- No solo los empleos poco cualificados están en riesgo...
- ...también algunos de los perfiles tecnológicos más demandados peligran
Si crees que todas o parte de las funciones que realizas en tu trabajo podrían ser desarrolladas por una máquina en un futuro cercano, tienes un problema. Pero no, como seguramente creas, por la llegada de la tecnología en sí (más tarde o más temprano, eso va a ocurrir de todos modos). El problema lo tendrás si en el tiempo que tarda ese robot o esa Inteligencia Artificial en asumir tus tareas tú y tu empresa no os preocupáis de encontrar nuevas maneras en las que puedas seguir aportando valor a tu puesto. En esa metamorfosis laboral unas profesiones lo tienen más fácil que otras. Y algunas disponen de mayor margen para completar esa adaptación a un nuevo concepto de empleabilidad.
Según datos del Foro Económico Mundial, en 2025 se habrán destruido 75 millones de empleos en todo el mundo como consecuencia de la digitalización. Que no cunda el pánico. El mismo informe asegura que también se crearán otros 133 millones de puestos en nuevas profesiones. Este baile de cifras podría cambiar de ritmo por culpa de la pandemia. "La crisis del covid-19 está acelerando la automatización. Ya no es solo una cuestión de productividad o eficiencia, sino de seguridad. Porque ni robots ni algoritmos corren riesgo de contagiarse ni de contagiar a otras personas. Y, además, muchos procesos automatizados son susceptibles de ser gestionados a distancia, lo que supone una ventaja en este contexto que nos fuerza a trabajar en remoto", argumenta Santi García, cofundador de Future for Work Institute.
Ana Abade, analista senior de Políticas Públicas de Google, recuerda que no se trata de un fenómeno nuevo. "Llevamos siglos viviendo con la automatización del trabajo, y en todo este tiempo las máquinas han sido y son nuestras aliadas y nos han ayudado a ser más eficaces, certeros y ágiles". Esta experta cree que, a pesar de la alarma que puede despertar el proceso, en el largo plazo será beneficioso. "Las revoluciones generan disrupciones, y esta no es diferente. Pero por cada empleo nuevo en una compañía de alta tecnología, se crean 5 puestos de trabajo adyacentes en su comunidad", asegura. Mejoras en la productividad y en los salarios, más tiempo libre, menos riesgo y mayor calidad de vida son, para Abade, otras de las promesas que la digitalización trae al trabajo del futuro.
De acuerdo, el mundo seguirá su curso. Pero eso no impide que muchas personas tengan el susto metido en el cuerpo. Especialmente si uno se encuentra entre ese 14% de puestos que, según la OCDE, tienen un alto riesgo de automatización. Los trabajos mecánicos y repetitivos son los que más papeletas han comprado para ese sorteo. "En los próximos años asistiremos a una digitalización de muchas funciones que antes se realizaban de manera presencial. Todo lo que pueda ser automatizado, lo será", augura Pilar Llácer, profesora de EAE Business School. Los cambios en los hábitos de consumo juegan su papel en este proceso. Porque "hemos evolucionado hacia el autoconsumo y donde antes necesitábamos acudir a una ventanilla o una caja para adquirir unas entradas o pagar un producto, ahora preferimos hacerlo nosotros mismos por Internet", añade.
Más que profesiones, lo que ahora mismo permite automatizar la tecnología son tareas
Los expertos aclaran que más que profesiones, lo que ahora mismo permite automatizar la tecnología son tareas. En unos casos más que en otros. "Una profesión corre más o menos riesgo de desaparecer como actividad humana en función de en qué medida las tareas que la componen puedan ser automatizadas", resume Santi García. Esto podría ofrecer una valiosa pista al profesional acerca de cuál es el nivel de peligro que corre su puesto de ser amortizado.
Si no fuera porque, advierte García, los avances tecnológicos en Inteligencia Artificial no paran de desplazar esa frontera ."Esta tecnología permite ya la automatización de prácticamente cualquier tarea que consista exclusivamente en explotación de datos. Lo que explica que profesiones como traductor, radiólogo o ciertos trabajos en el sector financiero aparezcan hoy entre las profesiones que corren más riesgo de desaparecer".
Así que quien crea que la automatización es solo un problema de los trabajos poco cualificados o de los iletrados digitales se equivoca. Un caso paradigmático es el de una de las posiciones estrellas del actual mercado laboral: especialista en big data. Se da la paradoja de que estos hoy cotizados profesionales podrían acabar siendo remplazados por las mismas sofisticadas máquinas que ellos diseñan. "Un técnico de big data vuelca en un programa las fuentes de datos para construir un algoritmo de Inteligencia Artificial. Pero, gracias al machine learning, ese algoritmo aprende por el camino, por lo que llegará un momento en el que ya no necesitará al programador para hacer ese trabajo", alerta Pilar Llácer.
En el otro extremo, aun a salvo de la amenaza robótica, se mantienen determinadas profesiones en las que la intervención humana conserva intacto su valor. "Tareas con una alta interacción social, que impliquen creatividad y pensamiento estratégico o que exijan un alto nivel de destreza en entornos desestructurados", sintetiza Santi García. Dentro de esos parámetros entrarían "cuidadores de personas dependientes, peluqueros, trabajadores sociales, enfermeras, CEOs, etc.".
Distinta velocidad
En algunos casos la automatización va más despacio de lo esperado. El alto coste de la tecnología, su dificultad o las reticencias sociales están retrasando ese proceso. "Hace cinco años parecía que los coches autónomos ya formarían parte del paisaje de nuestras calles y carreteras, pero no es así. A veces subestimamos la complejidad técnica de este desafío. Y sobre todo, la importancia de un aspecto clave para que la automatización de una tarea sea haga realidad: la confianza de sus usuarios y de la sociedad en general", reflexiona el cofundador de Future for Work Institute.
Más rápido o más despacio, lo que es seguro es que en todas las profesiones se utilizarán herramientas digitales en alguna medida. "Un guarda forestal no podrá dejar de ir a un bosque para ver en primera persona cómo está el terreno, pero probablemente podrá ayudarse de la Inteligencia Artificial para saber si un árbol tiene una enfermedad determinada o cómo podría ser la proyección del avance de una especie invasora", ilustra.
En esa convivencia con lo digital, Abade piensa que es fundamental preparar a nuestra sociedad para que nadie se quede atrás. "Hay que cambiar la mentalidad y apostar por la formación a lo largo de la vida y por las habilidades blandas para conectar con lo que nos hace verdaderamente humanos".
"El trabajo ni se crea ni se destruye, solo se transforma", asevera Pilar Llácer. Según la profesora de EAE Business School, el verdadero giro copernicano llegará "cuando empresas y trabajadores hagan la reflexión de cómo esos profesionales cuyas tareas son automatizadas pueden seguir aportando valor al puesto con nuevas funciones". El objetivo final, continúa, es "alcanzar una empleabilidad sostenible que permita tener siempre unas competencias atractivas para el mercado de trabajo aunque este cambie".
"Ya no es una cuestión de si personas y tecnología pueden convivir, sino que va a ser imprescindible que lo hagan"
La convivencia entre humanos y máquinas se perfila como el gran desafío laboral de los próximos años. "Ya no es una cuestión de si personas y tecnología pueden convivir, sino que va a ser imprescindible que lo hagan", apunta Santi García. Este experto reclama aparcar las visiones de confrontación y empezar a hablar en clave de sinergias. "Humanos y máquinas funcionamos de forma distinta y tenemos diferentes fortalezas. El futuro del trabajo pasa por una inteligencia híbrida (artificial + humana) que será capaz de llegar adonde no podrían hacerlo ni los algoritmos ni los humanos de manera individual".