Holanda y Francia deciden devolver obras de arte a sus países de origen, pero el conflicto se expande por casi todo el continente
Pasear por el British Museum de Londres equivale a dar una vuelta al mundo. Es el lugar más visitado de todo el Reino Unido, aunque en realidad la gente acude a él para admirar un trozo de la antigua Grecia, el seminal Egipto de la piedra Rosetta o el Irak anterior a la guerra de 2003. ¿Qué sería de los grandes museos europeos si comenzaran a entregar el arte saqueado en el pasado a sus países de origen?
Algunos de ellos ya están dando pequeños pasos en esa dirección. El Rijksmuseum de Ámsterdam planea solucionar el expolio colonial en Sri Lanka e Indonesia devolviendo las piezas de su colección que fueron robadas o saqueadas.
Un cañón de bronce, plata y rubíes del reino de Kandy, de Sri Lanka, que el Rijksmuseum se plantea devolver. (RIJKSMUSEUM)
"Se sabe que muchas colecciones del Museo del Louvre, el British Museum y tantos otros museos europeos se han nutrido de obras que, inicialmente, no les pertenecerían", comentan a Verne por correo electrónico las expertas en patrimonio cultural Raquel García Revilla y Olga Martínez Moure, de la Universidad a Distancia de Madrid (Udima).
Para analizar estas situaciones, ambas recuerdan las palabras del arqueólogo Sam Hardy: "La retención de antigüedades que se extrajeron mediante expediciones de castigo es una perpetuación intolerable de la violencia colonialista".
Este ajuste de cuentas pendientes del museo holandés se suma al del Gobierno de Francia. Macron abrió la puerta a finales de 2018 a entregar decenas de piezas de arte africano que se exponen en museos del país. Las naciones agraviadas a las que se pretende restituir son Malí, Benín, Nigeria, Senegal, Etiopía y Camerún, a través de un completo informe que defiende la restitución artística.
Es un cambio de patrón hasta ahora inédito, que contrasta con la actitud escurridiza que a menudo han tenido grandes instituciones como el British Museum. Su conflicto principal lo mantiene con Grecia, que lleva décadas reclamando mármoles y estatuas del Partenón de Atenas.
Un embajador británico, Lord Elgin, arrancó en el siglo XIX parte del friso del gran icono arquitectónico de nuestra civilización y se lo llevó al Reino Unido para terminar vendiéndoselo a su Gobierno. Si le salió bien la disparatada jugada fue gracias a sus poderosos contactos en los dos países.
España es una de las antiguas potencias europeas con menos material expoliado, aunque también tiene pendiente alguna reclamación. Colombia solicita de vuelta el tesoro Quimbaya, un grupo de objetos precolombinos expuestos en el Museo de América de Madrid. Aunque fue un regalo del presidente Carlos Holguín a la reina María Cristina en 1893, el país argumenta que el político colombiano entregó el obsequio de forma ilegal, al no haber pedido permiso al Congreso.
Angola reclama algunas de sus esculturas a Portugal y el conflicto por el busto de Nefertiti entre Alemania y Egipto se mantiene desde hace décadas. México también solicita a Austria el Penacho de Moctezuma, que ha recalado en el Museo Etnográfico de Viena.
De izquierda a derecha: esculturas de Benin en Musée du Quai Branly de París (GERARD JULIEN /AFP/GETTY); estatuas Mbali de Angola en el Museu Nacional de Etnologia de Lisboa (Museu Nacional de Etnologia), y busto egipcio de Nefertiti en Neues Museum Berlín (WIKIMEDIA COMMONS).
Turquía reclama su patrimonio
Son varios países los que están llamando a la puerta del museo londinense en los últimos años. De hecho, le llegan reclamaciones de casi todos los continentes: Benin, Irak, Chile, Egipto y Turquía luchan por recuperar su patrimonio alojado en el centro de Londres.
La avalancha de peticiones es tal, que el British inauguró en octubre de 2018 una serie de charlas mensuales en las que explica cómo han llegado muchas de sus obras a sus instalaciones para demostrar que no todo su catálogo es fruto del expolio.
Raquel García Revilla y Olga Martínez Moure, que son profesoras del Grado en Empresas y Actividades Turísticas de Udima, destacan la labor de Turquía a la hora de recuperar su legado cultural. "Lo llevan haciendo desde el año 1934, cuando reclamaron varias esfinges de Hattusa (capital del Imperio Hitita), que se encuentran actualmente en Berlín".
El Gobierno turco ha creado una Comisión para lograr su objetivo. En 2012, inició una poco exitosa campaña con la que también solicitó la devolución de obras a museos de Nueva York, Berlín, París y Los Ángeles.
Uno de los requisitos que se exige a los países que reclaman su arte a Europa es el de "asegurar que tiene los condiciones necesarias para garantizar el tratamiento y la manutención de las obras recuperadas", recuerdan las expertas en patrimonio.
De hecho, uno de los argumentos de los museos para no regresar las obras a sus países originales es el riesgo de deterioro durante su viaje de vuelta y la posibilidad de esas naciones de conservarlas y exponerlas de forma adecuada.
García Revilla y Martínez Mouré apuntan a que países como el Reino Unido y Francia no pueden desentenderse de la protección de esas obras en caso de que dejen de exponerse en su territorio. "El cuidado al máximo de la obra es responsabilidad de todos y los Gobiernos deben velar por ello. Recordemos que el arte es la sublimación del patrimonio común, por lo que todos debemos estar implicados en este proceso", dicen.
No es un asunto del pasado
Por expediciones de castigo, como mencionaba el arqueólogo Sam Hardy, se entienden, además de las practicadas con las colonias, las que ocurren durante un conflicto bélico. La más destacada es el expolio nazi a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, pero no es la única ni tampoco la más reciente.
El propio Sam Hardy, experto en tráfico ilícito de antigüedades, explicaba en 2015 a EL PAÍS el saqueo que se estaba realizando en Siria, un país incapaz de proteger su arte ante la urgencia de la guerra. “Las redes criminales y las mafias están explotando el caos para expoliar y robar. Grupos armados están expoliando piezas y contrabandeando con ellas para financiar la compra de armas o directamente para intercambiarlas por ellas”, relataba.
"Hoy por hoy, tras este saqueo sistemático, se sabe muy poco sobre ese patrimonio. Ahora solamente queda una excavación activa en el país, pero cuando comenzó la guerra en 2011 existían casi 200 equipos internacionales trabajando allí. En estos casos, a diferencia de en el expolio colonial, nos encontramos con un patrimonio que es clave para entender la historia de la Humanidad y que termina perdido, sin posibilidad de recuperarse", cuentan las expertas en patrimonio cultural Raquel García Revilla y Olga Martínez Moure.
https://verne.elpais.com/verne/2019/03/14/articulo/1552575802_167574.html
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