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Grafico: Situación a marzo 2011
S&P puede romper la baraja pero, por el momento, la realidad es que Fitch y Moody's han mantenido la matrícula de honor a Estados Unidos, a pesar de que ha estado a punto de suspender pagos, de que necesita introducir reformas de calado para corregir el déficit y de que puede caer en una nueva recesión. ¿Por qué tanta benevolencia? Porque, si bajan el rating, ellas serán las primeras en pagar las consecuencias.
Una de la muchísimas consecuencias de la crisis financiera es la falta de credibilida de las agencias de rating. El sobresaliente con que Fitch, Moody's y Standar&Poor's tenían calificadas a las hipotecas subprime, o al desaparecido Lehman Brothers, marcó un punto de inflexión en la reputación de estas firmas.
El último capítulo de esta historia de desatinos ha sido la decisión de Fitch y Moody's de mantener la máxima nota, la triple A, a Estados Unidos. Poco ha importado que el país haya estado a punto de suspender pagos, que necesite introducir reformas de calado para corregir el déficit y que pueda caer en una nueva recesión.
Y eso que hasta China, la mayor reserva de dólares del mundo y, por tanto, el inversor que podría terminar resultando más afectado por una rebaja de la calificación nortemamericana, ha admitido que Estados Unidos dista mucho de ser una triple A.
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La agencia china de calificación crediticia Dagong Global Credit recortó ayer hasta A, desde A+, la nota de solvencia de la primera potencia económica mundial, porque considera que el país soporta un endeudamiento excesivo, imposible de corregir con el ritmo actual de su economía.
Además, advierte sobre el disparado déficit del país y sobre las tensiones políticas, que hacen muy difícil tomar decisiones para corregir las deficiencias que tiene el gigante americano.
Entonces, ¿por qué las grandes agencias de calificación mantienen el sobresaliente a Estados Unidos? Entre otros motivos, porque ellas serían las primeras perjudicadas si recortaran la nota.
Aunque afirmen ser firmas independientes, S&P, Moody's y Fitch está controladas por los mismos fondos de inversión que dirigen gran parte de los destinos de los mercados; y que tienen construida gran parte de su cartera en valores estadounidenses, por lo que se verían perjudicados por una rebaja de rating.
Primero, porque cuando se baja la calificación de un país, suele haber un efecto dominó entre sus compañías. Esto es así porque se considera que no existe activo más solvente que el propio país.
Segundo, porque muchos fondos sólo pueden invertir en activos con triple A, con lo cual, una rebaja de Estados Unidos conllevaría tomar decisiones similares en empresas norteamericanas e impediría a muchos inversores poder hacer negocios con ellas, aunque sean grandes grupos, que ofrecen grandes oportunidades de ganar dinero a los fondos.
Se da la circunstancia de que algunos de los fondos más importantes del mundo son, precisamente, los accionistas de referencia de las agencias de rating. Y aquí aparece uno de sus grandes conflictos de interés.
Por ejemplo, el principal accionista de S&P es la editorial McGraw Hill; que a su vez está controlada por los fondos The Capital Group, State Street o BlackRock.
Este último es tristemente conocido en España, entre otros motivos, por ser uno de los inversores bajistas más importantes de nuestro mercado y, por tanto, uno de los grandes beneficiados por las rebajas de rating que ha sufrido España.
BlackRock también aparece entre los inversores de referencia de Moody's, en cuyo accionariado destaca la presencia de Berkshire Hathaway, el brazo inversor de Warren Buffet, y The Capital Group. El control de Fitch se lo reparten entre la firma francesa Fimalac y The Hearst Corporation.
La naturaleza netamente inversora de las firmas que mandan sobre las agencias de rating hace difícil confiar en la pura independencia de Fitch, Moody's y S&P.
Además, la guinda de sus clientes son estadounidenses, y por tanto se verían perjudicados si hubiera un movimiento en contra del rating nacional... lo que iría en contra de los ingresos de las agencias. Demasiados motivos para poner en duda la solvencia americana.
El último capítulo de esta historia de desatinos ha sido la decisión de Fitch y Moody's de mantener la máxima nota, la triple A, a Estados Unidos. Poco ha importado que el país haya estado a punto de suspender pagos, que necesite introducir reformas de calado para corregir el déficit y que pueda caer en una nueva recesión.
Y eso que hasta China, la mayor reserva de dólares del mundo y, por tanto, el inversor que podría terminar resultando más afectado por una rebaja de la calificación nortemamericana, ha admitido que Estados Unidos dista mucho de ser una triple A.
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La agencia china de calificación crediticia Dagong Global Credit recortó ayer hasta A, desde A+, la nota de solvencia de la primera potencia económica mundial, porque considera que el país soporta un endeudamiento excesivo, imposible de corregir con el ritmo actual de su economía.
Además, advierte sobre el disparado déficit del país y sobre las tensiones políticas, que hacen muy difícil tomar decisiones para corregir las deficiencias que tiene el gigante americano.
Entonces, ¿por qué las grandes agencias de calificación mantienen el sobresaliente a Estados Unidos? Entre otros motivos, porque ellas serían las primeras perjudicadas si recortaran la nota.
Aunque afirmen ser firmas independientes, S&P, Moody's y Fitch está controladas por los mismos fondos de inversión que dirigen gran parte de los destinos de los mercados; y que tienen construida gran parte de su cartera en valores estadounidenses, por lo que se verían perjudicados por una rebaja de rating.
Primero, porque cuando se baja la calificación de un país, suele haber un efecto dominó entre sus compañías. Esto es así porque se considera que no existe activo más solvente que el propio país.
Segundo, porque muchos fondos sólo pueden invertir en activos con triple A, con lo cual, una rebaja de Estados Unidos conllevaría tomar decisiones similares en empresas norteamericanas e impediría a muchos inversores poder hacer negocios con ellas, aunque sean grandes grupos, que ofrecen grandes oportunidades de ganar dinero a los fondos.
Se da la circunstancia de que algunos de los fondos más importantes del mundo son, precisamente, los accionistas de referencia de las agencias de rating. Y aquí aparece uno de sus grandes conflictos de interés.
Por ejemplo, el principal accionista de S&P es la editorial McGraw Hill; que a su vez está controlada por los fondos The Capital Group, State Street o BlackRock.
Este último es tristemente conocido en España, entre otros motivos, por ser uno de los inversores bajistas más importantes de nuestro mercado y, por tanto, uno de los grandes beneficiados por las rebajas de rating que ha sufrido España.
BlackRock también aparece entre los inversores de referencia de Moody's, en cuyo accionariado destaca la presencia de Berkshire Hathaway, el brazo inversor de Warren Buffet, y The Capital Group. El control de Fitch se lo reparten entre la firma francesa Fimalac y The Hearst Corporation.
La naturaleza netamente inversora de las firmas que mandan sobre las agencias de rating hace difícil confiar en la pura independencia de Fitch, Moody's y S&P.
Además, la guinda de sus clientes son estadounidenses, y por tanto se verían perjudicados si hubiera un movimiento en contra del rating nacional... lo que iría en contra de los ingresos de las agencias. Demasiados motivos para poner en duda la solvencia americana.
Por Ruth Ugalde from lainformacion.com 04/08/2011
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