jueves, 28 de julio de 2011

La Costa Azul: ¿y si el paraíso estuviera en Francia?


Foto from livingviajes.com

Destino de la ‘jet set’, esta región del sur del país combina ‘glamour’, cultura, sol, buena comida y playa.
Son los símbolos nacionales por excelencia, los iconos de puertas para afuera y los lugares más sobados por las cámaras foráneas, pero los encantos del país vecino no acaban en la Torre Eiffel y EuroDisney. Empiezan casi en nuestra frontera: junto a los Pirineos catalanes. De nacionalidad francesa pero con madre casi española, la Costa Azul garantiza al turista todo aquello que París no le puede dar: costa y buen tiempo. Un lujo cercano que merece la pena conocer.
Habitualmente territorio de la jet set, esta zona de la geografía gala es una postal de riqueza y glamour: playas exclusivas al alcance de pocos, impresionantes yates donde pegarse un chapuzón en alta mar y hoteles que arropan al turista en sábanas de satén.
Escenario cinematográfico y deportivo, son sus festivales y actividades culturales invernales las que le han dado fama mundial. En el terreno de juego, el Gran Premio de Mónaco, y en el cultural, el Festival de Cine de Cannes, el carnaval de Niza o los certámenes de música en esta última ciudad y en Juan les Pins son algunos de los eventos que han elevado el ya alto caché de la región.
Reclamos universales
En verano son sus estaciones balneario, sus costas, las actividades náuticas y sus trazados históricos los que garantizan la diversión, abierta en este caso a todos los públicos. Porque aunque se trata de una de las zonas más exquisitas y prohibitivas de la geografía francesa, la Costa Azul también se ofrece a otros bolsillos e intereses. Lejos del lujo inmobiliario monegasco, de la elite de Saint-Tropez y del glamour cinematográfico de Cannes, la buena comida y el clima soleado se convierten en reclamos universales válidos para todos los viajeros.
Sobre la arena, la región cuenta con playas de gran belleza como las de guijarros de Niza o Menton o las de arena de Antibes y Cannes. Saint-Tropez, con su lujo casi mítico, merece un capítulo aparte. Repleta de clientela adinerada, en esta localidad paradisíaca el sol no se toma sobre la grava sino en la cubierta de un yate.
Sobre el mapa, en ciudades como Cannes o Mónaco se esconden tesoros arquitectónicos que el lujo se ha encargado de enmascarar pero que conviene la pena visitar. Además, estos destinos también son cuna del arte. Picasso, Matisse o Chagall se inspiraron en la luz del sur galo para parir sus magníficas obras. Si antaño fue el territorio de experimentación de los más grandes artistas, hoy es también espacio de inspiración para los creadores contemporáneos.
Paraíso culinario
Homenaje para la vista, la Costa Azul es también un placer para el paladar. Esta zona acapara un buen puñado de restaurantes con estrellas Michelin y este año cinco de las medallas concedidas fueron a parar a sus ciudades. Mónaco es la urbe más laureada en este sentido y también la más cotizada, pues tiene 26 restaurantes con tres estrellas, 77 con dos y 455 con una.
En esta ruta hedonista de regalo a los sentidos hay que hacer parada obligada en Grasse, en este caso para deleitar el olfato. Al norte de Cannes se sitúa la capital del perfume, donde el turista puede confeccionar su propia esencia a su gusto. El famoso libro de Patrick Sunskind, El perfume, se inspiró en su suelo y allí también Chanel creó su célebre Chanel número 5.
Además de Grasse, y tomando como punto de partida urbes grandes como Niza, Cannes o Antibes, el mapa de la Costa Azul permite hacer pequeñas escalas a otras medianas pero de singular encanto como Cagnes sur Mer o Villeneuve Loubet. Alrededor de la ciudad de las estrellas se articula una galaxia de pequeños pueblos medievales como Biot, Saint Paul de Vence, Gourdon o Colle sur Loup.
Segunda ciudad más grande de la región, Niza es otra de las paradas imprescindibles. El encanto de su casco antiguo, con sus calles típicas y sus playas de piedra en pleno centro, atrae cada año a miles de ricos, mientras que su Promenade des Anglais es una de las calles más famosas de Francia.
Desde estas ciudades se puede saltar a Villefranche, Cap Martin, Menton o Saint Jean Cap Ferrat. Situada entre Niza y Mónaco, esta última localidad es uno de los destinos vacacionales preferidos de los millonarios. Antaño pequeño pueblo de pescadores hoy compite en lujo con ricas consagradas como Saint-Tropez o Mónaco. Esta zona conserva, sin embargo, la esencia de esta región, lejos del bullicio de Saint-Tropez, capital de la fiesta, o del exceso urbanístico del Principado.
La Costa Azul también es lugar para la práctica del deporte, tanto en tierra como en mar. El amante del ejercicio puede recorrer sus parques nacionales a pie o navegar por sus aguas al mando del timón. Los que no soporten el calor pueden refugiarse en alguna de las 15 estaciones de esquí y deslizarse por sus más de 700 kilómetros de pistas. Incluso en verano, aunque no sea tiempo de sacar los esquíes, se pueden pasar unos días en un refugio de montaña en lugares como Saint Martin Vesubie, la pequeña suiza gala.
Niza y Cannes son las favoritas de los turistas
La Costa Azul es uno de los destinos vacacionales preferidos por los turistas nacionales y foráneos. El año pasado la región de Provenza-Costa Azul hizo una caja de 10.000 millones de euros en ingresos. A esto se añaden los 145.000 empleos creados al calor del sol y tumbona.
No sólo los ciudadanos nacionales optan por recargar fuerzas en esta región. Los extranjeros son cada vez más numerosos y representan el 50% de las estancias. El año pasado siete millones de no nacionales eligieron esta zona como destino vacacional.
Los italianos son los que más prendados están de los encantos del sur galo. En 2010 el 21% de los turistas llegaron de este país, el 21% partió de Gran Bretaña y otro 10% tenía pasaporte norteamericano. Niza y Cannes son las ciudades favoritas, pues albergan a un turista de cada dos de los que visitan la región. Los visitantes no sólo son más sino que, a pesar de la crisis, se dejaron más dinero en sus vacaciones. La Costa Azul es una de las zonas que más ingresa por turismo en las arcas galas. En el segundo trimestre de 2011 los viajeros incrementaron su factura un 59% con respecto al año 2010, hasta sobrepasar los 100 euros por día y persona (109).
Motor de la economía nacional, en total la región amasa en turismo más de 4.500 millones de euros, de los cuales dos terceras partes provienen del bolsillo extranjero. Mientras que el trabajo de 150.000 residentes depende directamente del sector terciario.
La pepita de oro de Francia
La Costa Azul es la pepita de oro del suelo galo. El metro cuadrado edificable en esta región vale millones. El terreno de sus ciudades lo pueblan lujosas mansiones e impresionantes villas, la mayoría a pie de playa o con vistas al Mediterráneo.
Mónaco, Saint-Tropez, Cap el Ferrat y Cannes se encuentran en la lista de las ciudades más caras del mundo, por encima de capitales como Tokio, Singapur, Moscú o Nueva York. El Principado cuenta con el honor de ser la ciudad más cara del mundo. El metro cuadrado en la avenida monegasca Princesa Grace cotiza a 100.000 euros.
En ciudades como Mónaco, Antibes o Cannes no conocen el significado de apartamento o estudio. Son villas, mansiones o palacios las construcciones que habitan su territorio. En Cap el Ferrat la mayoría de las mansiones son construcciones centenarias de estilo Belle Époque y el coste del metro cuadrado asciende a 60.000 euros. El castillo es otra de las modalidades más demandadas en este territorio que cuenta con 150.000 residencias secundarias, de las que 40.000 pertenecen a extranjeros.
La tierra de los festivales
La riqueza arquitectónica de la Costa Azul y, sobre todo, la cartelera de actividades culturales convierten esta zona en una buena opción para hacer una escapada en invierno, hasta el punto que uno de cada dos viajes se realiza fuera de los meses de verano. El mes de agosto, de hecho, sólo representa el 15% de las estancias de todo el año.
Además del archiconocido festival de cine de Cannes, que se celebra en el mes de mayo, las ciudades de la Provenza acogen diferentes certámenes culturales durante los meses de calor. Estos eventos convierten esta zona apagada en invierno en un hervidero de turistas.
Los amantes de la imagen tienen cita ineludible en los encuentros internacionales de fotografía de Arles. Se trata de uno de los certámenes dedicados a este arte más importantes de Europa. Allí se dan cita cada año los mejores fotógrafos actuales durante los meses de julio, agosto y septiembre.
De manera paralela se celebra en Aviñón el Festival de Teatro, una de las manifestaciones internacionales más importantes de Francia y uno de los certámenes de artes escénicas más antiguos de Europa. Para los que prefieran una nota musical, en la localidad de Aix en Provence, a dos pasos de la ciudad de los Papas, se celebra el festival de arte lírico. Como las flores, con la llegada de la primavera la tranquila Provenza despierta de su letargo invernal para convertirse en la capital de la cultura.

Por Raquel Villaécija   París   from Expansion.com  26/07/2011

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