Oura Ring. La marca finlandesa vende los anillos a un precio medio de 300 euros
Blackrock ofrece un anillo inteligente a sus gestores de fondos para examinar su salud y reducir su estrés
Los incómodos capítulos de la serie Black Mirror no plantean situaciones tan alejadas de la realidad. Esta semana, un reportaje de la agencia Reuters desveló que la empresa Blackrock, la mayor gestora de fondos de todo el mundo, ha empezado a ofrecer un anillo inteligente a sus empleados para controlar sus hábitos de sueño, su frecuencia cardiaca y otros indicadores fisiológicos. El objetivo es reducir su estrés y mejorar su bienestar. Blackrock se preocupa por su salud, pero también por su rendimiento en el trabajo. Cuanto mejor duerman sus gestores, mejores decisiones tomarán.
La apuesta no es baladí. En el sector de los fondos de inversión, una ligera ventaja se puede traducir en un rendimiento de millones de dólares. Blackrock gestiona unos 6,5 billones de dólares, aproximadamente seis veces el PIB de España. Y aunque la gestión pasiva o automática tome cada vez más peso en el manejo de sus inversiones, su liderazgo depende en gran parte del rendimiento de sus empleados porque son quienes toman las decisiones más arriesgadas.
El anillo inteligente envía datos a una aplicación del teléfono que los analiza
Según fuentes consultadas por Reuters, Blackrock introdujo el anillo en enero de forma experimental. Ahora lo usan una decena de trabajadores. Lo llevan de forma voluntaria y se lo pueden quitar en cualquier momento. “Al aceptar el experimento, los empleados consienten en compartir sus datos fisiológicos con el equipo de finanzas conductuales de Blackrock. Pero esta información también se puede difundir de manera más amplia, de forma colectiva o anónima”, asegura una fuente consultada. Si el funcionamiento del anillo tiene éxito, la empresa podría extenderlo a gran escala, añaden.
El anillo que utiliza Blackrock es sólo la punta del iceberg de los avances y peligros que pueden aportar las nuevas tecnologías en el entorno de trabajo. Y van mucho más allá de las cámaras de vigilancia de toda la vida.
Con las nuevas tecnologías, las empresas obtienen cada vez datos más sensibles
Los expertos dicen que de momento. Europa no es China, donde las tecnologías de reconocimiento facial están invadiendo casi todas las facetas de la vida cotidiana. “El nuevo Reglamento Europeo de Protección de Datos es muy avanzado y garantiza una buena protección de la intimidad del trabajador. Exige a las empresas que la obtención de datos del empleado sea consentida, proporcionada y por un fin que bien sea obligatorio o legítimo”, comenta el abogado Álvaro Ramos, director de nuevas tecnologías y delegado de protección de datos en Clarke, Modet & C. En el caso de Blackrock, Ramos considera que la compañía cumple con la normativa porque ha obtenido el consentimiento de los empleados y su medida responde a la mejora de la productividad de los trabajadores.
Sin embargo, apunta que el uso de la información podría ser excesivo. “¿Quién asegura que los datos fisiológicos de un trabajador que padece estrés no puedan servir como causa de despido o cuando menos, de discriminación laboral?”. Además, dice, el consentimiento nunca es libre en una relación laboral. El empleado se encuentra en una posición de inferioridad respecto al empresario, por lo que se podría ver coaccionado a usar esta tecnología por miedo al despido.
La profesora de Derecho Laboral de Esade, Anna Ginès, considera que el riesgo está en que la empresa, bajo el consentimiento del trabajador, aproveche para usar tecnologías que recogen datos innecesarios y desproporcionados. En este sentido, apunta que los tribunales deberán delimitar los conceptos de necesidad y proporcionalidad para garantizar la protección de la intimidad del trabajador. La normativa es muy nueva por lo que la justicia tiene trabajo por delante.
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