jueves, 7 de junio de 2018

“Ellos vienen a comprar marcas y nosotros vamos a por imitaciones”

“Ellos vienen a comprar marcas y nosotros vamos a por imitaciones”

Sergi Vicente, periodista y escritor

Soy barcelonés. Del 2002 al 2014 viví en China. Estoy casado con una pekinesa, tenemos dos hijos de 7 y de 3 años. Dirijo Betevé. Me preocupa que no seamos capaces de ocuparnos de las urgencias, desde la amenaza de la aniquilación mutua de las potencias mundiales hasta el cambio climático. Soy agnóstico


El control en China es cada vez más sofisticado.
Porque la sociedad china avanza a velocidad de vértigo y es cada vez más compleja. Pero consiguen controlarla, ahí está la gran muralla digital.
Y el carnet por puntos que castiga a “los malos ciudadanos” y premia a los buenos.
Los ciudadanos no lo viven como una amenaza, pese a los cien millones de cámaras de vigilancia conectadas a bases de datos.
Según quienes sean tus amigos y tus gustos podrás o no pedir una hipoteca, estudiar, viajar...
Pero al mismo tiempo la sociedad tiene la percepción de que las cosas van a mejor. Antes pasaban hambre y ahora no, antes no podían comprarse lujos y ahora sí.
¿Han olvidado la matanza de Tiananmen?
Sí, es como si no hubiera existido. Los chinos son pragmáticos, siempre miran hacia delante, y como las cosas van a mejor, son conformistas.
Usted ha vivido la década de los grandes cambios.
La velocidad del cambio ha sido impactante. En una calle en la que no había ni un edificio, al ­cabo de seis meses había decenas de ellos. En todas las ciudades veías ejércitos de obreros.
La prodigiosa década del 2000.
En diez años he visto tejerse la red de telecomunicaciones, autopistas, líneas de tren de alta velocidad, aeropuertos. La contaminación se ha multiplicado, pero el ciudadano chino medio se siente orgulloso.
¿Y la precariedad laboral?
Ha mejorado, han construido un sistema de pensiones, han actualizado los salarios, y está cambiando su estructura económica.
¿Qué problema ve acuciante?
La desigualdad, la contaminación, la falta de libertad, las malas condiciones laborales..., pero por encima de todo, la crisis de valores.
¿A qué se refiere?
Hoy en China lo que prevalece es el lucro, se celebra el enriquecimiento a cualquier precio, y sin una prensa libre que denuncie los abusos es difícil detectarlos.
Explica en su libro que un amigo acabó en el hospital por comer rata muerta.
Le dijeron que era cordero y le dieron rata muerta envenenada. No digo que eso sea la norma, pero refleja esa falta de valores. China tiene un gran problema de inseguridad alimentaria con prácticas como el reciclaje de aceites entre otras muchas. En el 2008 doce bebés murieron y muchísimos enfermaron por beber leche en polvo contaminada deliberadamente con melamina por una simple cuestión de lucro.
Entiendo.
La falta de organizaciones de consumidores, de un debate abierto, hace que estos casos no se tengan en cuenta por mucho que se condene a muerte a los responsables.
¿Qué otros grandes cambios cotidianos ha vivido?
Cuando llegué, en el 2002, la mayoría de los inodoros eran agujeros en el suelo, compartías sin ningún tipo de separación física tu espacio con el de otros. Hoy en la China avanzada los baños son mucho más modernos y limpios que los nuestros.
¿Cómo llevan la gran muralla digital?
Han convertido internet en una intranet muy efectiva, pero creo que si el partido tiene la tentación de ejercer el control social de manera asfixiante tendrá problemas, así que lo modulan permitiendo espacios de libertad y ofreciendo mucho entretenimiento.
El actual opio del pueblo.
Aquí también hemos hipnotizado nuestro sentido crítico.
¿Los centros comerciales triunfan?
Sí, y las marcas hacen furor. Ellos vienen aquí a comprar cosas de marca y nosotros vamos allá a comprar imitaciones. También se ha disparado la acumulación de propiedades. Y el dinero en metálico ya no existe, todo el mundo paga con el móvil, incluso dan limosna a través de él.
Los coches de lujo también hacen furor.
Hay marcas enteras que sólo van al mercado chino. Las calles de una ciudad como Wenzhou, que aquí nadie conoce, están llenas de Ferrari, Lamborghini, Maserati...
La contaminación es espantosa.
Pasaba meses sin ver el sol por la contaminación. En Pekín los periodistas españoles teníamos la expresión pekinazo para cuando te da el bajón anímico por no ver el sol. En casa y en la oficina se vive con filtro de aire, y por la calle se va con mascarilla.
Hoy el dinero está allí.
Sí, y como Europa quiere negocios con ellos, ya no se toca el tema de los derechos humanos. Cuando le dieron el Nobel de la Paz al disidente Liu Xiaobo, China dejó de comprar salmón noruego y sus exportaciones se hundieron. Han tardado diez años en recuperarse, por eso hay tantos abrazapandas.
¿ Abrazapandas?
Cuando China está de buenas con un país le regala un panda, por eso quien es excesivamente complaciente con China recibe ese apelativo.
¿Usted también?
Yo pasé de la admiración a la crisis cuando la parte más oscura de la represión me tocó de cerca. He visitado manicomios donde encierran a los que les molestan y los tratan como locos: medicación, electrochoques... Entrevisté a dos hermanas que acabaron allí por intentar denunciar un problema laboral.

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