Desde los años 60 la máxima ostentación de estatus para empresarios, actores, cantantes y artistas de toda índole fue comprarse un escondite bañado por el sol para huir de la prensa.
Desde hace unos años el negocio inmobiliario se ha especializado en la venta de islas. Aunque los precios de este novedoso producto pueden ser en general exorbitantes, hay ofertas de pequeñas superficies por menos de 100.000 euros en un catálogo que abarca lugares muy diversos como por ejemplo Panamá, Grecia o Canadá. Puede parecer increíble, pero por un precio inferior al de un piso en una ciudad española, se puede comprar un espacio paradisíaco de acceso privado y con una posible revalorización a futuro. Eso sí, es un pedazo de tierra y nada más en el que, para edificar algo y hacerla habitable, hay que disponer de otros tantos miles de euros para construir una casa y un helipuerto o puerto. Hay incluso compañías especializadas en ello.
Así las cosas, muchos famosos sobre todo empresarios, deportistas, estrellas de la música o del cine se han apuntado desde los años 60 a esta moda para recuperar la privacidad que la fama les ha robado o como negocio futuro para alquilar viviendas de lujo a bolsillos tan pudientes como los suyos. Puede que el primero de todos ellos fuese Marlon Brando. El actor se enamoró en 1950 de Te'tiaroa, una isla no muy lejos de Tahití, mientras rodaba Rebelión a bordo -también de Tarita Teriipaia la guapa hija de un pescador con la que se casaría-. En esta isla de coral idílico las princesas polinesias engordaban antes de sus bodas para cumplir con los estándares de belleza opulenta de su cultura. Brando la compró a un dentista británico a quien el rey del atolón se la había regalado por curarle un tremendo dolor de muelas.
Grecia, un paraíso siempre
La isla privada más famosa del mundo es sin duda la de Aristóteles Onassis, Skorpio, que adquirió en 1963. El islote, de escasas 80 hectáreas y que era propiedad hasta hace unos días de su nieta Athina Onassis. Salió a la venta en 2009 por 110 millones de euros y cuenta con tres villas y hasta una iglesia bizantina, en la que se casaron su abuelo y Jacqueline Kennedy en 1968. La venta no ha escapado a la polémica puesto que el magnate naviero, que está allí enterrado junto con parte de su clan, dejó dicho que no podía venderse tras su muerte. La joven heredera parece haber perdido sin embargo el interés sentimental por este pedazo de tierra que le cuesta millón y medio de euros al año en mantenimiento y ha acabado vendiéndolo al propietario del AS Mónaco y magnate ruso Dmitri Ribolovlev.
Y es que las 6.000 islas griegas - ¡qué duda cabe!- han sido siempre un paraíso codiciado y ahora que el Estado las ha puesto en venta para aliviar sus problemas de deuda están mucho más al alcance de algunas chequeras. Por ejemplo, de la del emir de Qatar, Hamad bin Jalifa Al Thani, que acaba de comprar en este 2013 y de una sola tacada seis islas griegas muy próximas a la de la familia Onassis, por un total de 8,5 millones de euros. La del emir qatarí es la mayor inversión privada en el país heleno desde el inicio de la crisis económica. Se trata de las paradisíacas Oxia, Provati, Pistros, Soros, Gravari y Abassa frente a las costas de Acarnania, en la entrada occidental del golfo de Corinto.
Las Bahamas, las más deseadas
Pero si de comprarse una isla se trata, Bahamas es el estado favorito de muchos multimillonarios para invertir. Uno de los que más tiempo pasa en su trocito de tierra es Johnny Depp. Emulando a Jack Sparrow, el actor pagó 3.6 millones de dólares en 2004 –justo después de rodar la cinta- por agenciarse la propiedad de un islote de un kilómetro y medio con arrecifes vírgenes, un puerto privado, una laguna y seis playas de arena inmaculada que bautizó como Little Halls Pond Cay. Aquí puede desconectar del mundanal ruido y recluirse entre rodaje y rodaje. Tanto le gusta a Deep su isla que en el acuerdo de separación matrimonial de la actriz y cantante francesa Vanessa Paradis decidió comprarle una mansión por 3,4 millones de euros en la exquisita zona de Hollywood Hills pero quedarse él el islote.
Y es que Bahamas, con sus interminables cocoteros inclinados sobre kilométricas playas de arena blanca y aguas turquesa es una imagen difícil de borrar de la retina. Nicolas Cage fue durante años vecino del protagonista de Piratas del Caribe aunque debido a sus problemas económicos, se vio obligado a vender su isla, Leaf Cay, que forma parte del archipiélago de Exuma, un conjunto de 365 islas situadas al sur de las Bahamas por 5.5 millones de euros. La compró para intentar arreglar su vida matrimonial con Patricia Arquette inspirado por el rodaje de La mandolina del capitan Corelli en 2001en la isla griega de Cephalonia. Eso sí, el protagonista de "Un ángel enamorado" pagó por ella en su día 2.5 millones de euros así que el negocio fue redondo.
También en Bahamas compró cuatro islas David Copperfield por algo más de 35 millones de euros pero lo hizo a modo de inversión. En una de ellas, Musha Cay, el mago ha montado un resort de lujo con todas las exclusividades que puedan imaginarse y vistas a playas de ensueño que se ha alquilado a vips como Oprah Winfrey o John Travolta por 300.000 euros al mes. El resto de islotes no están edificados y sirven para garantizar la privacidad.
Eddie Murphy, el rey de la comedia negra de Hollywood también invirtió unos 10 millones de euros en Bahamas para comprar la isla Rooster Cay próxima a Nassau, pero no ha trascendido si el actor la utiliza como lugar de descanso o si realizará en este terreno un hotel de lujo.
La última en sucumbir al atractivo de Bahamas ha sido la mismísima Shakira. Defensora de los más desfavorecidos y las causas más nobles en su tierra como la educación de los niños, la colombiana es también una mente empresarial y no ha dejado escapar la oportunidad de invertir junto a Roger Waters, exintegrante de Pink Floyd, en una isla en el norte de Las Bahamas por la que ha pagado 12 millones de euros. Allí se construirá un centro vacacional de lujo –aún si fecha de estreno- para veraneantes millonarios con servicios como playas privadas, edificios de lujo o exposiciones de grandes artistas. Dos de sus amigos más cercanos, Miguel Bosé y Alejandro Sanz, tendrán una residencia insular como reclamo.
Otros paraisos terrenales
Quien también ha invertido en islas para sacarles rentabilidad -¡y de qué manera!- ha sido el multimillonario Richard Branson, dueño de Virgin. El empresario compró en los años 70 las islas Necker, al este de Puerto Rico en las islas Vírgenes británicas, rodeadas de hermosos arrecifes de coral. Las convirtió en un resort de ultra-lujo al alcance de unos pocos (227,660 euros por semana). Aquí se perdió el matrimonio Beckham para celebrar su 10º aniversario de boda. Pero también ha pasado por él la princesa Diana de Inglaterra, el director Steven Spilberg o el actor Robert de Niro.
Pero el negocio Branson no acaba aquí. El magnate posee también Makepeace, en Australia –convertida en resort de lujo para los trabajadores de Virgin- y la réplica de Gran Bretaña en Dubai, aunque esta última está paralizada dentro del proyecto The World, donde también han invertido otras celebridades con no demasiada fortuna.
Leonardo diCaprio ha hecho de la defensa por la biodiversidad y el ecologismo su causa, también cuando en 2005 desembolsó 1,75 millones de dólares para comprar la isla de Blackadore Caye, en Belice, en América central. El actor quiere convertirla en un ejemplo histórico de punto turístico sostenible basado en las energías renovables y el respeto al medio ambiente ¿Recuerdan La Isla?
Brasil también tiene un claro atractivo paradisíaco.
El cantante puertorriqueño Ricky Martin habría comprado en 2008 una isla cerca de la costa de Río de Janeiro por alrededor de cinco millones y medio de euros, según algunos medios, aunque él nunca lo ha confirmado. El islote estaría ubicado en el archipiélago Angra dos Reis, que tiene un total de 350 islas y 2.000 playas en plena naturaleza.
El cantante puertorriqueño Ricky Martin habría comprado en 2008 una isla cerca de la costa de Río de Janeiro por alrededor de cinco millones y medio de euros, según algunos medios, aunque él nunca lo ha confirmado. El islote estaría ubicado en el archipiélago Angra dos Reis, que tiene un total de 350 islas y 2.000 playas en plena naturaleza.
Las islas Fiji son otro de los enclaves en los que buscar un rinconcito privado bañado por el sol. Aquí se compró su isla Mel Gibson, la isla de Mago, por la que pagó más de 10 millones de euros en 2004 y que cuenta con algo más de 2.000 hectáreas. Es una de las islas privadas más grandes del Sur del Pacífico y tiene unas 40 residencias edificadas y catorce empleados que la mantienen. La vendedora fue la compañía Tokyu Corporation y su adquisición no estuvo exenta de polémica ya que miembros de la tribu Yayusa Vuaniivi alegaban ser los propietarios legítimos de este trozo de tierra de la que fueron expulsados sus ancestros en el siglo XIX.
Lujo, también en el frío
Pero no todo van a ser cocoteros al sol. Otros famosos prefieren destinos no tan cálidos, como por ejemplo la actriz Uma Thurman que posee un pedacito de isla, Tracadie, en Nueva Escocia, que compró con su entonces esposo, Ethan Hawke, o el novelista Michael Ondaatje (El Paciente Inglés) que ama la tranquilidad de su isla en Mahone Bay, Irlanda, tanto que se compro varias islas colindantes para asegurarse el bonito paisaje.
Robin Williams compró Pender Harbour, en British Columbia, Canada, como Celine Dion que ha hecho suyo el dicho de "como en casa, en ningún sitio" comprándose un islote en la provincia de Québec, el lugar donde nació. La isla se llama Île Gagnon y ha edificado una mansión inspirada en un château francés. También a Cristiano Ronaldo le ha tirado su tierra así que compró Deserta Island, in Ria Formosa, Portugal, su lugar de origen.
Una isla por la que morir
Algunas personalidades han amado a sus islas tanto que han querido ser enterradas allí. Además del ya mencionado Aristóteles Onassis, Malcolm S. Forbes fue enterrado en el mar del sur en la isla Laucala y la princesa Diana está enterrada en un islote situado en la finca de la familia Spencer.
El sueño hippie de Lennon
Pero si hay una historia ligada a una isla y a un famoso que valga la pena ser contada, esa es la de la adquisición de una isla por parte del beatle John Lennon en 1967, en la cumbre de su fama. El músico de Liverpool compró la isla de Dorinish, una pequeña manga de playa deshabitada en la bahía de Clew, en Irlanda. La intención de Lennon fue construirse una residencia en la isla, pero nunca llegó a hacerlo, aunque ordenó empezar con el papeleo. Lennon no pasó de visitar la isla en una caravana y llevar allí a su familia: tanto a su primera esposa, Cynthia Powell, como a la segunda, Yoko Ono.
En 1970, tras la disolución de The Beatles, Lennon se mudó a Estados Unidos, y su interés por Dorinish, que le había costado unas razonables 1.700 libras, decreció. Quizá por ello, y por el humor de la época, dio permiso a Sid Rawle, un conocido activista hippie por la paz, para establecer allí una comuna, para horror de los vecinos de la zona. Rawle consiguió que 25 personas se desplazaran a vivir al terreno -unos 76.000 metros cuadrados-. La experiencia terminó en 1972, cuando un incendio destruyó las pequeñas estructuras que la comuna había construido en la isla.
Aunque Lennon nunca volvió a pisar Dorinish, nunca quiso deshacerse de ella. No fue hasta después de su muerte que la isla cambió de propietario. Yoko Ono la vendió en 1984 a cambio de 30.000 libras, que fueron directamente donados a un orfanato irlandés (cabe recordar que, en los inicios de su relación, Lennon y Ono se mostraron muy sensibles hacia la causa irlandesa, a la que dedicaron la canción The luck of the Irish).
En septiembre del año pasado, la isla de Dorinish, ya conocida como la ‘Beatle Island’, fue puesta nuevamente en venta. La crisis irlandesa puso en el mercado en el terreno a un precio aparentemente de saldo -240.000 libras-, pero que multiplica por ¡14! el montante que Lennon pagó 45 años antes.
Quizá el caso de la deshabitada isla de Dorinish sea un buen ejemplo de burbuja inmobiliaria, o al menos de burbuja insular. Aunque palidece ante el mayor de todos: la isla de Manhattan. La zona, uno de los metros cuadrados más caros del mundo, apenas les costó 24 dólares a los colonos holandeses que la adquirieron a los indios en el siglo XVII.
Lourdes López 16/07/2013 - 00:00h | Última actualización: 16/07/2013 - 16:00h
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