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Un niño empuja una carretilla en un barrio pobre de Bogotá (Colombia)
Crece un 7% el número de niños empleados en el mundo.
Los cuatro hijos de María Victoria, de entre 8 y 14 años, saben cómo husmear entre la basura en busca de plásticos y chatarra para reciclar. Esta actividad ha sido, durante años, la base de la economía familiar. María Victoria evita hablar del padre de los críos. Viven en Ciudad Bolívar, la barriada de Bogotá (Colombia) con los índices más altos de pobreza de la ciudad. Allí, la Cámara de Comercio de la ciudad indica que el 20,6% de los hogares tiene necesidades básicas insatisfechas.
Para mantener a sus familias, miles de niños del suburbio trabajan en los vertederos. Jonatan, el hijo mayor de MaríaVictoria, saca en un buen día de trabajo entre 20.000 y 30.000 pesos colombianos (de 9 a 13 euros). "No hay otra salida", justifica la madre.
En todo el mundo, el trabajo infantil afecta a 215 millones de menores, según el último informe de la OIT, UNICEF y el Banco Mundial, con datos de 2008. La cifra es un 3% inferior al registro anterior, de 2004, cuando se contabilizaron 222 millones. Por sexos, la evolución ha sido dispar. Durante estos cuatro años, el total de chicas empleadas con una edad inferior a la legal de cada país disminuyó un 15% (15 millones); al tiempo que aumentó el número de niños un 7% (ocho millones).
El regreso a las aulas
La casa de María Victoria cumple el perfil de los millones de chabolas que han brotado en los últimos años en la periferia de las capitales latinoamericanas. Chapa y ladrillo. Semidestartalada, con agujeros como puños en las paredes y animales correteando entre los trastos, acoge también a la familia de su hermana. Los colchones están abombados hacia el suelo y las bombillas cuelgan de cables desnudos.
Dos de los hermanos de Jonatan, la pequeña Caterina, de 8 años, y Dairon, de 12, han logrado reengancharse al sistema educativo con becas del programa Proniño, de la Fundación Telefónica, que ha entregado 180.000 este año en toda América Latina. La organización ofrece a las familias dos comidas diarias, material y uniformes escolares. Es la mayor entidad privada que trabaja en este sector en el subcontinente. Su fórmula es similar a la de Bolsa Familia, un plan que puso en marcha Lula da Silva en Brasil en 2003, que ofrece diez euros al mes por niñoescolarizado (sólo pueden faltar al 15% de las clases) y ha sacado de la pobreza a 20 millones de brasileños.
El objetivo de Naciones Unidas de erradicar la pobreza infantil del mundo antes de 2015 se volatilizó a los pocos años de ser propuesto. Ahora, la nueva meta de los organismos internacionales es acabar con las "peores formas de trabajo infantil", aquellas que les exponen a abusos físicos, psicológicos o sexuales.
Una de las peculiaridades de los suburbios de Colombia es la presencia de desplazados por los conflictos y las amenazas de guerrilleros y paramilitares. En este país, las peores formas de trabajo infantil están vinculadas a los conflictos armados, la explotación sexual o la participación en distintas actividades ilícitas.
El 6,9% de los colombianos de entre 5 y 17 años trabajó más de 25 horas semanales en 2007, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística.
Jornada laboral más corta
Por las calles de Ciudad Bolívar proliferan los vendedores infantiles de chocolatinas, tabaco o pañuelos, en los semafóros y en los arcenes. También dentro de los comercios. Tras el mostrador de una tienda de ultramarinos, Lina, de 11 años, explica que a su padre lo mataron los paramilitares "hace cinco años, en las montañas".En 2007 llegó desplazada a Ciudad Bolívar con su madre y sus tres hermanos. "Trabajo porque mi mamá no puede conseguir dinero para todos. Quiero ir al colegio con los otros niños, pero tengo que ayudar", se justifica. La jornada de trabajo de Lina es de nueve horas.
Si los padres aluden no poder sostener la economía familiar sin la aportación de sus hijos, el programa Proniño trata de reducir, al menos, el número de horas para que puedan ir a la escuela. Por esto, varios colegios de la barriada tienen turnos de mañana, tarde y noche. "Aun así, los que consiguen ir al colegio, se pelean por el turno de mañana porque, tras la puesta de sol, la barriada es muy peligrosa y no podrían ir a clase", explica una profesora.
Por DANIEL AYLLÓN from publico.es 05/12/2010
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