domingo, 5 de mayo de 2019

Las fresas, el alimento más 'sucio' de la cesta de la compra

FOTO: JOSE MARÍA PRESAS

La base de la pirámide nutricional llega al consumidor plagada de pesticidas

Se cumple la normativa y no conlleva "riesgo" para la salud, pero proliferan los estudios que lo ponen en duda

No hay pruebas que avalen que la agricultura ecológica sea más saludable


Son una excelente fuente de vitaminas C y B, aporta minerales, son bajas en grasas y un potente antioxidante. Su color brillante y su dulce sabor la convierten en reina del frutero, sin embargo, las fresas también tienen su lado oscuro. Llegan al consumidor cargadas de suciedad: hasta 22 tipos de pesticidas en una sola pieza de esta saludable golosina.

Así se desprende del estudio 'The Dirty Dozen', el informe anual que desde hace 15 años elabora Enviromental Working Group (EWG), una organización ecologista norteamericana que analiza los residuos que contienen los alimentos frescos cuando llegan al mercado.

Según su estudio, más del 90% de las muestras de fresas, espinacas, manzanas o nectarinas que se comercializan en Estados Unidos contienen dos o más tipos de plaguicidas. Una muestra de kale, uno de los 'superalimentos' de moda entre los 'foodies', puede contener hasta 18 pesticidas.

No todo es negativo. En su listado hay un buen puñado de productos que se consideran 'limpios' entre los que destacan el aguacate, el maíz, la piña o la papaya.

En España, los últimos datos oficiales sobre la presencia de residuos de plaguicidas en alimento son de 2015. Existe un informe anual elaborado por Ecologistas en Acción que lanza una alerta similar a la del estudio estadounidense. En este caso, los alimentos con mayor número de plaguicidas fueron los tomates, los pimientos y las peras.

Toda esta alarma choca frontalmente con la reiterada recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de consumir "más de 400 gramos de frutas y verduras al día para mejorar la salud general y reducir el riesgo de determinadas enfermedades no transmisibles".

Pero es la propia OMS uno de los organismos internacionales más implicados en esta lucha. Admite la función de estas sustancias para proteger cultivos y controlar enfermedades tropicales, sin embargo pone sobre la mesa el hecho de que entre los permitidos, hay plaguicidas potencialmente tóxicos para el ser humano que pueden causar efectos tanto agudos como crónicos sobre la salud, en función de la cantidad y del modo de exposición.

PLAGUICIDAS PERMITIDOS POR LA LEGISLACIÓN

La pregunta. ¿Corremos algún riesgo al consumir alimentos 'sucios'? "Ningún riesgo", contesta tajante el bioquímico J.M. Mulet: "Hay muchos informes castastrofistas, pero lo cierto es que en Europa no tenemos alertas por pesticidas y su uso está muy controlado".

Mulet nos remite a otros estudio publicado en Dinamarca en 2018 en el que se subraya que "la exposición a pesticidas de un danés es la equivalente a beber una copa de vino cada siete años".

El último informe de la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) sobre el contenido de residuos en alimentos señala que el 96'2% de las muestras analizadas (81.482) contenían plaguicidas (hasta 791 diferentes), pero todos ellos dentro de los límites permitidos por la legislación comunitaria. Legislación que se revisa, y en muchos casos modifica, periódicamente.

La OMS recuerda que algunos de los plaguicidas más antiguos y baratos pueden permanecer durante años en el suelo y el agua. Su uso en agricultura se ha prohibido en países desarrollados, pero se continúan utilizando en países en desarrollo.

Dentro de estos químicos permitidos hay agroquímicos, fitosanitarios, pesticidas... Sustancias destinadas a acabar con insectos o malas hierbas que pueden arruinar una cosecha, así como elementos para un óptimo crecimiento y maduración del producto, incluso para un mejor mantenimiento de este tras la recolecta.


EFECTOS SOBRE EL DESARROLLO INFANTIL

Entre los estudios que más controversia han generado destacan los que señalan a niños y embarazadas por su mayor susceptibilidad. La Academia Americana de Pediatría alerta de los efectos de una exposición prolongada sobre el desarrollo infantil, ya que sus órganos están en desarrollo.

Mientras que una publicación de Jorge Chavarro, experto en medicina reproductiva de Harvard, sugiere que un mayor consumo de alimentos con alto contenido de pesticidas puede estar asociado con consecuencias reproductivas adversas. Su investigación asocia menores probabilidades de embarazo y niños nacidos con vida después de tratamientos de infertilidad con tecnologías de reproducción asistida.

Ante esta maraña de informes y la evidente batalla entre industria alimentaria, ecologistas y científicos de uno u otro bando a la hora de argumentar los riesgos o inocuidad de los mismos, es legítimo que el consumidor busque opciones para prevenir.

Y aquí, otro gran dilema. ¿Es más seguro optar por la agricultura ecológica? No, al menos, no hay pruebas científicas que avalen que sea más saludable que la convencional.

En esto coinciden la mayoría de los estudios llevados a cabo. El último, publicado el pasado mes de abril por Nutrimedia, un proyecto de la Comunicación Científica de la Universidad Pompeu Fabra, sostiene que "el efecto del consumo de productos ecológicos sobre el riesgo de cáncer y la salud en general es incierto".

Preguntamos a Pablo Alonso Coello, autor del trabajo, sobre los efectos sobre la salud a la hora de justificar el consumo de productos orgánicos: "No parece una razón sólida actualmente", apunta. Como concluye su informe, "mientras el efecto beneficioso de consumir frutas y verduras está bien documentado, por ahora no es posible saber si la versión ecológica de estos alimentos aporta beneficios adicionales".

El profesor Mulet va más allá y recuerda que la producción ecológica "usa estiércol de origen animal, con lo que las contaminaciones son más fáciles. De hecho, las peores crisis alimentarias en España las hemos tenido por este motivo".

La agricultura ecológica se justifica por "razones de sostenibilidad, proximidad... no es más saludable y sí más cara", coinciden tanto Alonso Coello como Mulet.

¿Qué hacer entonces? Yeray Vidal, dietista y creador del movimiento #comefrutacoño, lo tiene claro: "Con pesticidas o sin ellos, la fruta siempre te va a aportar más de lo que te pueda quitar". Vidal recuerda lo básico: "Siempre lavarla bien o pelarla. Con las fresas, por ejemplo, que pueden causar más dudas, añade al agua un chorro de vinagre o un poco de bicarbonato".

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