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Lo primero que hay que recordar es que una medusa nunca nos atacará, ya que nadan lentamente y arrastradas por las corrientes. Normalmente, extienden los tentáculos de manera que las presas, por lo general pequeñas, se enganchan, y una vez anestesiadas son transportadas hacia la boca. A nosotros, bañistas, demasiado grandes, no nos ven como una presa sino más bien como depredador y utilizan sus tentáculos como defensa. O sea, que si nos encontramos una medusa nadando, tranquilos, sólo hay que alejarse de ella poco a poco y, en la medida que podamos, disfrutar de la visión de un animal fantástico nadando a nuestro lado.
Si por casualidad contactamos con un tentáculo de medusa, hay que reaccionar. Nunca debemos utilizar agua dulce, ni fregarnos con toallas o rascarnos. No todas las células urticantes de la medusa que han contactado con nuestra piel se han disparado, y con estas acciones incrementamos los disparos y por tanto la cantidad de veneno en el cuerpo. Hay que lavarse con agua salada y rociar la piel afectada con vinagre comercial, ya que desactiva las células urticantes que no se han disparado, pero nunca hay que aplicar amoniaco.
Para evitar que el veneno penetre en nuestro cuerpo hay que aplicar frío sobre la zona afectada mediante una bolsa de plástico llena de hielo, pero sin que el agua dulce toque la piel. De esta manera desnaturalizamos la proteína que es el veneno y reducimos el efecto del mismo en el cuerpo. Por último, hay que recordar que la picadura nos ha causado una herida abierta en la piel y que se puede infectar, por lo que hay que aplicar un antiséptico local. Si a pesar de estas curas, que deben aplicarse lo antes posible después del incidente, los síntomas de dolor, mareo o náuseas persisten, debemos solicitar atención médica.
Las medusas que proliferan en nuestras costas se rompen por el oleaje o simplemente se desmenuzan al morir. Cualquier pieza de tentáculo, por pequeña que sea, nos puede causar picaduras. Esos días hay que evitar la zona de rompeolas que es donde se acumulan los restos de medusas en las playas. Pero la mejor protección frente a las picaduras es abusar de las cremas solares, que funcionan como una película que aísla la piel y reduce las picaduras.
Una última precaución que hay que tener en cuenta es que si nos ha picado una medusa durante el verano hay que tomar muchas más precauciones frente a una segunda picada, ya que el cuerpo se ha sensibilizado frente al veneno y en la segunda ocasión los síntomas o consecuencias pueden ser graves.
Tenemos la gran suerte de que las medusas de nuestro litoral no son mortales y que tan sólo en algunos casos de personas sensibles a su veneno las consecuencias pueden ser moderadamente graves. Pero hay que cuidar especialmente la presencia de la conocida como carabela portuguesa, fácil de ver y frente a la cual hay que extremar las precauciones.
La acción humana
En los últimos años estamos viendo una proliferación de las medusas y el hombre tiene en parte culpa de ello. La sobrepesca reduce sus competidores por la comida y la alta mortalidad de las tortugas boba, que ven a las medusas como un manjar, hace que desaparezca uno de sus grandes depredadores. Son unos seres muy adaptados, por eso se benefician también de los nutrientes de los residuos que llegan al mar.
Terminamos ya, para no parecer catastrofistas. Además de todo lo anterior, las altas temperaturas hacen que estén en su salsa, a lo que hay que sumar que, al no llover, no se crea una barrera de agua dulce en el mar que impida que las medusas lleguen a la costa.
Que lleguen a las playas, de momento, es inevitable, por lo que siempre hay que recordar que la mejor prevención frente a las picaduras de medusas es hacer caso a los servicios de socorrismo y no bañarse si nos indican que hay medusas... Aunque sea verano y haga calor.
Por JOSEP MARIA GILI from publico.es 04/08/2011
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