Una calle de la villa de Pienza, en la Toscana (Italia). DADO DANIELA GETTY
De San Quirico a Certaldo, cuna de Bocaccio, una ruta en coche que visita enclaves maravillosos de la región italiana
Son muchos los viajeros que coinciden: en la Toscana se encuentran algunos de los paisajes más bellos del mundo. En cualquier recodo de una carretera sorprenden imágenes llenas de poesía, de arte y armonía: pueblos en lo alto de colinas, caminos jalonados de cipreses, iglesias que rivalizan en belleza y grandeza. ¿Quién puede resistirse a ellas? Son como un imán para viajeros en busca de la belleza con mayúscula. Estos son algunos de los rincones más bellos de la región italiana, una tentación irresistible para instagramers.
1. De Siena a San Quirico por el valle d’Orcia
Probablemente la estampa más bella y típica de la Toscana sea la de un camino acompañado por largas hileras de cipreses, entre campos cultivados que van cambiando de color y, al final, un pueblo amurallado sobre una colina. Una imagen idílica que podemos encontrar, por ejemplo, en el camino a San Quirico a través del valle d’Orcia, uno de los más bellos y encantadores de esta región de Italia. Pero menos conocido, y más tranquilo, es el valle de Chianti —entre Florencia, Arezzo y Siena—, lo que le da un atractivo extra.
Una interesante visita en San Quirico es el Jardín Leonini, un parque público de estilo italiano diseñado en el siglo XVI con forma de rombo y decorado con estatuas. Con sus murallas, palacios, jardines, sus pequeños hoteles y sus tiendecitas, San Quirico es una parada imprescindible a la que pocos pueden resistirse. Las cámaras y los móviles, tampoco.
2. Pitigliano y su pequeña Jerusalén
Pitigliano es otro de esos lugares que no parecen reales: un bellísimo laberinto de casas de piedra desordenadas y callejones en cuesta con mucho encanto. En este pueblo de postal lo más llamativo es la Pequeña Jerusalén, una pequeña cápsula del tiempo, herencia de la que en otra época fue una rica comunidad judía, que se asentó aquí cuando el papa Pío IV los expulsó de Roma en el siglo XVI. Su mayor legado es la sinagoga y la judería. Pitigliano está muy cerca del mar, fuera de las rutas principales de la región, asentado sobre unos acantilados volcánicos verticales que le dan una espectacularidad única.
3. Volterra, entre vampiros y etruscos
Este pueblo de tradición etrusca es famoso por sus espectaculares atardeceres, entre los más bellos de la Toscana. Sus murallas medievales, bien conservadas, le dan a este municipio ventoso un aspecto imponente que a la escritora Stephenie Meyer le inspiró el hogar de la camarilla vampírica de su serie de novelas Crepúsculo. La realidad es mucho más acogedora, como se puede demostrar paseando por sus calles adoquinadas. Lo más interesante, además de sus restos etruscos (las murallas), romanos (uno de los teatros más bonitos y mejor conservados de Italia), medievales y renacentistas, son las ruinas de Velathri, y, por supuesto las torres, palacios e iglesias de alabastro. No le falta el inevitable Duomo con frescos y esculturas muy interesantes, así como su imprescindible museo arqueológico dedicado a este pueblo prerromano.
4. Monteriggioni, un viaje a la Edad Media
La oficina de turismo define Monteriggioni como la entrada a la Edad Media y es una buena definición. Pequeñísimo pero precioso, como un pueblo de juguete, con solo atravesar las puertas de su muralla viajamos directos al Medievo. Circular, enorme y con 14 atalayas, el muro encierra una estructura urbana que apenas ha cambiado desde su fundación en el siglo XIII, cuando se convirtió en una popular parada en la ruta de peregrinación de la Vía Francigena. Hay que pasear sin prisa por sus calles, entre casas renacentistas. Descubriremos uno de los conjuntos medievales mejor conservados de Italia, que ha servido de plató para muchas películas, como Gladiator o La vida es bella.
5. Anghiari, decorado renacentista
Cuestas, calles empedradas y viejas casonas. Anghiari es un pueblo tan bello que casi parece un decorado. Pero además hay mucho por ver: el palacio Pretorio, la abadía de San Bartolomeo, la Villa La Barbolana, el Teatro de la Academia, la iglesia de Santa María Magdalena y también uno de los frescos legendarios de Leonardo Da Vinci. Aquí vivieron muchos artistas del Renacimiento, como Miguel Ángel o Piero della Francesca.
6. Pienza, la ciudad ideal
Es un proyecto inacabado pero, de cualquier forma, es una de las joyas renacentistas de la Toscana. Nació en el siglo XV como un proyecto del papa Pío II, quien quería crear la ciudad ideal, armónica, bella y geométrica. Actualmente Pienza solo cuenta con unos 2.000 habitantes entre monumentos de aire florentino, como el palacio Piccolomini, en la plaza principal, el palacio Comunal, una geométrica catedral renacentista y el palacio Borgia, la antigua residencia de los obispos. En 1996 fue declarada patrimonio mundial por su revolucionaria visión del espacio urbano. Si se visita entre semana resulta una delicia.
7. Montefioralle, la cuna de Vespucci
Un pueblo medieval en lo alto y con mucho sabor toscano, rodeado de olivares y viñedos, al que se accede por un sendero de dos kilómetros que sale del centro de la localidad de Greve. Es un placer pasear por sus calles armónicas, pero además es el sitio perfecto para probar el mejor vino y explorar la región de Chianti, entre un mar de vides. Montefioralle debe su buen estado de conservación a la caída de la república de Siena, tras la cual esta región entró en decadencia y se quedó como congelada en el tiempo. Afortunadamente para los visitantes.
Una curiosidad: es el pueblo natal del explorador Amerigo Vespucci, que terminó dando nombre al Nuevo Mundo que descubrió Cristóbal Colón.
8. Cortona, bajo el sol de la Toscana
Casi todas las habitaciones de las casas de Cortona tienen vistas excepcionales gracias a su espectacular ubicación sobre las montañas. Aquí trabajaron a finales del siglo XIV muchos artistas como Fra Angélico o Pietro da Cortona, que nació en esta ciudad amurallada. Pero mucho antes de todo esto ya había sido un importante reino etrusco que sobrevivió sin conquistar hasta hoy. El municipio presume hoy de un Duomo impresionante, del palazzo Comunale, de sus museos y de una bellísima panorámica al atardecer. Y si encontramos algo familiar en sus calles es porque aquí se rodó buena parte de la película Bajo el sol de la Toscana(2003).
9. Montepulciano, a imagen de Florencia
El palazzo Comunale preside con su gran torre gótica la plaza de este pueblo entre medieval y renacentista, amurallado y con un casco histórico precioso. Su Ayuntamiento recuerda por un momento el palazzo Vechio de Florencia y su catedral evoca la de Bolonia, pero de aspecto algo más desconchado. Casas señoriales, palacios renacentistas y hermosas plazas superpuestas sobre una colina y con una calle principal que articula todos los hitos turísticos para los visitantes. Su piazza Grande también puede resultar familiar: ha figurado en la serie de Los Medici y en algunas escenas de la saga Crepúsculo. Eso sí, es preciso salir de intramuros para visitar uno de sus principales atractivos: la iglesia de la Madonna de San Biaggio, un templo renacentista del siglo XVI con una magnífica cúpula octogonal y revestido de mármol blanco.
Montepulciano, estratégicamente situado entre los valles de Chiana y d’Orcia, es un buen punto de partida para organizar un circuito en coche por la Toscana.
10. Montalcino, enoturismo con aire medieval
La panorámica sobre la campiña toscana es especialmente bella desde este pueblo medieval fortificado en el siglo XIII que encierra lugares como la Torre de San Giovanni o la Capilla del Castillo, y que sobre todo es famoso por el vino Brunello di Montalcino, considerado uno de los mejores del mundo. Se puede practicar enoturismo entre sus calles medievales o hacer un tour por las almenas y las estancias de su fortaleza. En la Edad Media fue una gran ciudad, que ahora vuelve a vivir una época dorada gracias al turismo. Un lugar perfecto para degustar además la cocina local.
11. Castiglion Fiorentino y su alma etrusca
Esta es otra de las joyas medievales poco visitadas en la Toscana. Si se viaja por carretera desde Arezzo hasta Cortona, conviene hacer un alto aquí. A primera vista, un pueblo toscano más, de esos encaramados en colinas que son la seña de identidad de la región, con vistas a la campiña y sus viñedos. Pero si uno se aproxima, Castiglion Fiorentino deslumbra con su torre de origen etrusco y sus antiguas iglesias. Y en lo alto, el Cassero, una impresionante fortaleza medieval restaurada desde la que se abarca el bello paisaje del valle di Chiana.
12. Barga, un refugio inglés
En la provincia de Lucca, al norte de la Toscana, se encuentra este pueblo pequeño entre montañas, en el valle medio del río Serchio. Irresistiblemente lento, acoge bastantes residentes anglosajones, que no han desaprovechado un sitio tan idílico para crear un magnífico lugar donde disfrutar de la vida: talleres de artesanos, bonitas casas de piedra y palacios construidos por ricos comerciantes entre los siglos XV y XVII adornan las empinadas y fotogénicas calles que suben hasta una elegante catedral románica. Y entre toda esta belleza: cafés y terrazas en las que saborear los productos locales.
13. Murlo, agroturismo y senderismo
Tras unos 20 minutos conduciendo desde Barga se llega a este pequeñísimo pueblo entre montañas que apenas ha cambiado en 700 años. No tiene nada especial, cierto, pero sí ofrece un hermoso alto en el camino si estamos recorriendo en coche la región toscana.
Murlo se encuentra junto a un pequeño paraíso natural, la reserva de Basso Merse, con numerosos senderos para caminar, bonitos paisajes para fotografiar y muchas opciones para el agroturismo.
14. Giglio Castello, una fortaleza junto al mar
La Toscana tiene mar, aunque a veces se nos olvide, y aquí los viajeros encontrarán nuevos e irresistibles atractivos. Desde playas y clubes turísticos hasta hallazgos como la isla de Giglio, antiguo enclave defensivo frente al litoral, en el mar Tirreno. Es la segunda en extensión de las siete islas que componen el archipiélago toscano. Aunque en estas costas naufragó el crucero Costa Concordia en 2012, de triste recuerdo, se trata de un lugar muy sugerente para pasar el día. Se llega en ferri desde Porto Santo Stefano, en Monte Argentario.
15. Certaldo y Boccaccio
Aquí nació el humanista Giovanni Boccaccio. Un funicular nos sube hasta la parte alta para contemplar uno de los pueblos medievales mejor conservados de Italia. La ciudad fue fundada por los etruscos pero tuvo una edad de oro en el Renacimiento, cuando llegó a ser el centro más importante entre Siena y Florencia. Hoy conserva su centro histórico intacto y cuenta, por supuesto, con un museo dedicado al autor de El Decamerón.
https://elviajero.elpais.com/elviajero/2019/02/13/actualidad/1550059946_038506.html
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