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Cae en mis manos vía Twitter un estudio titulado Liderazgo 2030, de la firma de consultoría Hay Group. Antes de leerlo, me echo las manos a la cabeza: nada menos que 2030. ¿Dónde estaré yo? ¿Me habré jubilado o me quedarán aún aaaaaños de trabajo? ¿Tendré derecho a una pensión? ¿Seguiré ejerciendo mi profesión actual? ¿Aparentaré sesenta y tantos o treinta y tantos, por obra y gracia del bótox y/o de nuevas sustancias? Y, ya puestos, ¿qué quiero ser de mayor?
Yo no tengo respuestas, pero Hay Group parece que sí, así que me aplico a la lectura del estudio. Lo primero que me sorprende –gratamente- son las palabras que utilizan los autores para describir las características de los líderes del futuro: agilidad, flexibilidad, movilidad, sensibilidad, conciencia ambiental, apertura, integridad, sinceridad… ¡Guau! Cierro los ojos y me imagino un mundo en que los jefes flotan entre los empleados ofreciendo sonrisas y tortitas con nata y sirope de arce mientras nos animan a acabar nuestro trabajo cuanto antes para poder irnos pronto a casa. Mmmmm.
“Los directivos deberán renunciar a su propio poder a favor de planteamientos más colaborativos. En algunos casos esto significará que tendrán que abandonar muchas de las conductas que han favorecido tradicionalmente las formas de ascender en las empresas”. Rebobino y repaso dos veces la frase, intentando leer entre líneas. ¿Estamos acaso hablando del fin del porque-yo-lo-digo-y-soy-el-que-mando? ¿Dejarán de ser los pelotas y/o los que se quedan a tomar cañas con el jefe los primeros en la fila para ascender? ¿Cuánto dices que queda para 2030?
Nadie cuidará de ti
“Se debilitará la lealtad entre organizaciones y empleados”. Uy, yo diría que esto ocurrirá mucho antes de 2030. Desgraciadamente, la crisis trae consigo una desagradable realidad: para las empresas, los empleados somos simples tornillos que un buen día ya no son necesarios. Y es muy sano darse cuenta de esto: la empresa no va a cuidar de ti. El Estado tiene pinta de que tampoco. Así que eres tú el que tiene que hacerlo. Es lo que hay.
“Las organizaciones tendrán que afrontar una continuada guerra por el talento como consecuencia de una menor disponibilidad de personas con elevada capacidad”. Esta máxima, que se verá provocada por el envejecimiento de la población, es de las que más me gusta. ¿Por qué? Porque puede significar que los carrozas no pasen de moda tan pronto si no hay gente joven que sea capaz de suplir sus conocimientos. Eso sí, no tendrán -¿tendremos?- más remedio que aprender a moverse con soltura en el mundo digital. Y las empresas deberán amalgamar equipos en los que convivan jóvenes armados de ideas y garra con veteranos plenos de sabiduría y experiencia.
No me suena mal un futuro así, ¿y a ti? Pero miro a mi alrededor y me pregunto si estamos preparados para dar ese salto. Veo la arrogancia con la que se mueven los directivos, la desidia de muchos mandos intermedios a los que no se les permite tomar decisiones, la dejadez de los jóvenes que reniegan de ser mileursitas… Y tengo serias dudas. Por el lado de los jefes, porque no conozco a tantos líderes que puedan presumir de agilidad, flexibilidad, movilidad, sensibilidad, conciencia ambiental, apertura, integridad, sinceridad… Y mucho menos que estén dispuestos a abrazar un futuro así sin pelear con uñas y dientes por su status quo.
¿Serán capaces los jóvenes de afrontar los retos?
Por el lado de los empleados, para llegar a esta situación habrá que pagar un precio muy alto, que posiblemente pase por olvidarnos de los contratos fijos y los trabajos para siempre. A cambio, lo más probable es que la nueva vida laboral consista en participar en diferentes proyectos más interesantes y estimulantes, pasando por distintas compañías, países, entornos... Y, por supuesto, con una mayor conciliación, palabra que desaparecerá en cuanto sea conditio sine qua non para retener empleados.
Pero, un momento, un momento. En esta ecuación, hay algo que falla: los mileuristas de ahora ¡serán los jefes de 2030! Es como en el anuncio de Barclays, en que un jovencito sale peleando a lo judoka con un busto y luego, un rótulo: Esta es la generación que pagará tu pensión: Barclays Fondos de Pensiones. ¿Serán ellos capaces de moldear el futuro con un liderazgo semejante al que predica este estudio? ¿Pasarán sus aspiraciones por ser líderes ágiles, flexibles, sinceros, etcétera? ¿Será su porvenir laboral realmente tan distinto al que estamos viviendo nosotros? Me gustaría creer que sí. Pero para ello nuestros jóvenes tienen que dejar de mirarse en nuestro espejo, perderle el miedo al cambio y formarse para estar entre esa mano de obra cualificada que las empresas se disputarán. ¿Quién dijo miedo?
Por Sonia Franco from elConfidencial.com 07/10/2011
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