Escultura de Sam Jinks (Sam Jinks)
- Escultores hiperrealistas como Sam Jinks trabajan para fabricar la piel de la nueva generación de androides
El principal inconveniente de los robots es que no son humanos. Esta frase es una obviedad, sí, pero manifiesta uno de los grandes retos tecnológicos. Cada vez hay más administraciones, empresas y sectores enteros que admiten que, en pocos años, las máquinas asumirán con más eficiencia que las personas numerosas tareas y procesos: porque son muy repetitivos o tediosos, o por todo lo contrario, es decir, porque son excesivamente variados y complejos. Sin embargo, los destinatarios de estas acciones y los usuarios de estos servicios podrían quedar insatisfechos en última instancia porque la sensación de estar tratando con aparatos y gadgets pesaría demasiado.
Para resolver este desajuste, son muchas las compañías de robótica e inteligencia artificial que se están esforzando en perfeccionar el acabado de sus dispositivos. Hay quien prefiere trabajar con profesionales de los efectos especiales, expertos en dotar de verosimilitud inventos y situaciones que son producto de la manipulación humana. Así, las máquinas no tendrían un aspecto tan frío, incluso se asemejarían a seres de carne y hueso. Y, con este mismo objetivo, otras organizaciones han apostado por contratar a artistas. Consideran que ellos pueden proporcionar a los robots una dimensión extra, algo intangible que haría más cercanos a los androides. Uno de los grandes nombres en esta actividad es Sam Jinks.
Como demuestra su participación en dos exhibiciones en la National Gallery of Australia (Hyper Real) y en la Art Gallery of Ballarat (Romancing the Skull), este escultor es uno de los creadores mejor preparados para proporcionarles la piel a los robots de nueva generación. Cuesta distinguir sus obras, que inicialmente son modeladas en arcilla y luego son fabricadas con silicona, de las personas reales. Desde hace dos años, colabora con un ingeniero establecido en América del Norte con este difícil encargo. Esta tarea estética se armoniza con la posibilidad de que los androides se muevan y hablen como nosotros.
Ejemplos como Han, Jia Jia, Erica o Sophia demuestran hasta qué punto se ha avanzado en esta línea. En algunos casos, los humanoides pueden parpadear, fruncir el ceño y llevar a cabo acciones tan sutiles y empáticas que sus interlocutores pueden dudar acerca de su naturaleza. Sin llegar a extremos como los mostrados por la reciente Blade Runner 2049, por su predecesora en la gran pantalla y por muchas otras películas, series, videojuegos, cómics y libros de ciencia ficción, los conflictos éticos, legales, etc. que se pueden derivar de esta progresión son más que previsibles.
Sea como fuere, abundan las razones para investigar cómo conseguir que los robots resulten menos mecánicos, sobre todo si se tiene en cuenta que algunas de las áreas en las que se prevé que su introducción sea más intensiva son las relacionadas con la educación, la sanidad, la calidad de vida y la seguridad. Según este punto de vista, lo deseable sería que las funciones terapéuticas, de compañía a ancianos y enfermos, etc. las dispensasen entes menos fríos que la mera acumulación de cables, plástico y metal. Instituciones como la Sociedad Psicológica Estadounidense abonan esta teoría.
De acuerdo con sus estudios, la soledad y el aislamiento presentan un riesgo más elevado para la población que enfermedades y problemas como la obesidad. El doctor Ian Pearson, una autoridad mundial en las previsiones de futuro, asegura que en 2025 las mujeres ya elegirán como compañeros a los robots en lugar de escoger a los hombres; los varones harán lo mismo con las mujeres en 2050. No obstante, antes habrá que responder las preguntas que suscitan las dimensiones emocional y espiritual de este desafío. Y corregir sesgos como el que supone que muchas de estas androides tengan el aspecto de chicas jóvenes, atractivas y sumisas.
Se prevé que las máquinas asuman masivamente tareas en educación, sanidad y seguridad, áreas en las que conviene interactuar con alguien con aspecto humano
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