Los fabricantes de coches resumen su esencia en ese pequeño escudo que preside el frontal de los vehículos. Desde principios del siglo XX (o finales del XIX, en algunos casos), el diseño de estos símbolos ha cambiado notablemente. Así ha sido la evolución en las diez marcas con más ventas en España en 2018, ordenadas según el número de unidades matriculadas.
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Seat // Desde 1953
La marca española empezó a fabricar el Seat 1400 en 1953 con un logotipo alado. La simplificación fue paulatina hasta llegar a la minimalista 'S' actual.
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Volkswagen // Desde 1937
Una de las enseñas que menos se ha transformado con el correr de los años. Siempre han estado presentes la 'V' volk ('pueblo') y la 'W' de wagen ('coche').
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Peugeot // Desde 1889
Con el protagonismo inequívoco del león, la marca francesa ha ido alejándose de los trazos propios de la heráldica para adquirir un aspecto mucho más moderno en su última renovación.
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Renault / Desde 1899
Una de las transformaciones más llamativas entre las marcas generalistas. Los dos primeros logotipos recuerdan a los carruajes más que a los coches y en el tercero aparece un tanque. En 1925 aparece el característico rombo.
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Opel // Desde 1902
El aro con el rayo no varía demasiado desde 1962, pero antes la firma alemana contó con logotipos variopintos, algunos incluso con tintes helénicos.
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Toyota // Desde 1936
Los responsables de diseño de la marca japonesa no se complicaron demasiado hasta 1989. La enseña, con forma aparente de 'T', está formada por tres elipses. Las dos interiores representan el corazón de la marca y el de los clientes; la exterior hace referencia a los valores infinitos de Toyota, según la marca: calidad, alegría por conducir, innovación, seguridad...
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Citroën // Desde 1919
La doble 'v' invertida de Citroën, inconfundible desde 1919, es en realidad un doble chevrón que representa un tipo de engranaje utilizado por André Citroën cuando se dedicaba a fabricar engranajes de acero. La gran rareza es el cisne de 1932.
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Kia // Desde 1944
Probablemente nadie (salvo los muy expertos) piense en un coche Kia cuando vea el emblema de 1964. Desde los noventa, no hay dudas. Desde 2002, enseguida viene Rafa Nadal a la cabeza de los consumidores.
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Hyundai // Desde 1974
La evolución del logotipo vive un antes y un después en 1992. La 'H' adoptada entonces, además de la inicial de la marca, representa a dos personas cerrando un trato.
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Ford // Desde 1903
Una de las marcas con más solera del mundo de la automoción se mantiene muy fiel a su imagen. Desde 1927, el óvalo, el azul del fondo y el tipo de letra se mantienen casi invariables.
Café recién cosechado en Yayu, en el suroeste de Etiopía, la tierra del 'Arabica'. En vídeo, científicos británicos encuentran una planta de café perdida desde 1954.FOTO: A. SCHALLER | VÍDEO: EPV
La mayoría de las especies silvestres están en peligro de extinción amenazando la producción comercial
La mayoría de las especies silvestres de café corren el peligro de desaparecer en las próximas décadas. De algunas solo quedan tres o cuatro plantas y de otras no hay noticias desde hace casi un siglo. Una de las amenazadas es la Coffea arabica, de la que proceden la mayor parte de las variedades cultivadas. Aunque solo tres especies tienen hoy interés comercial, la extinción de solo una de las demás amenaza el futuro tanto del café silvestre como el cultivado.
Casi el 100% de los 10 millones de toneladas de café en grano que se van a cosechar esta temporada son arábica o robusta (Coffea robusta). Hay una tercera especie (Coffea liberica) que se consume en diversas partes de África, pero su principal valor en el cultivo del cafeto es como injerto en el rizoma de las otras dos especies. En la naturaleza, sin embargo, hay mucho más café. Que se sepa, existen al menos 124 especies silvestres de Coffea. Y la mayoría no son originarias de las tierras húmedas de Etiopía. Las hay en Sierra Leona, en el extremo occidental del continente africano, hasta en el estado de Queensland, al este de Australia.
Ahora, investigadores del Real Jardín Botánico de Kew (Reino Unido) han determinado el estado en que se encuentran todas las especies silvestres conocidas de café. Los resultados, apoyados en una década de expediciones sobre el terreno, acaban de ser publicados en Science Advances. De las 124 especies, 75 están amenazadas (el 60%), según los criterios establecidos por la Lista Roja Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
"Entre las especies amenazadas de extinción están aquellas con potencial para ser usadas en el cultivo y desarrollo de los cafés del futuro"
AARON DAVIS, REAL JARDÍN BOTÁNICO DE KEW
El porcentaje de amenazadas sube hasta el 70% si se descuenta del total la casi veintena de especies de las que no hay datos fiables. De 14 no hay información reciente, en buena medida debido a las guerras que han impedido su estudio. De algunas, hace más de un siglo de las que no se tienen noticias y de cinco, todas asiáticas, solo hay pruebas en los herbarios occidentales. Del total, 13 están en peligro crítico de extinción y solo 35 han sido catalogadas como no amenazadas. Aunque el riesgo se da en todo la distribución geográfica del café silvestre, el drama se concentra en Madagascar, con 43 especies amenazadas, Tanzania, con 12, y Camerún, con siete.
"Entre las especies amenazadas de extinción están aquellas con potencial para ser usadas en el cultivo y desarrollo de los cafés del futuro", dice el responsable de la investigación del café en Kew principal autor del estudio, Aaron Davis. No se trata solo de que salvar una especie de la desaparición sea un valor en sí mismo, es que, aún sin tener interés comercial hoy, muchas de ellas pueden aportar resistencia a las enfermedades o ser capaces de enfrentar las cada vez más complicadas condiciones climáticas. "El aprovechamiento y desarrollo de los recursos del café silvestre podrían ser determinantes para la sostenibilidad a largo plazo del café", añade Davis.
Los autores del estudio clasificaron todas las especies en tres grupos según su actual y previsible relevancia futura para el cultivo comercial del café. En un primer grupo situaron a las parientes silvestres del arabica, el robusta y el liberica, además del Coffea eugenioides, un antecesor del primero. Su cercanía genética con las especies comerciales las convierten en reservas vitales para la renovación de su acervo genético. En un segundo grupo incluyeron 38 especies que, aunque no hibridan de forma natural con las comerciales, sí podrían aportar mejoras en resistencia, aromas, rendimiento... mediante las modernas técnicas agronómicas. En el último grupo hay 82 especies sin interés comercial ahora, aunque podrían ser aprovechables gracias a la ingeniería genética.
La principal especie amenazada, del primer grupo, es la arabica, sobre la que se basa el cultivo del café. Del segundo grupo, hay otras 23 especies en peligro. Y del resto, otras 51 especies. Para comprender el alcance de estas cifras y porcentajes, se pueden comparar con el estado general de la conservación de las plantas. Mientras que en el conjunto del reino vegetal, solo el 22% de las especies están amenazadas, lo están casi tres de cada cuatro cafeteras.
Entre las causas hay una natural y el resto de origen humano. La primera es la propia rigidez biológica del café. A pesar de que las variedades comerciales están presenten en todas las regiones tropicales del planeta, la mayoría de las especies silvestres se dan en franjas geográficas reducidas y localizadas, muy adaptadas a las condiciones locales. Por eso, perturbaciones humanas como la pérdida del hábitat, el avance de la agricultura o efectos del cambio climático como la reducción de la temporada de lluvias y el aumento de los días de calor, están afectando la resiliencia de los cafetales silvestres.
"En el café el tema es crítico. Solo hay dos especies que se usan comercialmente y de estas se utiliza solo una pequeña parte de la variablidad genética", recuerda el director del Centro Nacional de Investigaciones de Café de Colombia (Cenicafe), Álvaro León Gaitán, no relacionado con este estudio. "El problema es que en la medida en que cambian las condiciones de cultivo, toca cambiar las plantas y la poca diversidad genética utilizada en las variedades comerciales no da para seleccionar nuevos tipos de plantas", añade. De ahí la importancia de las especies silvestres, que pueden tener genes con respuestas a estos problemas. "Sin embargo, en el caso de arabica, se han degradado los bosques naturales de Etiopía y Sudán del Sur donde se originó la especie, por lo que se debe recurrir a las colecciones de germoplasma que se recolectaron en los años 60", completa el responsable de Cenicafe.
Aunque solo hay tres especies con interés comercial, en la naturaleza hay más de un centenar de especies de café
Pero el problema de la conservación in situ se agrava porque muchas de las especies silvestres no tienen copias de respaldo fuera. Buena parte de la biodiversidad vegetal (y animal) cuenta con estrategias de conservación ex situ. Ya sean los decimonónicos jardines botánicos, los herbarios o los bancos de semillas o de germoplasma, en varios sitios del planeta se guardan recursos de la mayoría de las plantas de interés para los humanos. Aquí, mientras el 71% de los 63 principales cultivos humanos cuenta con alguna copia de seguridad, solo la tienen un tercio de las especies cafeteras.
"A diferencia del frijol o el maíz, la viabilidad de las semillas de café se reduce significativamente si estas son secadas y congeladas (el embrión muere)", recuerda la investigadora del Global Crop Diversity Trust, Nora Castañeda, autora de aquel estudio con los 63 principales cultivos. "Por eso, es necesario contar con otras alternativas para la conservación de estos recursos genéticos, como los bancos de germoplasma de campo, cultivos in vitro, criopreservación, parques naturales e incluso en las mismas fincas de los productores", añade la científica colombiana. El objetivo de esta organización internacional, con sede en Bonn (Alemania) es preservar la diversidad de cultivos para proteger la seguridad alimentaria mundial.
Para Castañeda, los resultados del estudio (en el que no ha intervenido) son un reflejo del estado de vulnerabilidad de la vida silvestre en el planeta en general. "Sin embargo, no deja de sorprender que los parientes del café se encuentren dentro del grupo de plantas con mayor riesgo de extinción y que, además, son vulnerables pues carecen de acciones concretas para su conservación", dice en un correo. En 2017, en colaboración con el World Coffee Research, su organización publicó una estrategia global para la conservación del café. Estimaron que haría falta apenas un millón de dólares (880.000 euros) para "conservar en perpetuidad recursos genéticos de café que en este momento se encuentran en colecciones clave", destaca la científica colombiana.
Los 40 finalistas que aspiran al Premio Mies van der Rohe, entre ellos seis proyectos en España y tres estudios revelan cómo se está reparando y reinventando el continente
La arquitectura siempre ha reflejado el poder. Por eso la más sobresaliente que se levanta hoy en Europa lo primero que plantea es quién y qué es el poder. En la respuesta convive la opción de sedes icónicas —como la que Bjarke Engels ha levantado para la empresa Lego en Billund, Dinamarca— con la de viviendas sociales —como las que el estudio IBAVI ha construido en Formentera—. Si el danés ha jugado a gran escala con el producto que fabrica su cliente para dibujar su edificio, los españoles han definido su postura empleando exclusivamente materiales de la isla. Han asumido que, aunque esa decisión pueda comportar un retroceso tecnológico, su arquitectura quiere reivindicar la memoria, crear puestos de trabajo y poner al día la tradición constructiva local. Entre esos dos polos, el galardón que concede la Unión Europea, el Mies van der Rohe, trata de definir la mejor arquitectura continental. Ayer se conocieron los 40 finalistas. Cuando el premio se falle, en primavera, resultará inevitable no leerlo como toma de postura.
Vivimos en el continente más urbanizado del mundo. Sin embargo, Europa está lejos de ser una región ya construida por la sencilla razón de que una ciudad nunca deja de reconstruirse. Es la transformación continua —y la capacidad de asimilar esos cambios— lo que define las urbes. Seguramente por eso entre los finalistas al Mies van der Rohe las intervenciones más sobresalientes son fundamentalmente reparadoras, de alto impacto cívico, con frecuencia pioneras y, mayoritariamente, con vocación social. Los arreglos que proponen son a veces energéticos, otras arquitectónicos, muchas veces urbanísticos y casi siempre de espacio público. El resultado puede reconvertir la arquitectura en topografía —como sucede en la nueva Terminal de Cruceros de Lisboa que Carrillo da Graça ideó como plaza pública junto al Tajo—. O puede transformarla en invento -como ocurre en la intervención para mejorar el aislamiento, sanear las fachadas y aumentar el espacio habitable de 530 viviendas de Burdeos con la que Lacaton-Vassal y Durot han dado otra impagable lección de ética, vocación, prioridades y falta de ego en el Grand Parc de la ciudad francesa-.
La progresiva peatonalización de orillas y centros urbanos ha resultado en notables espacios públicos. Algunos tradicionales, como la plaza Skanderbeg de Tirana (Albania), y otros novedosos como el graderío de viviendas que convive con comercios que Brandlhuber y Emde, Burlon, Muck Petzet han diseñado en Berlín. Sin embargo, es evidente que esa búsqueda de espacio para los peatones no está exenta de la necesidad de hacer un hueco a las crecientes cifras de visitantes de las ciudades europeas que han aceptado el turismo —y sus consecuencias— como su principal industria.
Por su parte, la arquitectura española sintetiza todas esas corrientes y añade cuestiones propias. De los seis proyectos finalistas erigidos en España, el más icónico —el sobresaliente auditorio de Plasencia de Selgascano— está lejos de ser una obra nueva. Lleva más de una década levantado aunque se haya inaugurado hace poco. Así, un hito arquitectónico internacional testimonia la falta de previsión de tantos políticos españoles a la hora de realizar encargos y pensar en su mantenimiento. El resto de los proyectos nacionales deja ver la búsqueda de una materialidad menos formal y una progresiva reducción de acabados que caracteriza la obra de H Arquitectes, doblemente finalistas, o el ingenio de García Germán al convertir un vivero de hidroponía levantado en un "no lugar" junto a una autovía madrileña en un ejemplo de arquitectura sostenible.
Otro atributo nacional es la cantidad de profesionales que han tenido que emigrar o han salido a trabajar. Entre la clase A de ese grupo, la Facultad de Radio y Televisión de Katowice, en Polonia, del estudio barcelonés BAAS demuestra cómo la celosía puede construir un tejido urbano. En Tallin (Estonia) Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano envuelven las fachadas de vidrio del sinuoso Centro de Música Arvo Pärt con un bosque de abedules y en Gante, RCR ha elegido una estructura metálica para levantar, en contraste con la ciudad antigua, la biblioteca De Krook junto al puerto.
Reparando, reinventando o poniéndose al servicio de lo que existe, la mejor arquitectura europea se aleja cada vez más de la voluntad de impactar para transformarse en un elemento de cohesión urbana. Así, entre tanta reparación y reinvención, se diría que la propia disciplina quiere reconvertirse en argamasa para unir la cada vez mayor pluralidad de las ciudades de un continente en crisis.