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Mientras Angela Merkel y sus socios franceses, holandeses, italianos, españoles, griegos y demás piensan cuáles serán sus siguientes pasos, se puede decir con toda seguridad que el euro no es sólo un problema europeo: es un problema planetario. EEUU, China o Brasil podrían hablar al respecto.
Los titulares que se leen en todo el mundo son cada vez más graves.
“A la Eurozona le quedan realmente unos días para evitar el colapso”, alerta Wolfgang Munchau en The Financial Times.
“Pensando lo impensable de la ruptura del euro”, se lamenta su colega del FT Gavyn Davies.
“¿Es este realmente el final?”, se pregunta The Economist en su última portada, que se ilustra con la preocupante imagen de una moneda de euro cayendo en picado hacia el suelo, como si fuese un cometa.
Así que si usted está preocupado por el “sturm und drang” que se vive estos días en Europa, sepa que no es el único.
La Unión Europea, al fin y al cabo, es el mayor bloque económico del planeta. Este es, pues, un asunto muy serio.
Pero ¿qué le pasaría a la economía global si ocurre finalmente lo impensable?
En otras palabras, ¿qué ocurriría si la canciller alemana Angela Merkel escucha las demandas de muchos de sus ciudadanos indignados, se rinde y pone fin al gigante experimento económico, político y cultural europeo?
“Si ocurre de una manera caótica y se producen impagos imprevistos, y un colapso del sistema bancario, entonces el efecto en la economía global sería enorme”, asegura Mark Weisbrot, codirector del Center for Economic Policy and Research en Washington DC. Opina que el daño podría ser algo similar a lo que ocurrió tras el colapso de Lehman Brothers en 2008, lo que precipitó la Gran Recesión. “Si se produce un acuerdo más controlado, entonces no tendría tanto impacto”, añade.
El coste del fracaso del euro es también la pregunta que analizó UBS en septiembre, en un informe titulado “La ruptura del euro; las consecuencias”. Tal y como señala UBS, el fin del euro no sería un resultado feliz para nadie, ni alemanes, griegos, italianos, españoles y tampoco para estadounidenses, chinos y brasileños, o simplemente cualquiera con vínculos a la economía global.
Según UBS, si un país “débil” como Grecia deja el euro, las consecuencias económicas serían graves. De entrada, supondría el impago de la deuda soberana, impagos generalizados de corporaciones, una crisis bancaria y serios problemas de comercio internacional. La devaluación de una moneda post-euro, sostiene UBS, no serviría “de mucha ayuda”.
Según sus cálculos, salirse del euro le costaría a cada ciudadano de un “país débil” entre 9.500 y 11.500 euros, entre el 40 y 50 por ciento del PIB de ese país. Y eso sólo en el primer año.
Si abandonase la moneda única un país más fuerte como Alemania, UBS cree que el coste para cada alemán estaría entre 6.000 y 8.000 euros, entre el 20 y 25 por ciento de su PIB anual.
¿Y qué efectos produciría fuera de Europa? Podrían ser también muy graves.
El mayor problema global inmediato sería otra crisis del crédito, ya que los bancos repletos de deuda de Europa y otros lugares dejarían de prestar dinero a las empresas y a los ciudadanos.
De hecho, ya estamos viendo esto en parte.
“Si tus principales bancos no pueden dar préstamos, se paraliza el desarrollo económico y se contribuye a la recesión”, declaró a The New York Times Alex Roever, analista de JPMorgan Chase, en un agudo análisis sobre la extensión de la congelación global del crédito.
En términos más amplios, la economía de EEUU podría sufrir sólo daños moderados, ya que el consumo, y no el comercio internacional, es su principal motor. Las exportaciones hacia Europa suponen sólo el 2 por ciento de su PIB.
Pero estados de EEUU con mayores conexiones económicas con Europa (por ejemplo las minas de oro de Utah y el sector automovilístico de Carolina del Sur) podrían salir más perjudicados si la zona euro se viene abajo.
China, la segunda mayor economía del mundo después de EEUU, está en una situación más precaria.
Europa superó el año pasado a EEUU como el principal socio comercial de China. Las exportaciones chinas hacia Europa suponen hoy en día el 6 por ciento del PIB del país.
China ha gastado además entre 50.000 y 60.000 millones de dólares en activos en euros durante la primera mitad de 2011, según The New York Times. Así que cualquier revés económico serio en Europa probablemente dañaría a China de manera significativa.
Pero eso no es todo.
Brasil, la mayor economía de América Latina, también está fuertemente expuesta a Europa. La UE es un principal socio comercial. Más de una quinta parte del comercio de Brasil se realiza con el Viejo Continente.
Así pues mientras Angela Merkel y sus socios franceses, holandeses, italianos, españoles, griegos y demás piensan cuáles serán sus siguientes pasos, se puede decir con toda seguridad que el euro no es sólo un problema europeo: es un problema planetario.
“A la Eurozona le quedan realmente unos días para evitar el colapso”, alerta Wolfgang Munchau en The Financial Times.
“Pensando lo impensable de la ruptura del euro”, se lamenta su colega del FT Gavyn Davies.
“¿Es este realmente el final?”, se pregunta The Economist en su última portada, que se ilustra con la preocupante imagen de una moneda de euro cayendo en picado hacia el suelo, como si fuese un cometa.
Así que si usted está preocupado por el “sturm und drang” que se vive estos días en Europa, sepa que no es el único.
La Unión Europea, al fin y al cabo, es el mayor bloque económico del planeta. Este es, pues, un asunto muy serio.
Pero ¿qué le pasaría a la economía global si ocurre finalmente lo impensable?
En otras palabras, ¿qué ocurriría si la canciller alemana Angela Merkel escucha las demandas de muchos de sus ciudadanos indignados, se rinde y pone fin al gigante experimento económico, político y cultural europeo?
“Si ocurre de una manera caótica y se producen impagos imprevistos, y un colapso del sistema bancario, entonces el efecto en la economía global sería enorme”, asegura Mark Weisbrot, codirector del Center for Economic Policy and Research en Washington DC. Opina que el daño podría ser algo similar a lo que ocurrió tras el colapso de Lehman Brothers en 2008, lo que precipitó la Gran Recesión. “Si se produce un acuerdo más controlado, entonces no tendría tanto impacto”, añade.
El coste del fracaso del euro es también la pregunta que analizó UBS en septiembre, en un informe titulado “La ruptura del euro; las consecuencias”. Tal y como señala UBS, el fin del euro no sería un resultado feliz para nadie, ni alemanes, griegos, italianos, españoles y tampoco para estadounidenses, chinos y brasileños, o simplemente cualquiera con vínculos a la economía global.
Según UBS, si un país “débil” como Grecia deja el euro, las consecuencias económicas serían graves. De entrada, supondría el impago de la deuda soberana, impagos generalizados de corporaciones, una crisis bancaria y serios problemas de comercio internacional. La devaluación de una moneda post-euro, sostiene UBS, no serviría “de mucha ayuda”.
Según sus cálculos, salirse del euro le costaría a cada ciudadano de un “país débil” entre 9.500 y 11.500 euros, entre el 40 y 50 por ciento del PIB de ese país. Y eso sólo en el primer año.
Si abandonase la moneda única un país más fuerte como Alemania, UBS cree que el coste para cada alemán estaría entre 6.000 y 8.000 euros, entre el 20 y 25 por ciento de su PIB anual.
¿Y qué efectos produciría fuera de Europa? Podrían ser también muy graves.
El mayor problema global inmediato sería otra crisis del crédito, ya que los bancos repletos de deuda de Europa y otros lugares dejarían de prestar dinero a las empresas y a los ciudadanos.
De hecho, ya estamos viendo esto en parte.
“Si tus principales bancos no pueden dar préstamos, se paraliza el desarrollo económico y se contribuye a la recesión”, declaró a The New York Times Alex Roever, analista de JPMorgan Chase, en un agudo análisis sobre la extensión de la congelación global del crédito.
En términos más amplios, la economía de EEUU podría sufrir sólo daños moderados, ya que el consumo, y no el comercio internacional, es su principal motor. Las exportaciones hacia Europa suponen sólo el 2 por ciento de su PIB.
Pero estados de EEUU con mayores conexiones económicas con Europa (por ejemplo las minas de oro de Utah y el sector automovilístico de Carolina del Sur) podrían salir más perjudicados si la zona euro se viene abajo.
China, la segunda mayor economía del mundo después de EEUU, está en una situación más precaria.
Europa superó el año pasado a EEUU como el principal socio comercial de China. Las exportaciones chinas hacia Europa suponen hoy en día el 6 por ciento del PIB del país.
China ha gastado además entre 50.000 y 60.000 millones de dólares en activos en euros durante la primera mitad de 2011, según The New York Times. Así que cualquier revés económico serio en Europa probablemente dañaría a China de manera significativa.
Pero eso no es todo.
Brasil, la mayor economía de América Latina, también está fuertemente expuesta a Europa. La UE es un principal socio comercial. Más de una quinta parte del comercio de Brasil se realiza con el Viejo Continente.
Así pues mientras Angela Merkel y sus socios franceses, holandeses, italianos, españoles, griegos y demás piensan cuáles serán sus siguientes pasos, se puede decir con toda seguridad que el euro no es sólo un problema europeo: es un problema planetario.
Por GlobalPost from lainformacion.com 08/11/2011
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