Foto from BBC.co.uk
Siempre me pregunté si abordar un tema partiendo de la ignorancia total agudizaría mi capacidad investigativa o sencillamente llevaría a una inevitable deshonra de la cual nunca me recobraría.
Esa idea volvió a dominar mis pensamientos cuando la Galería Nacional de Retratos (National Portrait Gallery) en Washington anunció la apertura de una exposición sobre Gertrude Stein.
Por supuesto que había oído hablar de ella (¿no es esa feminista famosa que quemó su sostén en los '60s?), pero realmente no tenía ni idea de quién era.
Una rápida repasada del comunicado de prensa reveló cinco hechos:
1. Murió en 1946, así que no era la mujer que yo estaba pensando;
2. Conocía a muchos artistas famosos a los que les gustaba pintarla;
3. Escribió muchos libros que nadie entiende;
4. Vivía con una mujer llamada Alice B. Toklas;
5. Por alguna razón, todo el mundo sigue fascinado con ella.
Para ayudarme a llenar la considerable brecha en mis conocimientos, la galería cortesmente me envió el libro de 400 páginas magníficamente ilustradas que acompaña a la exposición, y me organizó una entrevista telefónica con Wanda Corn, una catedrática retirada de la Universidad de Stanford que ha dedicado más de 10 años a investigar y montar la exhibición.
"¿Por qué importa Gertrude Stein?", le pregunté con aire alegre y despreocupado, "¿por qué de repente es tan popular?".
Corn no colgó... pero hubo una pausa.
Moldeadora de éxito
La profesora me explicó pacientemente que Gertrude Stein fue uno de los personajes más influyentes en la cultura del siglo XX. Ayudó a darle forma a las carreras de artistas como Picasso y Matisse, y era además un genio literario.
Corn me sugirió además que fuera a ver el nuevo filme de Woody Allen, "Medianoche en París".
La película (que no he visto) es sobre un escritor hastiado comprometido con una mujer espantosa que no entiende sus ambiciones creativas. Están en París para reunirse con sus igualmente espantosos padres y se encuentran con aún más espantosos amigos.
Mientras ella se va de fiesta, el héroe camina por las calles de París con la esperanza de encontrar inspiración. A la medianoche, milagrosamente es transportado a los años '20 y conoce a Gertrude Stein, quien lee su manuscrito y le da algunos consejos.
Eso, aparentemente, es el tipo de cosas que ella hacía en la vida real así que, gracias a Hollywood, se está empezando a componer una imagen de Stein.
Pero la noción de que la actriz que la interpreta -Kathy Bates- es la encarnación de Gertie se deshizo inmediatamente pisé la Galería Nacional de Retratos.
La Warhol femenina
Cómo veía la gente a Stein y cómo ella misma se presentaba es uno de los temas de la exhibición Viendo a Gertrude Stein: cinco historias. El primer ejemplo que me encontré fue una extraordinaria escultura de Jo Davidson de Stein sentada con las piernas cruzadas y un poco agachada. El solo tamaño le da cierto poder y sustancia: un monumento para una mujer monumental. Parece una mezcla de Buda y un trol cuidando un puente.
Un enorme óleo de Felix Edouart Vallotton la muestra parecida a un monje, con su vasto cuerpo cubierto con una bata marrón, poca evidencia de ropa interior por debajo (algo escandaloso en esa época) y una expresión inescrutable en sus anchos y planos rasgos.
Y luego está Stein como una taza de té, una de mis favoritas, pintada por Marsden Hartley en 1916.
Stein alentaba a los artistas a capturar su esencia más que a hacer una representación fiel de su apariencia y esta pintura simboliza sus salones, en los que ella y Alice le servían té a sus amigos famosos y visitantes, y hacían alarde de su colección de arte moderno.
Muchos artistas la pintaron con la esperanza de que ella colgara sus retratos en su casa y así formar parte de su influyente colección. Se trataba de una relación simbiótica, pues Stein reconocía la importancia de crearse una imagen para desarrollar su propio ente público.
Aunque nunca consideró a la fotografía como una forma de arte, era feliz de que la retrataran.
"Apreciaba la manera en la que los medios pueden crear celebridad, y lo comprendió muy pronto, en los '20 y '30s", señala Corn. "Quizás ningún otro artista hasta Andy Warhol los haya usado de una manera tan ventajosa".
"Oscura e incomprensible"
Nada de eso realmente explica por qué sigue siendo una fuente de inspiración para los artistas actuales. Para entender eso, hay que leer lo que escribió.
Así como influir en el desarrollo de los movimientos de arte moderno y en el gusto popular, Stein también ha sido proclamada como la fundadora del modernismo literario. Sus experimentos con el lenguaje a menudo son de difícil lectura, planteando analogías con Virginia Woolf y James Joyce, pero su radical reformulación de la construcción de las frases y estilo repetitivo y rítmico le han dado a la literatura algunas citas memorables.
Dos de las más conocidas son "Una rosa es una rosa es una rosa", y "Cuando esto tu veas recuérdame" (When this you see remember me).
"Todos (en el mundo anglosajón) las conocemos, así no sepamos que ella las dijo", señala Corn.
"Hasta en los '50s, '60s y 70s, los artistas sabían quién era ella y la canalizaban como una musa haciendo obras de arte basadas en algunas de las cosas que ella había escrito. Hoy en día, hay toda una nueva generación que la está reconsiderando y manteniéndola viva", asegura.
La Galería Stanford en Washington está haciendo precisamente eso con una exposición separada -Insight and Identity (Perspicacia e Identidad)-, que comprende artistas que han estudiado la obra de Stein por años.
Anna Stokes, una de los organizadores, dice que le fascina Stein y que es una fuente de inspiración tan rica precisamente porque su literatura es tan oscura e incomprensible, un poco como el arte contemporáneo mismo.
"Con el arte contemporáneo uno tiene que seguir mirando", dice Stokes. "Con Stein, uno tiene que seguir leyendo".
Terry Berlier, una artista internacionalmente conocida de California, lo expresa de otra forma: "No se ajusta a ninguna manera 'correcta' de escribir".
Inspirada por la novela "Muchas, muchas mujeres" de Stein, Berlier usó grabaciones del texto para crear una escultura sonora "Human Tuning Fork #4", que es parte de la exposición de Stanford.
"Resonó conmigo en un momento en el que estaba cuestionando todo", dice Berliner, quien también se identificó con la sexualidad de Stein y su relación abiertamente homosexual con Alice. "Al principio, las palabras parecen pura sandeces pero luego son absorbentes".
Eso resume muy bien la opinión que me quedó de Gertrude Stein. Partiendo de ignorancia completa, me embarqué en un viaje completamente nuevo con muchos caminos diferentes para explorar... y así es como deben de ser las mejores aventuras en el arte.
Por Jane O'Brien from BBC.com/ Washington 22 de octubre de 2011
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