domingo, 14 de octubre de 2018

El cambio climático nos puede volver locos, literalmente

El cambio climático nos puede volver locos, literalmente
Los que sobrevivieron al huracán Katrina (2005) tienen un 4 % más de probabilidades de sufrir problemas mentales


Según los expertos el aumento de las temperaturas puede provocar depresiones, estrés e incluso ansiedad


Si la temperatura global de la Tierra aumentase dos gradoscentígrados la mayoría de las grandes metrópolis del mundo quedarían bajo el agua, con lo que más de 275 millones de personas se verían obligadas a desplazarse. Todas ellas serán, en pocas décadas, refugiados climáticos, el tipo de refugiados que abundará más en el planeta de seguir aumentando la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera.
A día de hoy, la temperatura media del planeta excede en un grado la de la época preindustrial, pues ha ido incrementándose a un ritmo de 0,2 grados por década. Según las estimaciones de los científicos del Panel Intergubernamental de Expertos de Cambio Climático de laONU (IPCC, por sus siglas en inglés), las peores consecuencias de esta subida son el aumento del número de días de calor extremo, de inundaciones y de episodios de sequía que, auguran, se agudizarán en los próximos años.
De hecho, los mismos especialistas alertaban hace tan solo unos días de que la humanidad dispone sólo de 12 años para reducir las emisiones de gases y rebajar su huella ecológica si quiere mantenerel calentamiento global por debajo de los 1,5 grados centígrados, algo que, exponen, evitaría eventos climáticos extremos catastróficos.

Pero el calentamiento global no sólo afecta al clima, sino también a nosotros, pues según un estudio publicado este mes de octubre en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences esta circunstancia perjudica la salud mental de las personas, que pueden sufrir depresiones, estrés e incluso ansiedad debido al aumento de las temperaturas.
Para la elaboración del trabajo, liderado por Nick Obradovich, que es investigador del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), los autores analizaron datos sobre la salud mental de unos dos millones de personas en Estados Unidos correspondientes al período comprendido entre el 2002 y el 2012.
Luego compararon los expedientes con el registro meteorológico correspondiente al mismo período y comprobaron que los lapsos de tiempo durante los que los participantes presentaban un peor estado de salud mental coincidían con los períodos de temperaturas más altas y mayores tasas de precipitación.
Así, por ejemplo, advirtieron que los meses con al menos 25 días de precipitaciones o temperaturas medias mensuales superiores a 30 grados centígrados incrementaban la probabilidad de tener problemas de salud mental en un 2 y en un 0,5 %, respectivamente.

Pero esto no es todo, ya que el equipo de investigación también examinó los informes de los afectados por el huracán Katrina (2005) y constató que ellos tenían un 4 % más de probabilidades de sufrir problemas mentales que otras personas que vivían en entornos similares pero que no habían presenciado el fatal episodio.
A juicio de los expertos, saber de donde vienen los problemas es imprescindible para tratarlos y ello hace muy necesaria la investigación en este campo. De hecho, las conclusiones de este trabajo van en la línea de las de estudios anteriores, que sugieren que el calor puede, entre otros, aumentar el riesgo de suicidio –en los días de más calor se registran más ingresos hospitalarios por autolesiones-, alterar los patrones de sueño y empeorar el estado de ánimo.
Pero, ¿estarán relacionados todos estos factores? Es decir, ¿será la falta de sueño derivada del aumento de la temperatura lo que produce estrés? ¿Y la desesperación producto de la pasividad de las autoridades ante el cambio climático? Por el momento los investigadores desconocen todas estas respuestas, si bien seguirán investigando para dar pronto con ellas.

Artículo científico de referencia: Nick Obradovich el al., “Empirical evidence of mental health risks posed by climate change,” PNAS(2018). https://doi.org/10.1073/pnas.1801528115

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