viernes, 12 de octubre de 2018

“Los robots demuestran que los humanos somos insustituibles”

“Los robots demuestran que los humanos somos insustituibles”

Ken Goldberg, catedrático de Ingeniería Robótica en la Universidad de California, Berkeley


Hablamos de robótica , pero Goldberg confirma mi primera ley de humanística tras 20 años de entrevistas: cuanto más importante es un personaje, más sencillo, agradable y generoso. También demuestra la segunda: que los clichés duran hasta que conoces a las personas. Porque es simpático y extrovertido, todo lo contrario de la caricatura del techie empollón. Y rebosa de un sentido común que aquí aún es extraordinario. Explica que ve en Barcelona una epidemia de obesidad digital. Demasiada gente enganchada al móvil. Y recomienda un día semanal de ayuno digital por higiene mental. Tal vez el domingo, apagar el móvil al amanecer hasta el del día siguiente. Le prometo intentarlo y adelgazar unos cuantos megas.

¿Qué parte de nuestras vidas será robotizada?
De momento, sólo nuestras fantasías. Los robots nos fascinan porque son nuestros espejos. En realidad, al mirarlos, nos miramos.
¿Nos interesan en la medida en que los diseñamos a nuestra imagen...
...y semejanza? La semejanza ya nos gustaría lograrla, pero cuesta mucho más. Los robots, de humanos sólo tienen y tendrán la forma.
¿Eso no le desanima como robotista?
Me anima como humano. Cuanto más avanza la robótica, más demuestra que los humanos somos insustituibles. Por eso, lo que me fascina de los robots es nuestro reflejo en ellos y como pone en evidencia lo singulares que somos.
¿También si hacemos tareas mecánicas?
Hoy ya hacemos muy pocas. Le daré un dato: Amazon y Apple invierten fortunas en investigar la inteligencia artificial, pero cada vez gastan más dinero también en mejorar con humanos su atención telefónica.
Ahora nos atienden al teléfono con una mezcla de máquinas y personas.
Pero si son las dos compañías más grandes del mundo es porque también dan el mejor servicio telefónico del mundo. Y lo dan con humanos. Los robots sólo ponen en evidencia lo necesarios que somos para tratar con otros humanos.
¿Y todos esos empleos que eliminarán?
He leído los informes del FMI, de think tanks y de los grandes lobbies y me parecen exagerados y sin fundamento. Si usted tiene un trabajo en el que se requiere conversar y tratar con personas, ningún robot podrá sustituirle.
¿Y si soy conductor?
Sustituir a todos los conductores es, hoy por hoy, imposible.
Pues repiten que los coches irán solos.
Será un proceso largo, lento, complejo y no sé si llegará a completo. Empezarán a automatizarse las autopistas, pero para entrar y salir de ellas hay que interactuar con otros humanos.
Y eso sí que requiere sutileza.
Yo ya tengo mis años y he oído varias veces esa canción de los robots dominando el mundo y quitándonos empleos: en los sesenta, y no pasó; en los setenta, tampoco; ni en los ochenta. Luego hubo desencanto con la inteligencia artificial y ahora vuelven a estar de moda.
Porque ustedes progresan mucho.
No tanto. Los ingenuos repiten el cuento de la progresión geométrica: que la tecnología avanza poco a poco al principio, pero, de repente, se dispara y revoluciona el mundo.
¿Cómo son, pues, las curvas tecnológicas?
Más bien dibujan una s. Empiezan muy poquito a poco, casi planas; después se disparan, pero luego entran de nuevo en un periodo de progreso muy lento. Fíjese en la aeronáutica.
Llegamos al Concorde, pero retrocedimos y ahora el superjumbo no tiene éxito.
O los teléfonos móviles: cada año sacan uno nuevo con más velocidad de procesador, cámara y bla, bla, bla... ¿Pero para qué quiero todo eso si no me hace ninguna falta?
Le hace más falta a ellos venderlo que a nosotros comprarlo.
Dicho lo cual, soy humano y me equivoco (pero las máquinas se equivocan más y peor). Así que si vuelvo a Barcelona y los coches circulan sin conductor, me comeré mi sombrero.
¿Qué tipo de robots podrían conseguir que usted se comiera el sombrero?
Las tres áreas donde las máquinas aprenden más rápido ahora son: reconocimiento de imágenes, reconocimiento del habla y traducción automática entre lenguajes humanos.
Esta misma entrevista será traducida con ayuda de software eficiente a varias lenguas.
Y ahora mismo yo me reúno con mi equipo que está en China y usamos traductores directos e inversos muy eficientes.
¿Ganará China a Google la carrera de la inteligencia artificial? ¿Nos dominará?
Los chinos han empezado básicamente copiándonos, como antaño los japoneses y coreanos. Pero también trabajan hoy más que nadie. E investigan. Los mejores papers de robótica ya son chinos, igual que mis mejores estudiantes y colaboradores son chinos.
¿Empollones?
No saben lo que es un día de fiesta. Yo hago ayuno digital los sábados y cuando me llaman el domingo están agobiados porque no les he contestado...¡durante todo un día! Les digo “Yo soy judío y ayer era sábado”, y ellos contestan:“Yo soy chino y no tenemos fin de semana”. Y acabamos trabajando como locos todo el domingo.
¿Le ha dado miedo algún robot?
Lo que de verdad me preocupa de la robótica no es tanto el empleo o la disrupción social que cause como su enorme potencial para ser aplicada a la represión y control de sociedades.
¿Un Stalin en cada semáforo?
Un Stalin que hoy puede localizar una cara entre miles en cada calle o saber dónde estamos todos siempre.
No me asuste.
El lado positivo de esa robótica es que ha conseguido que no haya robos en los aeropuertos y estaciones, porque están llenos de cámaras.
¿Lo más difícil para un robot es lo más fácil para un humano y viceversa?
Es la paradoja de Moravec, que fue mi profesor. A un robot le es fácil ganarnos al ajedrez, pero le es muy difícil limpiar el tablero. La enunció hace 30 años y todavía se cumple: robots y humanos no podemos sustituirnos, pero nos complementamos y nos necesitamos.

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