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La OCU denuncia el «engaño» de la mayoría de los tratamientos contra la caída del cabello.
Ni champús, ni cápsulas vitaminadas, ni técnicas más o menos sofisticadas como la ozonoterapia o el tratamiento con láser. Nada funciona si lo que se quiere es evitar la caída del cabello. Un informe de la Organización Nacional de Consumidores (OCU) denuncia la proliferación de tratamientos supuestamente innovadores a un alto precio, cuando la mayoría son «ineficaces» y suponen un «engaño» para el consumidor. De su escrutinio, solo se salvan dos medicamentos y los trasplantes o implantes capilares.
Lociones y champús: Son los reyes del mercado anticaída, pero no existe ninguna fórmula cosmética que haya demostrado de forma rigurosa una acción anticaída, como insisten en anunciar diversas marcas de champú, se asegura. De las críticas no se escapan los productos con aminexil, el compuesto «estrella» que venden muchos de estos productos.
Suplementos con vitaminas o minerales:solo tienen resultado si el origen de la caída es una falta de algunos de los nutrientes. Tampoco hay evidencia científica de que el té verde o la levadura de cerveza funcionen, se asegura en el informe.
Láser y ozonoterapia: Las dos técnicas tampoco pasan el escrutinio de la OCU. La ozonoterapia promete mejorar la oxigenación del cabello para frenar la caída y el láser lo hace al mejorar la vasodilatación del cuero cabelludo. «Son inocuas y como mucho mejorarán la apariencia del pelo, aunque no frenarán la caída», se dice en el informe. De la misma opinión es Eduardo López-Bran, jefe del servicio de Dermatología del Clínico San Carlos de Madrid: «No hay evidencia científica de que estas técnicas por sí solas frenen la pérdida de pelo».
Medicamentos:Los dermatólogos coinciden con el informe de los consumidores: los únicos principios activos anticaída son la finasterida (un fármaco oral que se comercializa como «Propecia») y el minoxidil (loción tópica. Ambos son tratamientos seguros y eficaces, aunque también tienen sus limitaciones. Evitan la caída, pero para conseguirlo obligan a los pacientes a utilizarlo de forma constante. Su efecto desaparece a los 3-4 meses de la suspensión del tratamiento. En el caso de las pastillas, se suman, en un 8 % de los pacientes, efectos secundarios sobre la sexualidad (disminución de la libido, fertilidad e impotencia). «Es un fármaco seguro y eficaz, sobre todo cuando el problema está en la coronilla y en las entradas. Su gran handicap es la dependencia y su coste; no por debajo de los 60 euros al mes».
Trasplantes capilares: Desde que el presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, recurrió a la técnica, la demanda en España se ha triplicado. El efecto Bono está justificado además por su eficacia. «Hoy es la mejor opción. El efecto es permanente. Consiste en implantar pelo a pelo, cabellos de la nuca del paciente. Se hace bajo anestesia local y los resultados estéticos son muy naturales, casi indetectables», asegura el dermatólogo López-Bran. La única objeción de la OCU es su precio que puede oscilar entre los 3.000 euros y los 6.000 euros. «En cuatro años de tratamiento con fármacos se invierte tanto como un trasplante capilar y los resultados no son definitivos», argumenta López-Bran.
Las soluciones que sí funcionan
Minoxidil
Produce un efecto freno y preventivo. No induce el crecimiento de nuevo cabello, pero evita la caída. Se aplica en loción. Su efecto vasodilatador activa los folículos pilosos.
Finestaride
Es aún el principio estrella. Utilizado sobre todo en alopecias masculinas favorece el crecimiento y evita la caída con una pastilla al día, aunque su efecto desaparece si deja de tomarse.
Trasplantes capilares
Definitivo y sin los efectos secundarios de un fármaco. Los resultados estéticos son cada vez más naturales. Ha desaparecido el terrible efecto «muñeca» y la intervención es menos agresiva.
Por N. RAMÍREZ DE CASTRO / MADRID from ABC.es 03/08/2011
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