viernes, 16 de enero de 2015

El difícil regreso del ‘Made in USA’



Thorley Industries LLC empezó a planear hace varios años el lanzamiento de un asiento infantil para el auto con un conjunto de controles electrónicos y una posible novedad: producirlo en Estados Unidos.
Ejecutivos de Thorley, que fabrica en China la mayoría de su línea de productos para el cuidado de niños, quiso evitar los vuelos transpacíficos y las barreras idiomáticas que conlleva el comercio internacional, al menos con uno de sus productos. Buscaban reducir los costos de transporte y eliminar la espera de varios meses para recibir los suministros y pasar por la aduana. También estaba la posibilidad de que los clientes prefirieran productos hechos en EE.UU.
Al comienzo, por lo menos, “creo que todos definitivamente estábamos haciendo fuerza por EE.UU.”, cuenta Rich Juchniewicz, desarrollador de productos de la empresa con sede en Pittsburgh, que comercializa su línea para bebés bajo la marca 4moms.
Durante décadas, EE.UU. ha cedido más y más de sus manufacturas a rincones del mundo con menores costos. Nadie espera que EE.UU. vuelva a fabricar la mayoría de sus aparatos electrónicos, herramientas, juguetes, muebles, dispositivos de iluminación y otros productos para el hogar, que suman más de US$500.000 millones al año en importaciones.
No obstante, algunas empresas sostienen que EE.UU. ha recuperado su atractivo. Los salarios son estables, por ejemplo, mientras que en China se han disparado. El auge energético estadounidense ha abaratado el gas natural y mantenido bajo control los costos de la electricidad. Además, más compañías quieren proteger sus diseños de quienes los copian en el exterior, supervisar más de cerca el control de calidad y evitar posibles interrupciones en la cadena de suministro transoceánica.
Conforme disminuyen las ventajas de China en cuanto a costos, EE.UU. tiene el potencial, mediante inversiones en la automatización, de volver a producir los productos para el hogar que importa, tales como televisores, aspiradoras y tostadoras, dice Hal Sirkin, socio sénior de Boston Consulting Group en Chicago. Las empresas estadounidenses lo harán “no para ser patrióticas, sino porque pueden ganar dinero”, asegura.


Cualquier cambio, por pequeño que sea, podría depender de la experiencia de compañías como Thorley, que planea comenzar a vender sus nuevos asientos infantiles este año.
Más de una decena de gerentes de Thorley comenzó su misión con visitas a potenciales fábricas en cuatro estados para hallar un fabricante, como habían hecho otras empresas pioneras.
Por ejemplo, K’Nex Brands LP, fabricante de juguetes con sede en Hatfield, Pensilvania, hace unos años trajo la mayoría de sus juguetes de construcción de China a EE.UU. A diferencia de Thorley, K’Nex ya tiene una planta manufacturera, lo que le facilita la repatriación.
De todos modos, a K’Nex le costó encontrar un fabricante estadounidense para sus bloques de madera Lincoln Logs, los cuales produce en China bajo licencia de HasbroInc. Michael Araten, presidente ejecutivo de K’Nex, notó que algunas fábricas madereras de EE.UU. estaban equipadas sólo para muebles y otros grandes productos; otras no podían moldear el pequeño juguete de madera en grandes cantidades. Finalmente, fue contactado por PrideSports LLC, una empresa que fabrica tees de golf y que tenía maquinaria para producir los pequeños bloques. Los Lincoln Logs hechos en EE.UU. saldrán a la venta este año.
Más empresas estadounidenses trasladarían la producción al país si en su análisis de costos incluyeran cosas como los viajes que hacen sus ejecutivos al exterior y la necesidad de mantener grandes inventarios para cubrir posibles interrupciones en el suministro, dice Harry Moser, fundador de Reshoring Initiative, una organización sin fines de lucro financiada por la industria que promueve la manufactura en EE.UU.
Willy Shih, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, es menos optimista. “China realmente ha captado toda la cadena de suministro de electrónicos”, señala, y es menos probable que estos regresen a EE.UU. En vez de intentar hacer productos en EE.UU., afirma, “vamos a tener que enfocarnos en las tecnologías de próxima generación” como medicamentos avanzados.
Algunos de los obstáculos son prácticos. EE.UU. necesita reconstruir su base de proveedores, así como invertir en equipos manufactureros más eficientes. La edad promedio de la maquinaria industrial en EE.UU. ha superado los 10 años, el nivel más alto desde 1938, según estimaciones de Morgan Stanley & Co.
Wal-Mart Stores Inc. ha intensificado sus esfuerzos para comprar más bienes producidos en EE.UU. pero ha tenido dificultades para hallar dispositivos eléctricos hechos en el país. El gigante minorista vende ventiladores fabricados por Lasko Products Inc., una empresa familiar de West Chester, Pensilvania, pero esta empresa, al igual que otras en EE.UU., ya no puede encontrar proveedores nacionales de pequeños motores eléctricos.
Estos motores requieren trabajo manual, una de las razones por las cuales la industria se trasladó a Asia hace décadas. Incluso si los sueldos subieran en ese continente, la producción probablemente no volverá a EE.UU., señala Alex Chausovsky, de la firma de investigación IHS Technology. “No se trata de la ventaja de los costos laborales. Son las economías de escala”, afirma. “Estamos hablando de cantidades absolutamente enormes”.
Algunas grandes empresas han vuelto a traer parte de su producción a EE.UU., entre ellas Whirlpool Corp. , Caterpillar Inc. y Ford Motor Co. Sin embargo, muchos diseñadores de bienes de consumo de EE.UU. se han acostumbrado en las últimas dos décadas a contratar fabricantes extranjeros. Algunos dudan que puedan obtener las mismas destrezas, eficiencia y flexibilidad en EE.UU.
Además, la diferencia en los costos sigue siendo importante. Los costos laborales en China están subiendo hasta 20% al año. Por ejemplo, los trabajadores de Jetta Co., uno de los principales fabricantes chinos de Thorley, en su planta de Nansha ganan alrededor de 3.300 yuanes, o US$537 al mes. Los que tienen habilidades especiales reciben más. Sin embargo, el sueldo mediano de los trabajadores de ensamblaje en EE.UU. es de unos US$2.600 mensuales, según datos del gobierno.
En el caso de los asientos infantiles, los ejecutivos de Thorley finalmente decidieron, después de evaluar las propuestas de fabricantes chinos y estadounidenses y considerar diversos factores, que lo mejor sería producirlos en China.
“Creo que los chinos se esforzaron un poco más” para obtener el trabajo, dice Juchniewicz.

miércoles, 14 de enero de 2015 19:45 EDT
http://lat.wsj.com/articles/SB10047603870532364877304580400080002077578?tesla=y

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