Imagen de uno de los conciertos de Maria Callas, recreada digitalmente, junto a una orquesta con músicos reales.
BASE HOLOGRAM
La recreación digital de la cantante de ópera, acompañada por 50 músicos en directo, inicia en Londres su gira europea. Amy Winehouse ‘resucitará’ de igual forma en 2019
Anoche algunos tuvieron que frotarse los ojos más de una vez en Londres para creer lo que veían: a Maria Callas cantando en el concierto celebrado en el London Coliseum. El hecho imposible fue posible gracias a que la diva, fallecida hace más de 30 años, volvió a aparecer sobre un escenario en forma de holograma. Además, no fue algo puntual. La célebre soprano, cuyos huesos descansan en el cementerio del Père-Lachaise de París, inicia su gira por Europa que se prolongará en América, tras probarse en Estados Unidos y México.
Como decía la niña rubia de esos espíritus que venían del más allá en la película Poltergeist, los conciertos en hologramas ya están aquí. De la fabulación de muchas personas e incluso de experimentos aislados más o menos conseguidos en los últimos años, se ha pasado ahora a una realidad. Maria Callas no es la única artista zombi que estará de gira. El año que viene Amy Winehouse, muerta en 2011, recorrerá el mundo en forma de holograma y acompañada de una banda en directo. Detrás de estas resurrecciones está la compañía BASE Hologram, que ayer presentó en Londres su producción.
“Aquellos que adoran a la Callas y que suspiran por no haber podido escucharla en directo —y no creo que queden muchos con vida que tengan esa experiencia— van a tener esa oportunidad”, dijo Martin Tudor, consejero delegado de BASE Hologram. Tudor no tiene miedo al escepticismo o el rigor con que pueda ser acogido su nuevo espectáculo, Maria Callas in Concert, entre los amantes de la ópera o los críticos de lírica. De hecho, el también productor ejecutivo de BASE Hologram cree que no existe nada parecido a lo que han creado: un espectáculo con la gran diva sobre el escenario en un holograma proyectado con láser de alta tecnología militar y acompañada en directo por 50 músicos de la Royal Philharmonic Orchestra.
Ha sido una tarea compleja y costosa. Un doble ha ensayado durante semanas los movimientos en escena de Callas para poder proyectar la recreación más próxima al personaje real. Mientras, a través de un laborioso proceso técnico se ha conseguido aislar del modo más puro posible la voz de la mezzosoprano de las históricas grabaciones que realizó en los estudios de Abbey Road, en Londres. “Algo enormemente complicado”, explicó Tudor. “En primer lugar, porque eran grabaciones en mono, sin pistas, con todos los sonidos mezclados. Pero sobre todo, porque el tono de la Callas era prácticamente perfecto. Era extremadamente difícil separarlo, por ejemplo, del sonido del violín, cuando ambos interpretaban la misma melodía. No se distinguían”, contó.
Los ingleses tienen una expresión para definir ese momento, en el teatro, en que el espectador renuncia a todo lo que sabe de antes y se deja implicar emocionalmente por el contenido de la historia: a suspension of disbelief (el suspenso de la incredulidad). Tudor afirmó que la combinación de músicos en directo y la perfección alcanzada por los técnicos de su compañía en recrear a la Callas convence al público, que a lo largo del espectáculo se olvida que lo que tiene delante es una ficción. “Las personas que ya lo han visto interactúan de un modo emocional, creen realmente que la están escuchando de nuevo”, dijo.
Roy Orbison resucita
BASE Hologram ya realizó un primer espectáculo de este tipo con la figura del cantante estadounidense Roy Orbison, aunque la primera producción seria en el mundo de los conciertos zombis fue en 2012 cuando el rapero Tupac, muerto en 1996, apareció en mitad del festival Coachella, que se celebra en California. Desde entonces, se han hecho recreaciones puntuales de una noche y de no más de una hora como las de Billie Holliday y Whitney Houston. Incluso se llegó a proponer la reunificación de The Beatles para la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres en 2012. Sin embargo, la diferencia ahora es que las giras de grandes estrellas musicales se han convertido en un modelo de negocio. “Una forma más de espectáculos en directo para el futuro”, en palabras del consejero delegado de BASE Hologram.
RESURRECCIONES FAMOSAS
Tupac, el rapero muerto en 1996, fue el primer músico en aparecer por holograma durante el festival Coachella en 2012.
Billie Holiday, fallecida en 1959, protagoniza un concierto de 40 minutos en un teatro de Los Ángeles especializado en hologramas.
Whitney Houston, fallecida en 2012, también resucitó en 2017, aunque los promotores reconocieron que la tecnología no estaba preparada.
Roy Orbison, que murió en 1988, ha hecho una gira de 10 conciertos este año por distintas ciudades de Reino Unido.
Amy Winehouse, muerta en 2011, girará el año que viene por todo el mundo, gracias a su tirón entre el público joven.
De esta forma, las entradas para los conciertos de Callas cuestan cerca de 80 euros, como uno estándar de una estrella mundial. Y, a su vez, Warner Music, propietaria de las principales grabaciones de Callas, se ha aliado con BASE Hologram y ha sacado a la venta el disco del espectáculo, que incluye arias memorables como Casta diva, de la ópera Norma, de Bellini, o Vissi d’arte, de Tosca, de Puccini.
En España todavía no se han introducido este tipo de actuaciones, pero es cuestión de tiempo. Así lo reconoce Roberto Grima, presidente de Live Nation en España, la mayor promotora de conciertos del mundo. “Efectivamente, nos ofrecen ya este tipo de giras. Influirá el tipo de artista, pero podría tener sentido en espectáculo pop. Por ejemplo, podría encuadrarse en Michael Jackson, que ya ha tenido un musical”.
Lo mismo asegura Neo Sala, presidente de Doctor Music, que trae a artistas como Bruce Springsteen o The Rolling Stones a España. “Es como ciencia ficción aunque con los recursos tecnológicos de hoy en día se convierte en realidad. Me parece muy interesante y llamativo como experiencia. Creo que las posibilidades son enormes”. Sala asegura que les han ofrecido el nuevo concierto con holograma de Frank Zappa y plantea una autopista de posibilidades en este formato. “El futuro de verdad en este terreno llegará cuando artistas en activo hoy en día empiezan a grabarse a ellos mismos en vídeo de alta resolución 3D, ya pensando en un show suyo con holograma para cuando estén muertos o para cuando tengan una edad que ya no puedan o quieran hacer giras”.
El debate está servido. Mientras, algunos ya fabulan con conciertos de Amy Winehouse junto a Aretha Franklin y otros, simplemente, se echan las manos a la cabeza, aterrorizados o indignados.
UN TRIUNFO CALCULADO
Parecíamos todos niños. Nerviosos y entusiasmados. Sin saber muy bien si aplaudir o reír, o todo a la vez, cuando La Divina apareció ante nosotros, elegante en satén duquesa blanco, y caminó hasta el centro del proscenio para saludar a la directora de la orquesta, Eìmear Noone, y al público que abarrotaba el London Coliseum. Nos miraba agradecida y altiva, dulce en las formas y con ese abrazo a si misma que resaltaba la belleza de sus hombros blancos y desnudos y prolongaba su cuello.
Por una noche, Maria Callas reapareció en este majestuoso teatro barroco y eduardiano de principios del Siglo XX y triunfó. Un triunfo previsible y calculado, porque no había posibilidad de error. Las mejores grabaciones de la soprano, destiladas y depuradas con técnicas que tienen más de alquimia que de ciencia, para recrear la leyenda de la más grande de todos los tiempos, con permiso de Joan Sutherland.
BASE Hologram se la jugaba con este desafío y superó la prueba. No importó que, en algún breve instante, un casi imperceptible halo en torno a la Divina nos recordara que todos estábamos participando de una farsa. Miénteme, Johnny, y dime que me quieres. Nadie entre el público estaba dispuesto a dudar de que la tenía delante, en carne virtual.
Salía y entraba en escena, para agotar su repertorio más conocido. Bellini, Bizet, Puccini. Acompañada de cincuenta músicos de la Royal Philarmonic Orchestra que la miraban embelesados cuando reaparecía, la Callas se ganaba al público minuto a minuto. Sus intercambios de gestos con la conductora, sus pequeñas bromas y guiños, tan calculadas y a la vez tan de ella, provocaban risas, aplausos y complicidad. Los aplausos duraban justo lo que tenían que durar, porque nadie estaba dispuesto a permitir que un error de sincronización con ese espejismo programado arruinara el hechizo.
Maria Callas in concert no es ópera. No pretende serlo. Es un prodigio técnico cuyas posibilidades merece la pena explorar. Tan falso como Instagram. Tan real como Instagram. Cuando en el primer bis La Divina reapareció para interpretar Casta Divanadie se sorprendió. Estaba en el programa, y sonó como siempre lo hemos oído y soñado. La leyenda abandonó entre aplausos el escenario, y con cada paso se revelaba un poco más el ectoplasma que se difuminaba para decir adiós. Y que dejaba con la satisfacción de poder decir a la salida, yo estuve allí. La Callas no, por supuesto, pero eso a nadie le importó.
Londres / Madrid
https://elpais.com/cultura/2018/11/25/actualidad/1543172093_244453.html
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