La posibilidad de fabricar todo tipo de objetos en 3D revolucionará nuestras vidas, aunque puede tener sus riesgos.
La primera vez que se utilizó una pistola fabricada con una impresora 3D, en 2013, las imágenes se colgaron en Internet para que todo el mundo pudiera verlas. Aunque fueron confiscadas de forma casi instantánea por el Gobierno de Estados Unidos, para entonces ya se habían visualizado casi 100.000 veces. El pasado 1 de agosto, el proyecto de la pistola en 3D volvió a aparecer en la red y los fiscales de ocho estados de EEUU presentaron demandas para intentar vetarlo. La batalla judicial continúa.
La impresión 3D consiste en la fabricación de un objeto utilizando tinta digital. Las últimas impresoras 3D caben en una mesa y tienen un coste inferior a mil dólares. Mientras dispongamos del diseño y los materiales adecuados podemos fabricar objetos que hasta ahora parecían imposibles en nuestra propia casa.
En la otra punta del mundo, Nepal experimenta avances en el proceso de industrialización. La introducción de varias impresoras 3D ha permitido que muchas microempresas despeguen. Fabrican productos como empalmes de tuberías que antes se veían obligados a importar a un alto precio.
En Europa, la impresión 3D ya significa, por ejemplo, poder fabricar todas las piezas que incluye un avión sin necesidad de pasar por la cadena de suministro.
En otros continentes se han llegado a crear órganos vitales en impresoras 3D utilizando las células de una persona, lo que reduce las posibilidades de que se produzca rechazos. Además, los implantes ortopédicos utilizando tecnología de impresión 3D reproducen mejor la estructura ósea.
POSIBLES PROBLEMAS
En las manos adecuadas, la impresión 3D ofrece soluciones revolucionarias y enormes beneficios. Sin embargo, la práctica entraña ciertos riesgos.
Las armas están sujetas a estrictos controles en muchos países, al igual que los órganos. Lo mismo ocurre con los objetos manufacturados, que deben cumplir una normativa para garantizar su seguridad. Normalmente los fabricantes de estos objetos están sujetos a una regulación y los productos deben tener un certificado de que han pasado los controles.
Pero, ¿cómo puede vigilarse una tecnología utilizada para fabricar en nuestra propia casa? El Gobierno de EEUU intenta controlar el destino de la tinta digital que se utiliza para fabricar armas. Sin un archivo digital, las impresoras 3D no funcionan.
Sin embargo, como muchos aspectos de Internet, este también es difícil de gestionar. Imponer estrictos controles a los materiales utilizados en las impresoras 3D es otra forma de limitar lo que se fabrica pero sería difícil prohibir el plástico, un material que se utiliza con mucha frecuencia en estas impresoras. Controlar el qué se destina a la impresión 3D puede ser más práctico que vigilar la información que aparece en Internet.
Por su parte, hay quien argumenta que los diseños de impresión en 3D deberían estar siempre disponibles online. Ha sido precisamente la disponibilidad de todo lo relacionado con esta tecnología lo que ha facilitado la innovación en este campo. Lo mismo ocurre con las impresoras. Después de que muchas patentes caducaran a finales de los 2000, la tecnología avanzó con mucha rapidez. Una impresora 3D solía costar miles de dólares y ahora se puede comprar una por menos de mil.
La revolución de la impresión 3D es imparable. En respuesta a la burbuja inmobiliaria, se está planteando incluso la construcción de viviendas con impresoras 3D.
Yo misma he visto una impresora enorme capaz de construir la carcasa entera de un coche. También existen alimentos que se imprimen con tecnología 3D. Como con cualquier tecnología, tendremos que evaluar sus consecuencias y aprovechar sus ventajas. Al igual que ocurrió con los inventos del pasado, como el motor de combustión interna, que transformó nuestras vidas pero despertó suspicacias, los gobiernos tendrán que decidir lo que debe controlarse y lo que no.
LINDA YUEH (FINANCIAL TIMES)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.