón verdes, amarillos y rosas a media altura otro de los grandes pasillos de servicio: las luces alteran las dimensiones y hasta el tiempo, porque recorrerlo se vuelve una especie de viaje a través de un espacio más allá del espacio y del tiempo normales. O su Monumento a los que murieron en emboscadas, que sirve de recuerdo a su hermano muerto en Vietnam y que transforma sobrecogedoramente, con sus cruces de neones rojos, la gran sala desnuda donde está instalado.
 
La sucesión de salas transformadas en esculturas de luz llevan hacia el trabajo de otros artistas que trabajaron con materiales igualmente esquivos. Michael Brewster crea una escultura de sonido en su Aeroplane, dentro de una gran sala que se oscurece de pronto y se llena del sonido amenazador de un avión en vuelo cuando el visitante aprieta, desprevenido, el gran botón rojo situado en el centro de la pared. Por su parte, la alemana Maria Nordman eligió trabajar con la oscuridad, más que con la luz, y la estancia en su Varese Room es una experiencia difícil de olvidar: la oscuridad total envuelve a quien entra y se siente perdido hasta que muy lentamente los ojos empiezan a distinguir dos ranuras de luz provenientes del exterior. Al salir uno no sabe si ha entrado en una obra o si más bien es la obra la que entró en uno y se la lleva consigo.
 

El Lingotto

Durante todo el siglo XX Turín se disputó con Milán el papel de motor de la vanguardia del arte y la arquitectura. Y en las afueras de la ciudad está lo que muy bien podría ser la versión contemporánea del coliseo romano: la fábrica de la Fiat, que levantó allá a partir de 1918 el joven arquitecto Giacomo Matté-Truco. El círculo del anfiteatro clásico se convertía en un óvalo gigantesco de más de un kilómetro de largo: durante un tiempo fue el mayor edificio de Europa. Le Corbusier lo consideró inmediatamente “una guía a seguir”, y la fábrica revolucionó la arquitectura industrial y el urbanismo del XX con sus soluciones futuristas e inteligentes: la materia prima entraba por las gigantescas aberturas a ras de calle y se iba transformando en coches acabados a medida que subían en espiral por las rampas inmensas en los extremos del edificio. El resultado final aparecía en la azotea inmensa, donde estaba el circuito de pruebas con sus curvas peraltadas y esperaba el piloto encargado de dar al coche una vuelta completa y comprobar su funcionamiento.
 
El Lingotto, sin exagerar, cambió la historia de Turín, de Italia y de Europa: allá se fabricó el famoso Fiat Topolino (que fue a Italia lo que nuestro seiscientos patrio), y desde allá la Fiat y la familia propietaria, los Agnelli, rigieron los destinos del país antes y después de la guerra.
 
Cuando en 1982 cerró la fábrica, Renzo Piano se encargó de aplicar allá la experiencia adquirida con el Pompidou de París para transformarlo en un gigantesco centro comercial y cultural rodeado de jardines geométricos. Se ocupó de todos los detalles, ajardinó los inmensos patios, intervino con códigos de color y estructuras visibles similares a las de Beaubourg y hasta se autocitó en unas papeleras estupendas que recuerdan en miniatura los tubos de ventilación gigantes del museo de París. En el Lingotto caben un centro comercial más bien anodino, hoteles, gimnasios y restaurantes. Y en el Scrigno (literalmente, joyero) que Piano posó como una nave espacial sobre el techo del Lingotto está, claro, la Pinacoteca Agnelli, con la estimable colección de arte de la familia y un programa interesante de exposiciones contemporáneas.
 
Lo más impresionante es ascender a pie lentamente por una de sus majestuosas rampas en espiral hasta subir a la azotea: el circuito de carreras sigue intacto, y su poderosa horizontal infinita se ve replicada, casi al alcance de la mano, por la línea quebrada de los Alpes nevados en el horizonte: una de las experiencias arquitectónicas más memorables del siglo, y un edificio a la altura de la nobleza y la sobriedad poderosa de la mejor arquitectura producida en Italia.
 
Porque Turín sigue compitiendo por el título de capital contemporánea de Italia, y merece la pena explorar su periferia industrial para encontrarse con dos espacios que reaprovechan edificios de su pasado reciente y dan fe de su capacidad para acelerar cuando toca y adaptarse al cambio de marchas de los tiempos: en el Borgo San Paolo, lleno de almacenes y antiguas fábricas que recuerdan casi un Chelsea a la europea, está la Fundación Mario Merz, que desde 2005 reúne la obra de uno de los grandes del arte povera en lo que fue la factoría de Lancia: el impresionante espacio diáfano de los años treinta es también un hito de la memoria de la ciudad, y viene que ni pintado para los famosos iglús que fueron seña del estilo de Merz y para las exposiciones temporales de arte reciente. Y a 10 minutos a pie está una fundación privada, la Sandretto di Re Rebaudengo, nombre sonoro de otra de las colecciones de arte contemporáneo más completas de Europa. En el edificio austero y hermético se esconde una programación que se ocupa de producir obra y difundir el trabajo de artistas de todo el mundo en plena carrera.
 
Y tras la excursión milanesa a Varese cuesta menos lanzarse hasta el Castello di Rivoli, a media hora del centro de Turín. Fue parte del cinturón de residencias reales de los Saboya que diseñó Juvara (primer arquitecto también del Palacio Real de Madrid) en el XVIII, y desde los ochenta, tras una restauración impecable que respetó su aire imponente y a medias arruinado, acoge el centro público de arte contemporáneo más interesante de Italia y uno de los de referencia en su género en toda Europa, con una programación de exposiciones temporales de primer nivel. Porque ni el hermoso centro histórico barroco es todo lo que ofrece Turín, ni el siglo XX italiano se agotó en el Lingotto.


El alzhéimer acaba matando por infecciones y malnutrición

 

La cifra de fallecidos por esta enfermedad ha subido un 140% desde 2000

El deterioro del cerebro causa un estrés que lleva a adelgazar


El envejecimiento y su correspondiente aumento de enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer, tiene un correlato claro en las estadísticas sobre la causa de la muerte en España. En 2000 se le atribuyeron a esta dolencia, la que ha acabado con la vida del expresidente Adolfo Suárez, 5.382 defunciones, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). En 2012 —último año con datos— fueron 13.015, un 141,8% más. Un aumento enorme si se tiene en cuenta que el número total de muertes creció un 11,8% en ese periodo. En España, la Sociedad Española de Neurología (SEN), calcula que unas 600.000 personas sufren esta enfermedad (otros suben la cifra hasta las 800.000), lo que pasa es que el 30% o 40% desconocen estar afectadas y que hay unas fases iniciales casi inapreciables.
 
Pero el alzhéimer no mata directamente. Básicamente, consiste en un deterioro irreversible de las funciones cognitivas como consecuencia del fallo en una serie de sistemas de limpieza del cerebro que provoca que se acumulen dos tipos de proteínas, las beta-amiloides fuera de las neuronas y las tau, dentro de estas. Sin embargo, este deterioro "no afecta al sistema nervioso autónomo, que es el que mantiene el corazón latiendo o los pulmones funcionando", explica Alberto Lleó, jefe de la Unidad de Memoria del Servicio de Neurología del Hospital San Pau. Eso quiere decir que no se asfixian.
 
"Lo que sucede es que el alzhéimer produce un debilitamiento general del paciente", afirma Lleó. Y, por eso, "la mayoría de los afectados —alrededor del 75%— fallece por infecciones", señala Pedro Gil Gregorio, jefe del Servicio de Geriatría del Hospital Clínico de Madrid y responsable de su Unidad de Memoria. "Hay que distinguir entre la causa inmediata, la neumonía, y la subyacente, que es el alzhéimer que figura en las estadísticas", dice este geriatra. Otro factor clave es la desnutrición de los afectados. Y luego, todas las otras enfermedades propias de personas mayores. "Que tenga alzhéimer no le exime de tener un cáncer o un infarto", indica.
 
Pero las infecciones son la primera preocupación. "Si en general en las personas mayores hay un debilitamiento del sistema inmune —lo que les va bien, por ejemplo, para los trasplantes, porque tienen menos rechazo—, en las personas con alzhéimer este parece que es mayor, aunque no podemos dar una explicación de ello", señala Gil Gregorio.
 
En estos enfermos, las principales fuentes de infección son las vías respiratorias y las urinarias, y ahí hay factores de la propia patología que contribuyen a ello. "Muchos tienen incontinencia, y las sondas son un foco", indica el geriatra. Además, "en fases avanzadas se produce una apraxia deglutoria", afirma. Esto quiere decir que se les olvida tragar, explica, lo que puede suponer que parte del alimento acabe en las vías respiratorias, y, además, que parte de los microorganismos de la garganta también sigan el mismo recorrido. "En las personas sanas, hay mecanismos para evitar estas pequeñas aspiraciones, que suelen ser nocturnas, como la tos u otras reacciones reflejas", dice Lleó.
 
Otra especificidad de las personas con alzhéimer es que "aun en fases tempranas, pierden peso aunque coman bien", indica el médico, que ha sido presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG). En este caso parece que hay una explicación científica más aquilatada: "No se trata tanto de que por sus problemas de deglución coman peor", afirma, aunque admite que eso puede colaborar en fases intermedias o avanzadas, cuando cuesta que coman por sus medios y todavía no se ha llegado a situaciones más drásticas como la sonda o los sueros. "Incluso a los mejor tratados les sucede", añade.
 
Por lo que se sabe, la causa podría ser que la región temporal del cerebro se atrofia, y eso les produce algún tipo de estrés. Así, consumen más energía, por lo que pierden peso aunque coman bien. Pero el deterioro no es general. "El sistema límbico, que se ocupa de las emociones, es muy resistente. Por eso incluso en estados muy avanzados hay una reactividad a las emociones y el cariño", afirma Lleó, investigador principal de Ciberned (Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Neurodegenerativas). "Esto es muy importante para las familias. Hasta en casos muy avanzados podemos ver cómo cuando llega una persona querida reaccionan, se les iluminan los ojos. No la reconocen ni saben quién es, pero sienten que era alguien importante. Por eso es fundamental mantenerles el cariño hasta el final. En este sentido, lo que hacen las familias es muy útil", concluye.


¿Cuánto debe saber de tu vida tu pareja? Cosas que debes (y no debes) confesar

 
 
LA IDEA QUE DESTROZA LAS RELACIONES
 
 
 
 
No debemos ceder a chantajes en los que nuestra pareja nos exija determinada información personal.
 
Desvelar la contraseña no es una prueba de amor.
 

¿El secreto para un matrimonio feliz? Compartir tu cuenta de correo electrónico con tu pareja. Así de ufano se mostraba el Daily Mail en un artículo en el que celebraba la decisión de la actriz Cate Blanchett de manejar las cuentas de internet de su marido como un atajo a la felicidad marital. Al fin y al cabo, arguye la publicación, 16 años de matrimonio deben ocultar unas cuantas enseñanzas sobre el manejo de la privacidad de los miembros de la pareja.
 
“Trabajamos juntos y es una manera de sincronizar nuestras vidas”, argumentaba la actriz, que ganaría un Oscar poco después por su papel en Blue Jasmine de Woody Allen. “Así puedo ver en lo que anda. No es que no confíe en él”, se defendía Blanchett. De esa manera, equiparaba lo que algunos considerarían como falta de privacidad con la confianza. Si no tienes nada que ocultar, no hay problema en que pueda conocer tus contraseñas o el contenido de tus mensajes.
 
Sin embargo, la cosa no es tan sencilla. Si bien es cierto que cada pareja debe ser la que negocie los límites de su relación y llegue a un acuerdo sobre la información que se comparta (no sólo por lo que no quieres que se sepa, sino también por lo que prefieres no saber), los desencuentros amorosos pueden convertir lo que hasta entonces se consideraba como una señal de confianza en un calvario.
 
“La idea de que hay que compartir todo está destrozando las relaciones”, recuerda Ángeles Sanz Yaque, psicóloga clínica y especialista en el área de problemas de pareja del Centro de Terapia de Conducta de Madrid. “Hay que compartir únicamente lo que sea importante para la relación” y, en especial, gozar de la madurez emocional suficiente para acordar con la pareja aquello que debe saberse y lo que no, “sin chantajes ni presiones”.
 
 
Contraseñas y mensajes
 
La tecnología ha empujado al centro de debate a nuestras cuentas de correo, nuestros mensajes de móvil o de mensajería instantánea u otras formas de comunicación que hasta hace tan sólo unos años estaban limitadas a las llamadas telefónicas.
 
¿Conocer las contraseñas y tener accesos a los mensajes de cada uno es un signo de confianza o, precisamente, denota todo lo contrario? ¿Deberíamos revisar los mensajes de nuestra pareja como una forma de control? “Forma parte de la individualidad de cada uno”, recuerda Sanz, por lo que tan sólo en caso de que se desee compartir dicha información debe darse el paso.
 
Esto resulta particularmente peliagudo en el caso de que la pareja sea adolescente. En muchas ocasiones, conocer la contraseña de la cuenta de correo (o de una red social) de la media naranja parece el paso decisivo en una relación. Sin embargo, como recuerda Sanz, “no es una prueba de amor”. Lo importante es, según la psicóloga, “no estandarizar normas” y que sea cada cual quien decida qué compartir con su pareja sin ninguna clase de coerción externa.
 
 
El pin de la tarjeta de crédito
 
Una información semejante a la presentada en el anterior punto, pero a la que diferencia un importante matiz. En dicho caso, el conocimiento o no de la contraseña depende, ante todo, del régimen económico que haya decidido seguir la pareja y que puede permitir la utilización de la tarjeta de crédito por parte de la otra persona.
 
 
Vida amorosa previa
 
Hay verdades que duelen. O que, aunque no duelan, puede sentar un peligroso precedente en la relación de pareja. La información sobre nuestra vida amorosa previa, así como la forma que teníamos de experimentar nuestras relaciones o aquello que estuvimos dispuestos a hacer con anteriores parejas es la más sensible que puede poseer la pareja, recuerda Sanz, puesto que establece un marco de comparación para posteriores relaciones.
 
Sanz apuesta por confesar “generalidades, pero ahorrarse los detalles”. Ello evitará tanto que la pareja se lleve a engaño pensando que su relación no es tan importante como las previas –al fin y al cabo, cada nueva relación marca sus propias reglas, y la gente cambia con el tiempo– como que se echen en cara dichas diferencias como una señal de falta de compromiso.
 
 
La historia familiar
 
Los antecedentes familiares pueden suponer un importante escollo en una relación, sobre todo a la hora de cruzar acusaciones. La sabiduría popular recuerda, con razón, que mientras cada cual tiene permiso para criticar a su propia familia (o, en un menor grado, amigos), resulta inapropiado hacer lo propio con los parientes ajenos, por mucho que se esgriman los mismos argumentos.
 
“Aunque yo comprenda que quizá mi padre fue un cerdo con mi madre, que tú lo eches en cara va a generar un problema”, recuerda la psicóloga. Por eso, recomienda tener cuidado con la información sobre el pasado de la familia que queramos compartir con nuestra pareja.
 
 
Fantasías sexuales
 
De igual manera que la revolución sexual ha permitido que se pueda hablar con mucha más franqueza y sinceridad de aquello que más nos excita o que preferimos hacer entre las sábanas, existen ciertas preferencias que aún siguen siendo tabú. Hay “apetencias, deseos o fantasías” que, como explica Sanz, no se van a llevar a la práctica y que aun así pueden pasar por la cabeza de alguno de los miembros de la pareja cuya comunicación quizá podría suponer un problema.
 
 
Los daños emocionales
 
Con este concepto, la psicóloga se refiere a todos esos daños que pueden haberse causado fuera de la relación, causados en el trabajo, por otros amigos o por antiguas relaciones, y que aun así pueden interferir en nuestra vida amorosa. En dicho caso, al igual que ocurría con las parejas previas, es el nivel de profundidad con lo que hay que tener cuidado, así como la finalidad con la que se realice dicha confesión.  


Más allá de la “pornografía humanitaria”

 

La imagen es una herramienta potentísima para trasladar mensajes

Sobre su papel a la hora de contar los conflictos o potenciar la cooperación y la ayuda al desarrollo se debate estos días en las I Jornadas de Fotografía Social en Barcelona organizadas por la Fundación Vicente Ferrer

 

Hubo un tiempo en el que se hacía “pornografía humanitaria”. Los lastimeros niños desnutridos rodeados de moscas esperando ayuda son el mejor ejemplo. Eran las primeras campañas de las ONG, que consideraban esta táctica la mejor para tocar la fibra de sus potenciales donantes. Este tiempo se ha superado, según explica Josep Giralt, responsable de comunicación de la Fundación Vicente Ferrer (FVF) y de la expresión arriba entrecomillada. El proceso de transformación ha sido lento, desde principios de los noventa, gracias a un cambio en la sensibilidad de los ciudadanos y a “una gran autocrítica” por parte de las organizaciones. Pero la imagen sigue siendo una herramienta potentísima para trasladar mensajes. Es lo que se está debatiendo desde el pasado martes en Barcelona en las I Jornadas de Fotografía Social organizadas por la FVF y el Institut D'Estudis Fotogràfics de Catalunya.
 
Hoy no se busca dar lástima. Lo que se pretende es contar realidades. Y no siempre las más tristes y miserables. Al otro lado del objetivo hay personas y, por muy obvio que parezca, actuar con esta premisa sirve de salvaguarda para un resultado digno y profesional. Lo explicó el fotógrafo argentino Pablo Tosco, que trabaja para Oxfam Intermón desde hace seis años: “Necesitamos empatizar para que el otro te legitime a retratarlo. No se obtiene lo que las personas llevan dentro en un instante, es imprescindible dedicar tiempo”.
 
Paciencia. Un término que parece anticuado y casi incompatible con la avalancha de información cibernética que muchas veces premia al más rápido antes que al mejor. La ha cultivado como pocas Jane Evelyn, 66 años, más de 40 con una cámara, a quien le crispa la simple mención de Internet y la idea de que sus imágenes pululen por la red sin control. Ella, que ha dedicado una década a retratar mujeres en prisiones; ella, que se pasó ocho años viviendo con prostitutas para mostrar su realidad, asegura que alcanzar la intimidad con los fotografiados es fundamental para que la instantánea sea sincera y poderosa. Evelyn, cuyo trabajo sirvió para desterrar algunas prácticas abusivas de las penitenciarías norteamericanas, es muy escéptica cuando se le pregunta si se puede cambiar el mundo con la imagen. “Me conformo con que la gente sea consciente de lo que pasa, de mostrárselo de una manera en la que no lo verían”. Y pone el ejemplo de uno de los proyectos que más le ha marcado: los últimos meses de vida de Jean-Louis, uno de los primeros europeos que, a finales de los ochenta, le pusieron cara al sida, una enfermedad por entonces temible, tabú y muy desconocida. Vivió con él durante semanas para contar que era “una persona”, que la gente con sida “existía y podría ser cualquiera”.
 
Y un concepto tan abstracto y hermoso como la empatía hay que respaldarlo con algo tan concreto y desagradable como la burocracia. Juan Carlos Tomasi, fotógrafo de Médicos sin Fronteras, testigo de un sinfín de conflictos en cada rincón del mundo en el último cuarto de siglo, esgrimía unos papeles en la mano derecha: “Sin esto no hacemos nada”. Eran formularios de autorización que usa siempre que retrata a personas con estigmas sociales (enfermedades, víctimas de maltratos o explotación…).
 
La premisa es que el anonimato y la dignidad no valen menos en unos continentes que en otros. Y que la indignidad no vende más que la riqueza cultural, según contó Juan Alonso, documentalista de la Fundación Vicente Ferrer, quien cree que mostrar la cotidianidad de aquellos a quienes se pretende ayudar debe de ser la aspiración de cualquier organización. Giralt, en esta línea, se mostró autocrítico con el imaginario que se creó con respecto a los países en desarrollo. “Ahora nos planteamos el porqué de cada foto, debatimos hasta la saciedad cuál es la más adecuada, hemos superado el paternalismo y el eurocentrismo a la hora de mostrar lo que sucede en el mundo, pero es un proceso diario que continúa. Todavía queda quien hace espectáculo y busca audiencia con el sufrimiento de los demás, como el programa de Toñi Moreno de Televisión Española”, reflexiona.
 
Las catástrofes, los sucesos, son el caldo de cultivo perfecto para caer en estas prácticas, incluso para profesionales que están concienciados de que deben predicar con el ejemplo contrario. Es el ejemplo de los miembros de Groundpress, un colectivo de fotoperiodistas centrados en temáticas sociales. Ocurrió con las revueltas mineras de 2012, como explicó Arianna Giménez, una de sus integrantes: “Fuimos dos de nosotros a pasar unas semanas con los mineros y cuando volvimos a seleccionar el material nos dimos cuenta de que sólo teníamos neumáticos ardiendo. Existían y había que mostrarlos, pero dábamos la sensación de que un minero es una persona que se dedica a montar barricadas y a tirar piedras, sin fijarnos en el conflicto que hay detrás de eso y contribuyendo al cliché”. Como su objetivo era justamente huir de él, volvieron a pasar un mes con los mineros para buscar otros ángulos.
 
La mayoría de los participantes en las jornadas coincidieron en autoaplicarse una frase de Ryszard Kapuscinski: “Para ser buen periodista hay que ser buena persona”. Publicar imágenes sin implicarse, sin tomar partido, incluso, les resulta casi imposible. Esto lo lleva al extremo el rumano Mugur Varzariu, para quien la cámara es una mera herramienta de cambio, como podría usar otra, como la política. Con 44 años, solo lleva cuatro dedicado a la fotografía y, tras algunas incursiones a realidades lejanas a su país, se dio cuenta que no tenía que salir de sus fronteras para encontrar injusticias en las que mojarse. Es un abanderado de la defensa de las comunidades gitanas, un colectivo maltratado y discriminado en muchos lugares de Rumanía. Al contrario que Jane Evelyn, se muestra convencido de que puede cambiar cosas. Y presume de ello: “Soy el enemigo público número uno de los políticos en muchas ciudades de mi país. Gracias a mis fotos he conseguido movilizar a gente y ONG que no estaban haciendo nada para evitar desahucios y mejorar la vida de muchas personas. Yo, una sola persona”.
 
Dar voz a quien no la tiene, ésa es la idea con la que coincidieron la mayoría de los ponentes. Los cambios y mejoras, si llegan, lo harán después. Primero hay que hacer visibles los problemas.