Niños sirios miran desde la ventana de un autobús mientras son evacuados de la asediada Duma. BASSAM KHABIEHREUTERS
Tras siete años de conflicto marcado por un gran sufrimiento humano y una implacable destrucción, los sirios que se han visto forzados a abandonar sus hogares expresan su temor a volver a un país devastado
A siete años del inicio de la guerra en Siria la situación sigue siendo desalentadora. Niñas, niños, mujeres y hombres continúan ahogados en un conflicto marcado por un tremendo sufrimiento humano, una destrucción implacable y un desprecio flagrante por los derechos humanos.
Las terribles noticias que llegan estos días desde Guta Oriental, donde el brutal conflicto se ha recrudecido, han devuelto la guerra a los titulares de los principales medios de comunicación. Los recientes combates en otras zonas como Afrin, Idlib y Deir Ez-Zor continúan cobrándose vidas y dejando a las familias en una situación desesperada. Durante este largo conflicto a menudo se han despreciado y destruido las vidas de las mujeres, hombres, niñas y niños sirios.
Hace poco, mientras rodaba un documental sobre refugiados en Líbano y Jordania, me conmovió la valentía y resiliencia de las personas que conocí. Sin embargo, muchas lo único que hacen es lograr sobrevivir, año tras año, en condiciones terribles.
Los hogares de muchas de estas personas en ciudades y pueblos sirios se han visto reducidos a escombros o están ocupados por extraños. Jawaher, una madre de Homs, me decía: "Nuestras casas han desaparecido. ¿Cómo podemos regresar a un lugar que ya no existe?".
Tras siete años de conflicto las estadísticas son espeluznantes: al menos 400.000 personas han muerto y más de 13 millones necesitan desesperadamente ayuda humanitaria, entre ellas casi 400.000 atrapadas en zonas sitiadas como Guta Oriental. Más de la mitad de la población, casi 12 millones de personas, ha huido de sus hogares (muchas de ellas en varias ocasiones). Más de 5,6 millones de personas refugiadas viven en países vecinos, la mayoría en condiciones de extrema pobreza.
Jawaher, la refugiada a la que entrevisté para la película, me contó que su hijo ha regresado a Siria hace poco y que le manda mensajes de texto en los que le cuenta que la situación "es mala, muy mala". A pesar de las bajas temperaturas carece de cualquier fuente de calor y no ha recibido ningún tipo de ayuda. Las organizaciones humanitarias todavía no consiguen llegar a muchas personas que necesitan ayuda dentro de Siria.
Sin trabajo, sin ayuda
Ser ciudadano o ciudadana de Siria es difícil incluso si consigues escapar del país. Quienes viven en la capital de Jordania, Amán, saben lo elevado que es el coste de vida allí. Imagínense ser una persona refugiada siria y tener que vivir, comer y cuidar de los hijos. A pesar de los esfuerzos de las autoridades jordanas muchos refugiados y refugiadas no consiguen encontrar trabajo y dependen totalmente de la limitada ayuda que reciben. Esto condena a muchos, especialmente a muchas mujeres, a vivir sin un trabajo con el que ganarse la vida dignamente. ¡Qué terrible desperdicio de talento!
Una joven refugiada siria en el campo de Za'atari también nos contó su historia y cómo está forjando su propio destino como reportera para una revista sobre la vida en ese campo. Abeer tiene 20 años, espera poder regresar a Siria algún día y se ha fijado como meta devolver a su país algo por "todo lo sufrido y sacrificado". Sueña con poder contar las historias de los sirios y sirias que retornen para comenzar de nuevo y reconstruir su país. La pregunta es cuándo, cuánto más va a durar este conflicto y cuánto va a costar.
En los últimos años, la comunidad internacional ha proporcionado a la región miles de millones de euros en ayudas que han servido para mantener con vida y aliviar el sufrimiento de millones de personas refugiadas, pero los esfuerzos no han aumentado en proporción a la creciente magnitud de las necesidades.
La continua violencia, el derramamiento de sangre y el sufrimiento en el que vive sumido el país demuestran el fracaso catastrófico de la comunidad internacional. Los esfuerzos por salvar vidas civiles y proporcionar ayuda humanitaria a las personas atrapadas en el conflicto se han visto continuamente socavados por las operaciones militares.
Los líderes mundiales tienen una inmensa deuda en la tarea de proteger y ayudar a la población civil, así como promover una solución política a este conflicto. La población siria se lo merece.
Shaheen Chughtai es responsable de Campañas de Oxfam para la crisis siria. Durante el año 2017, la ONG prestó asistencia a dos millones de personas, entre residentes en Siria, personas refugiadas y comunidades de acogida en Jordania y el Líbano, proporcionándoles agua potable, saneamiento y ayuda alimentaria.
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