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Las ventajas de tener un jefe emblemático como Jack Welch o Steve Jobs se pueden tornar en problemas. La figura gigante de estos líderes provoca un eclipse de talento en la organización, que queda atrofiada y muchas veces es incapaz de responder a la marcha de estos dirigentes.
Habíamos hablado de los jefes tóxicos. La historia de las compañías está llena de casos de líderes con un currículo plagado de acciones poco éticas; empeñados en su bonus o en políticas de recorte de gastos y personal; ineptos, maltratadores profesionales, incapaces de reconocer errores, incluso aunque éstos cuesten miles de millones de euros y centenares de despidos.
Ahora toca el turno de los líderes icono. Suena bien, pero es un arma de doble filo. Puede que usted haya estado disfrutando durante años de un jefe modélico para su empresa. Lo que se conoce como un líder icono. Si es así, sería bueno que hubiera aprovechado el tiempo y todas las ventajas, porque cuando el gran lider no esté, llegarán tiempos peores.
Muchas compañías que han disfrutado de este liderazgo icónico se han venido abajo precisamente por la incapacidad para encontrar un reemplazo adecuado. Edward E. Lawler, professor de negocios de la Marshall School of Business en la University of Southern California, explicaba recientemente en Forbes que la presencia continuada de estos líderes icono puede provocar un pobre desarrollo del liderazgo en el resto de la compañía. Un letargo que conduce a problemas graves de sucesión.
Este liderazgo emblemático implica que aquellos que lo ejercen pasen muchos años como CEO, influyendo en el diseño, las operaciones y la estrategia de las compañías que dirigen. Su forma de gestionar queda institucionalizada y resulta casi imposible encontrar nuevos líderes que los reemplacen.
Hay muchos ejemplos que muestran lo difícil que resulta sustituir a un líder icono. General Electric no lo logró desde la marcha de Jack Welch. Y Polaroid cayó en barrena pocos años después de que su fundador, Edwin Land, se retirara. También Disney estuvo dando palos de ciego durante muchos años tras la muerte de Walt, su fundador, y ni siquiera su sobrino Roy pudo imitar el estilo del creador de la compañía del ratón.
Según Lawler, "estos líderes emblemáticos (iconos) crean roles insostenibles de liderazgo en sus compañías". La alternativa a los icónicos está un modelo de líder sostenible, que tiene mucho de participativo, de hacer posible que los miembros de la organización puedan demostrar una conducta de liderazgo y no sean meros empleados dependientes de un CEO que proporciona de forma exclusiva la dirección, la misión y los objetivos de la compañía. Encontrar un sustituto en este modelo es mucho más sencillo. Bill Gates lo logró en Microsoft.
¿Y usted? ¿depende de un jefe icono o de uno sostenible? Su futuro puede depender de ello.
Por Tino Fernández from expansión.com 03/06/2011
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