Las tensiones con China y la carrera por repatriar las cadenas de suministro a raíz de la pandemia de COVID-19 han dado un nuevo impulso a los esfuerzos de Estados Unidos para potenciar el suministro a las conocidas como tierras raras, los minerales críticos para la alta tecnología, la energía limpia y especialmente plataformas de defensa estadounidense, no procedentes del gigante asiático.
Todo ello en un momento en que Washington y Pekín continúan tensando sus relaciones en múltiples ámbitos que abarcan desde el coronavirus, la guerra comercial en curso, las restricciones tecnológicas, la presión sobre Hong Kong y el espionaje cibernético. Entre 2015 y 2018, EEUU importó el 80% de sus suministros de tierras raras de China, según el Servicio Geológico del país, que en su día fue autosuficiente en su suministro.
A comienzos de mes, el senador republicano de Texas, Ted Cruz, fue el último en respaldar un proyecto de ley destinado a impulsar una industria nacional de tierras raras al ofrecer sugerentes exenciones fiscales para nuevos proyectos así como para los consumidores finales que obtengan productos terminados de proveedores estadounidenses. Previamente, otros legisladores, como la senadora republicana, Lisa Murkowski, también abanderaron esfuerzos similares para estimular el desarrollo de tierras raras en EEUU.
Las tierras raras están formadas por un grupo de 17 minerales utilizados en una gran cantidad de equipos militares y productos electrónicos de consumo. Por ejemplo, Apple utiliza este tipo de componentes en el motor táctico de su iPhone, lo que hace que el teléfono vibre.
Mientras que la industria moderna de tierras raras tuvo su origen en el Proyecto Manhattan de la Segunda Guerra Mundial para desarrollar la bomba atómica, durante las últimas tres décadas China ha conseguido monopolizar este sector. Es por ello que buena parte de estos minerales no se procesan en EEUU.
En un intento por cambiar esta dinámica, el Pentágono anunció el año pasado que financiaría minas y nuevas plantas de procesamiento a través de la Ley de Producción de Defensa, que otorga un amplio margen para adquirir ciertos equipos. De hecho, el presidente de EEUU, Donald Trump, uso esta misma legislación para impulsar la fabricación de suministros médicos a raíz de la pandemia.
En estos momentos, Texas Mineral Resources Corp y USA Rare Earth colaboran en la construcción de la mina Round Top de tierras raras en el oeste de Texas, una operación que podría estar lista para 2023. También trabajan en una planta en Colorado para procesar dichos minerales.
Por su parte, la compañía química de San Antonio, Blue Line Corp, se comprometió el año pasado a construir fabricas de procesamiento de tierras raras en Texas con la australiana Lynas, el mayor productor de tierras raras fuera de China. Al mismo tiempo, MP Materials, propietaria de la mina Mountain Pass, California, la única mina de tierras raras en EEUU, gasta alrededor de 200 millones de dólares en procesar los minerales y envía más de 50.000 toneladas métricas de tierras raras sin refinar anualmente a China para su procesamiento.
No obstante, China extrajo un estimado de 132.000 toneladas métricas de tierras raras en 2019 y tiene reservas estimadas de 44 millones de toneladas métricas, según el Servicio Geológico de EEUU. Por su parte, la mayor economía del mundo extrajo solo 26.000 toneladas métricas de estos minerales el año pasado y tiene 1,4 millones de toneladas métricas en reservas.
Obtener la independencia en este campo ha sido objeto de debate desde 2010, cuando China frenó brevemente las exportaciones de tierras raras durante una disputa con Japón. Este asunto ganó atención de nuevo el año pasado después de que Pekín amenazase con dejar de exportar tierras raras a EEUU en respuesta a la inclusión de Huawei en lista negra de empresas del Departamento de Comercio de EEUU.
El problema es que, a pesar los esfuerzos tanto de la administración Trump como de los legisladores en el Capitolio, tanto el sector público como el privado de EEUU aún no han descubierto cómo corregir ágilmente las vulnerabilidades fundamentales en su cadena de suministro de estos materiales críticos. Es por ello que todavía tardarán años en desarrollar la amplia gama de minas y plantas de procesamiento de estos minerales que garanticen la autosuficiencia y el distanciamiento de proveedores extranjeros.
Nueva York
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