Una parte de la población tiene sobrecarga horaria, mientras que otros trabajan demasiado poco (Xavier Cervera)
La OIT aboga por la reducción horaria para que el empleo sea sostenible en un futuro próximo
Trabajar menos por el mismo sueldo puede sonar a utopía, pero la realidad es que esta fórmula está llegado a la mesa debate en los centros de decisión política y económica. ¿Semana de cuatro días? ¿Jornada diaria de seis horas? ¿Mayores periodos de vacaciones?
En una sociedad con un reparto del trabajo muy desigual, con una sobrecarga horaria en una parte de la población, con la incógnita de cómo influirá la robotización en el empleo, con el impacto negativo sobre la salud mental de muchos trabajadores, la necesidad de cambio se abre paso.
Son así varias las fórmulas que se plantean y cada una tiene sus motivos. En el Reino Unido está sometida a debate la reducción a cuatro días de la semana laboral. La propuesta ha llegado de la mano del Partido Verde, de los laboristas, y de los sindicatos. El Partido Nacional Escocés votará este mes una moción en la que llama al gobierno escocés a estudiar y adoptar la semana de cuatro días. Escocia no tiene competencias en esta materia, pero bebe de la discusión ya abierta en todo el Reino Unido.
El Partido Verde en el Reino Unido, los laboristas, sindicatos y el Partido Nacional Escocés, por la semana de cuatro días
Es paradójico lanzar estas preguntas en un contexto de precariedad, donde se impone trabajar más por menos. Pero la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha presentado un amplio informe, que será debatido este año en el plenario, donde aborda largo y tendido la necesidad de recortar las horas de trabajo. Hace referencia a la sostenibilidad de un futuro que ya está aquí. Esta reducción se asocia, señala el informe, con una mayor productividad, ya que reduce la fatiga y aumenta la motivación, decrece el absentismo, facilita la conciliación, favorece la igualdad entre hombres y mujeres.
También es una forma de dar pie a la creación de nuevos puestos de trabajo, se subraya. Este organismo internacional propone las tres fórmulas anteriormente citadas. Algunos gobiernos debaten sobre la creación de una renta mínima garantizada, indica la OIT, que es una medida loable pero que encuentra trabas debido a su coste económico. En cambio, se pasa por alto una alternativa mucho menos costosa: la reducción horaria.
Lidia Farré, profesora de Economía (Universidad de Barcelona), indica que el debate sobre horarios y trabajo nace de la necesidad deconciliar la vida laboral y familiar. Para ello, considera que la fórmula que encaja es la reducción diaria. Es evidente que la manera de conciliar ambas vidas no se resuelve con un día libre más a la semana, sino con un sistema lineal.
Añadir un día libre a la semana facilita el ocio, el bienestar, la felicidad, la posibilidad de realizar nuevas actividades. La fórmula menos analizada hasta la fecha es la que se refiere a la ampliación del periodo vacacional. La preferencia por cada planteamiento depende de las situaciones y los intereses personales, y sobre todo si se tienen o no personas a cargo.
“Para conciliar vida familiar y laboral la mejor fórmula es recortar la jornada”
En España, el debate sobre la reducción horaria con el mismo salario es incipiente. Si se observan los programas electorales de los partidos de cara al 28-A, sólo Unidas Podemos entra a fondo en la cuestión y propone una jornada de 34 horas. Siete de lunes a jueves, y seis el viernes. Con el mismo sueldo.
“Regular la reducción de la jornada laboral es importante –señala Farré- porque si se deja en manos de las empresas y los trabajadores no se va a conseguir, y las mujeres seguirán siendo las grandes penalizadas”.
La empresa neozelandesa que puso en marcha la semana de cuatro días, satisfecha con la apuesta
La semana de cuatro días fue puesta en marcha el año pasado por una empresa neozelandesa, Perpetual Guardian –dedicada a gestión patrimonial, herencias, testamentos-, que además ha querido dar a conocer su iniciativa en todo el mundo. El fundador de la compañía explicaba que había leído informes sobre la escasa productividad generalizada –dos horas y media en el Reino Unido- y de ahí le surgió la idea. Es muy simple, relataba, doy un día libre a los trabajadores y me lo devuelven el resto en productividad. No se trata de que todo el mundo se coja el viernes o el lunes, sino de adaptar los días en función de las características de las empresas. El experimento está funcionando.
El ejemplo empieza a tener sus réplicas en el Reino Unido. El debate asomó incluso en el Foro Económico Mundial celebrado en enero en Davos. “La semana de cuatro días está más cerca de lo que crees”, escribía en su cuenta de Twitter tras escuchar a los expertos Adam Grant y Rutger Bregmans.
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