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Es verdad, los españoles no somos precisamente políglotas.
Nuestro sistema educativo es deficiente en la enseñanza de las lenguas extranjeras. Y el prestigioso New York Times llegaba a ridiculizarnos por ello (tal y como publicó El Confidencial el pasado 30 de marzo) porque suponía una contradicción que nuestros compatriotas saliesen al mercado de trabajo en otros países sin dominar el inglés, que es la lengua del imperio. La verdad, la diga Agamenón o su porquero. Pero en este caso, el NYT no es ni el uno ni el otro, sino un prestigioso periódico norteamericano que carece de cualquier tipo de autoridad para denuncias -menos aún ridiculizaciones- de esta naturaleza. Porque si algún país es ejemplo de torpeza en el manejo de lenguas extranjeras, de deficientísimo conocimiento de geografía y de historia y, en definitiva, de una cerrada endogamia es, precisamente, Estados Unidos.
Veamos dos ejemplos de la suprema incoherencia de la crítica del NYT. De los tres últimos embajadores enviados por el Gobierno de los Estados Unidos -tanto de Bush como de Obama- sólo Eduardo Aguirre, de origen cubano, hablaba español. Gran embajador, por cierto. Ni su antecesor Georges L. Argyros (2001-2005), ni su sucesor y actual embajador, Alan Solomon (en Madrid desde enero de 2010), son capaces de mantener una mínima conversación en español. Enviar a un país como España embajadores -diplomáticos no profesionales- que desconocen por completo el idioma vernáculo resulta, en el mejor de los casos, una impertinencia y, en el peor, una prepotencia difícil de digerir. Más aún cuando en los Estados Unidos hay nada menos que 45 millones de hispano hablantes, es decir, que el español es el idioma más extendido después del inglés. Según previsiones realizadas en su momento por el Secretario General de la Asociación de Academias de la Lengua Española, Humberto López, en 2050, Estados Unidos será la primera nación de hispanohablantes con 110 millones. En estas circunstancias parece un poco arriesgado formular según qué críticas.
Pero hay algo aún peor: que desde el NYT se critique nuestro sistema educativo tan ineficaz para el aprendizaje de idiomas debería acompañarse de la noticia de que en su país existe, y persiste con muy buena salud, el denominado English OnlyMovement que propugna que sólo el inglés sea oficial en los Estados Unidos y cuyos militantes más aguerridos se niegan no sólo a aprender español para comunicarse mejor con sus compatriotas de habla hispana, sino que propugnan una política asimilista en función de la cual los hispanos deberían olvidar el español, no transmitírselo a sus hijos y entregarse por completo al inglés.
Por lo demás, quizás los periódicos británicos no estén particularmente de acuerdo con el NYT acerca de la inhabilidad de los españoles para el aprendizaje de idiomas: Ferrovial, Santander, Iberia, Iberdrola… y un buen número adicional de empresas españolas han desplazado allí directivos y ejecutivos que en Londres han formado una colonia profesionalmente puntera y socialmente relevante cuyas habilidades en la lengua inglesa nadie pone en duda. Por otra parte, compañías británicas con pedigrí tienen a españoles en la primera fila de la gestión: Palamon Capital Partnets, Barclays Capital, Goldman Sachs, Blackstone o Trilantic Capital Partners, entre otras.
Nuestro problema no consiste sólo en que el sistema educativo sea ineficaz en la enseñanza de idiomas (inglés, francés, alemán y hasta chino), sino que nuestra capacidad de exportación de centros y facilidades para el aprendizaje del español es deficiente. Aunque el esfuerzo del Instituto Cervantes es encomiable -y en otro orden, también de la Comunidad de Madrid- se necesita mucho más. Y finalmente, un cierto paliativo: hoy por hoy, con el español, hablado por 400 millones de personas, se puede ir muy lejos y así se difumina falsamente la perentoriedad de aprender lenguas extranjeras. A los norteamericanos -que conforman una sociedad monolingüe porque el inglés es la lengua franca- la propia potencia de su idioma les disuade de esforzarse en aprender otras. Por eso, enviar embajadores a Madrid ignorantes del español les parece natural. Quizás el NYT podría tener en cuenta estos datos.
Por José Antonio Zarzalejos from elconfidencial.es 06/04/2011
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