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Tokio considera que la actitud de Pekín constituye una "preocupación global".
Japón lo tiene muy claro. La escalada militar de China es una "preocupación global" y una amenaza para la estabilidad de la región. Por eso, Tokio admitió ayer sin reparos que va a reforzar sus tropas en el sur del país, modernizar sus aviones de caza y aumentar su flota de submarinos con el único objetivo de contener la expansión de Pekín.
"Hemos sido capaces de sacar adelante una política de defensa apropiada para el duro entorno de seguridad y para la nueva era", indicó el ministro Defensa, Toshimi Kitazawa, en referencia a la nueva Directriz para el Programa Nacional de Defensa, aprobada por el primer ministro Naoto Kan y que define la política militar japonesa para los próximos cinco años y la dota con 212.000 millones de euros.
De forma sutil, lo que vino a decir Kitazawa es que Rusia ya no supone ningún peligro. En el siglo XXI, la potencia a contener es China.
A Japón le incomoda ver cómo Pekín incrementa su presupuesto militar cada año, cómo se adueña silenciosamente de los mares y, sobre todo, cómo hace todo eso sin desvelar la magnitud de su gasto militar. "Estos movimientos, unidos a la falta de transparencia en sus asuntos de seguridad y armamento, se han convertido en un motivo de preocupación", señaló el Gobierno japonés en un informe.
El régimen comunista no tardó en responder a la provocación. Jiang Yu, portavoz de Exteriores, aseguró que el desarrollo militar chino es pacífico y no supone una amenaza para nadie. "Ningún país tiene derecho a autoproclamarse representante de la comunidad internacional y hacer comentarios irresponsables sobre el desarrollo de China", criticó en un comunicado.
China y Japón, eternos rivales y enemigos íntimos desde la segunda invasión japonesa de China (guerra que se libró entre 1937 y 1945), han vuelto a resucitar su odio recientemente, a raíz de la disputa territorial sobre unos islotes en el Mar de China Oriental a los que se presuponen grandes reservas de gas natural.
Islas en disputa
Las islas Senkaku (Diaoyu para China) están actualmente bajo soberanía japonesa gracias a una resolución de la ONU promovida por EEUU, pero Pekín insiste en que forman parte de su nación histórica. La colisión en septiembre de un pesquero chino con una patrullera japonesa, que terminó en la detención de toda la tripulación china, prendió el fuego y estuvo a punto de romper los lazos diplomáticos entre ambos países.
Lo que la nueva directriz no cambia es la consideración de EEUU como un aliado "indispensable" para la seguridad nacional. Washington mantiene a 47.000 soldados en el país, casi todos en la polémica base de Okinawa.
Tokio tampoco olvida en su nuevo tablero militar a Corea del Norte, a quien considera "amenaza a corto plazo". Para ello, modernizará y ampliará su equipo de misiles defensivos en previsión a un posible ataque aéreo de Pyongyang.
Sin embargo, el régimen de Kim Jong-il parece más centrado en su vecino, Corea del Sur. Seúl iniciará hoy unas maniobras militares en la isla de Yeonpyeong, las primeras desde que fue bombardeada por el Norte hace tres semanas. Ayer, Pyongyang elevó la tensión al advertir de que si estos ejercicios tienen lugar, "la intensidad y alcance de la situación será mucho más seria que la del 23 de noviembre".
18/12/2010 Por DAVID BRUNAT from publico.es
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