sexo abril (Denis Chapoullie / Getty Images)
Historias de relaciones virtuales y cómo la tecnología está cambiando la forma de ligar incluso después de la desescalada
El período de confinamiento supuso fuertes cambios en todos los ámbitos de nuestras rutinas. El de la sexualidad fue sin duda uno de ellos. A muchas de las personas que estuvieron alejadas del contacto físico con otros, el aislamiento las llevó a valerse de la tecnología para intentar achicar las distancias y generar encuentros íntimos, aunque fueran virtuales. Para quienes lo atravesaron con su pareja, el desafío fue reinventarse y, en medio del teletrabajo, las tareas de cuidado y la nueva cotidinanidad, intentar encontrar los espacios para estimular el deseo.
Para muchas personas también fue un momento para mirar hacia adentro y explorar nuevas formas de generarse placer. “Un parón de este tipo hace que muchas personas se replanteen varios ámbitos de su vida. A veces llevamos un ritmo tan acelerado, que no tenemos tiempo de pensar si lo que hacemos nos llena y si queremos seguir con ello. Con la sexualidad sucede lo mismo, a veces está muy mecanizada y es necesario frenar y ver si es lo que se quiere”, explica Mireia Muñoz, sexóloga y terapeuta de parejas del Institut d’Estudis de la Sexualitat i la Parella (IESP).
Meses atípicos
El parón forzado sirvió a muchas parejas para mirar hacia adentro y explorar nuevas formas de placer
Para la sexóloga Gemma Deulofeu, ha sido un momento para “darnos permisos para revisarnos, para darnos cuenta de qué nos gusta y qué no, para probar y experimentar”, aunque advierte que “no se pueden atribuir todos los cambios al confinamiento. No nos ha cambiado tanto, sino que lo que ha hecho fue amplificar nuestras virtudes y defectos. La persona infiel habrá buscado otra tipología de encuentros para seguir siéndolo. El que bebía, ahora bebía más, y el que procrastinaba también. De esta misma manera, el que ya le dedicaba tiempo a los afectos y al sexo lo iba a cultivar”.
La cuarentena fue para muchos españoles un momento para el autoerotismo. Una encuesta realizada por la marca de juguetes sexuales Platanomelón, en la que participaron unos 8.000 usuarios, reveló que el 47% de los participantes que pasaron el confinamiento sin pareja aseguraba haberse masturbado más de lo habitual. La marca de juguetes eróticos Lelo también realizó una pesquisa entre 719 españoles y concluyó que dos de cada diez practicaban sexting, sexo telefónico o relaciones a través de las cámaras de sus dispositivos electrónicos durante la cuarentena y que muchos de ellos era la primera vez que lo hacían.
Durante este período, la empresa Womanizer registró un crecimiento del 35% en la compra de juguetes sexuales en España y el consumo de porno en el país alcanzó su pico de aumento del 61,3% de vistas el día que el sitio Pornhub anunció que su servicio premium sería gratuito durante un mes.
La encuesta realizada por Platanomelón también reveló que el deseo sexual aumentó un 56% en las personas que pasaron el confinamiento sin pareja, mientras que el aumento en las personas con pareja era del 30%. “Se ha vivido de forma diferente en las parejas que han estado confinadas respecto a las que han estado distanciadas. La distancia ha potenciado más el deseo sexual y las ganas de verse”, dice Mireia Muñoz.
Cambios
Varias encuestas confirman que muchos usuarios han recurrido por primera vez al sexting, el sexo telefónico o las relaciones con cámaras durante la cuarentena
La teraupeuta de parejas explica que “en las parejas que estaban juntas, como pasaban tanto tiempo compartido y además algunas tenían hijos o estaban teletrabajando juntos, a muchas les ha resultado más difícil gestionar la convivencia y encontrar ese tiempo. En esos casos, ha sido necesario reestructurar esa sexualidad”.
Celina (31) convive hace cuatro años con su esposo, y explica que atravesaron diferentes momentos como pareja durante la cuarentena. “Al principio, con la incertidumbre y la angustia, no queríamos saber nada del tema. Después nos calmamos un poco y nos empezamos a buscar, a conectar, a explorar cosas nuevas, como un juego. Siempre la excusa es que no hay tiempo o que estamos cansados, pero ahora había tiempo de sobra. Descubrimos horarios nuevos y pudimos probar nuevos lugares de la casa”, explica.
Muñoz explica que el juego es un factor clave para recuperarse del desgaste que puede haber generado esta situación. “Algunas parejas me han comentado que estaban agobiadas al estar mucho tiempo juntas, y por eso ha sido muy importante innovar. Hemos incorporado pautas para jugar, para la fantasía, para intentar que esto, en lugar de ser algo que nos distancie, nos acerque”, asegura.
Al principio, con la incertidumbre y la angustia, no queríamos saber nada del sexo”
En este sentido, asegura la sexóloga que “el confinamiento ha sido una fase de experimentación para muchísimas parejas y, aunque se haya terminado, les da la oportunidad de que lo sigan manteniendo desde ahora, para que esa sexualidad esté activa, potenciada y sea cada vez mejor y más sana”.
En cuanto a las parejas no monogámicas, el escenario les pudo haber agregado más desafíos. Sandra Bravo es periodista y gestiona el proyecto Hablemos de Poliamor. Para ella, el confinamiento fue especialmente duro porque le implicó estar separada de muchos de sus vínculos, con los cuales todavía no ha podido reencontrarse: “A nadie se le ocurre pensar qué ocurre con las personas que tenemos más de un vínculo. A muchos de nosotros la cuarentena nos ha obligado a elegir, lo que puede aumentar sentimientos de abandono o soledad”.
Mucha gente lo que ve como un capricho pero un vínculo no reemplaza a otro”
“Mucha gente lo ve como un capricho, pero un vínculo no reemplaza a otro”, dice Bravo y explica que, en su caso, tiene muchas relaciones fuera de la provincia de Barcelona, “con lo cual es mucho tiempo sin poder ver a personas a las que quieres. Por más de que la tecnología puede fomentar la creatividad y a lo mejor llevarte a hacer cosas que en otro escenario no te habías planteado, 60 días sin contacto físico acaban minando tu salud mental”.
Convivencia larga
Para la terapeuta Mireia Muñoz, muchas parejas han tenido que innovar porque se agobiaban tras tanto tiempo juntas
Camila (30) conoció a alguien virtualmente justo antes de que empezara el confinamiento y recién pudo verlo una vez que comenzó el proceso de desescalada. “Conocí a un chico por Tinder y justo cuando nos estábamos por conocer nos agarró la pandemia. Al principio pensábamos que el encierro iba ser mucho más corto, pero se convirtió en dos meses. En un momento, empezamos a buscarnos y a erotizarnos de distintas formas. En mi caso, pasaba más por el chat, por contarnos qué nos gustaría hacerle al otro, algo más mental. Creo que la mujer juega mucho con la fantasía. Te creas una historia y eso es lo que te excita”, le explica a esta periodista.
Creo que la mujer juega mucho con la fantasía, te creas una historia y eso te excita”
Según la encuesta de Platanomelón, hubo durante el período de encierro un aumento del 68% de la práctica del sexting. “Al no tener acceso a los contactos físicos o personales, ha aumentado el sexting y también el sexo vía cámara web lo ha hecho casi en un 100%. También las inscripciones en las apps de ligue, aunque allí no se ha buscado tanto el sexo esporádico sino más bien un apoyo emocional. Los vínculos han trascendido más allá. Han habido más conversaciones, más largas, más matches y actualizaciones de perfiles. Es decir, que las personas han dedicado mucho más tiempo a cultivar ese contacto con el otro por este medio”, confirma la sexóloga Gemma Deulofeu.
Precisamente una de las apps de citas de más aceptación, Tinder, afirmaba en un comunicado de prensa a principios de abril que las conversaciones diarias habían subido un promedio del 20% en todo el mundo, y que las conversaciones eran un 25% más largas de promedio. .
En cuanto al sexo esporádico, que suele asociarse a este tipo de aplicaciones, la sexóloga explica que “ha disminuido, porque todo se tiene que programar un poco más, incluso para hacer una videollamada sexual. Hemos pasado a unas relaciones y una sexualidad mucho más programadas”.
“Ha aumentado la afluencia en las apps no sólo para conocer gente sino también para potenciar el juego”, dice Mireia Muñoz, y pone como ejemplo la aplicación Desire (deseo en inglés), diseñada para que las parejas se envíen propuestas y retos sexuales y así potenciar la complicidad, la creatividad y el erotismo.
Disfruté en el momento, pero me sentí expuesta, me pidió un vídeo, y no me gustó, porque no quería que quede registro”
Malena probó el sexting por primera vez hace varios años en una relación a distancia. “Descubrí un mundo, el poner en palabras, verbalizar los actos, los escenarios, preguntar qué tienes puesto, dónde te estás tocando, qué me harías, cómo te gustaría que lo haga. Todo eso, te permite conocerte desde otro lado, porque no necesariamente te gusta lo mismo por chat que en el sexo presencial”.
Durante la cuarentena, el sexting le sirvió como una alternativa de encuentro. “Después de chatear un par de días, hicimos una cita virtual. Si quería conocerlo un poco más, no había otra opción. Como con el resto de mis vínculos lo presencial también pasó a un plano virtual, no sentí ese choque. Entonces tuvimos un encuentro sexual pero a la vez virtual”, dice Malena, quien también activó la versión Tinder Pasaporte, que consiste en poder hacer ‘match’ no sólo con personas que estén cerca tuyo, sino también con otras alrededor de todo el mundo, para poder conversar.
Nuevos vínculos
Según la sexóloga Gemma Deulofeu, en las apps de ligue no se ha buscado tanto el sexo esporádico sino más bien un apoyo emocional”
Hasta el momento, solo había hecho sexo virtual a través de Instagram. “Me sentía cómoda haciéndolo en esa app porque después de que la otra persona ve la foto o el vídeo dos veces, se borra automáticamente y también te avisa si el otro hace una captura de pantalla de lo que le has enviado. Pero con esta persona lo hice por Whatsapp”.
La experiencia le dejó un sabor amargo a Malena. “En el momento lo disfruté, porque se trata de crearte una película y usar el imaginario a tope, ya que no lo conoces. Pero me pidió un vídeo, que no me gustó, porque no quería que quede registro. Me sentí expuesta de haberme mostrado tanto con alguien que no conozco. Después no dejaba de pensar. ¿Qué pasa si esto se viraliza o si decide de usarlo en mi contra? Si hubiera sido alguien con quien tuviera más confianza, lo hubiera disfrutado muchísimo más”, explica.
Sobre este punto, la sexóloga Gemma Deulofeu aclara: “creo que el sexting es saludable si las dos partes lo desean. No se tiene que confundir el sexting con el sex spreading, que es un delito sexual que refiere a la utilización de ese contenido sin el consentimiento de la otra persona para enseñarlo o difundirlo”.
Riesgos
El flirteo virtual puede llevar a expectativas que a veces no se cumplen cuando se conoce a la persona
¿Cómo se enfrenta un encuentro presencial después de dos meses de conocer a alguien en el plano virtual? Para Camila fue difícil. “Tuve muchos nervios. Pensé: ¿Qué pasa si lo veo y no me gusta? ¿Qué pasa si tenemos ‘sexo en vivo’ y no conectamos? La expectativa era muy alta, porque idealizas a la otra persona. Con el sexting, el otro te dice muchas cosas que después procesas como quieres. En mi cabeza, tú me tocas como a mí me gusta, no como tú te lo imaginas. El problema es que tal vez cuando te encuentras con esa persona, no lo hace de esa manera”, explica.
“En las personas que han estado más tiempo sin tener relaciones sexuales y sin verse con otras personas la expectativa se hace muy grande. Hay más sensación de que hay que recuperar ese tiempo perdido y, como todavía están en una fase de descubrimiento, puede haber una falsa expectativa de querer complacer al otro” explica la sexóloga Mireia Muñoz. Y aclara que “eso genera una rigidez y un control que nos llevan a la frustración cuando no se logra el resultado deseado, y no nos permiten disfrutar de una forma más libre y sana”.
El encuentro después del confinamiento también puede representar un problema en un escenario donde todavía existe riesgo al contagio. “Por un lado, hay personas que tienen miedo al contagio y prefieren todavía no relacionarse con otras de manera presencial. Después están quienes quieren recuperar el tiempo perdido, y es lo primero que han hecho en cuanto se pudo ha sido ir a alguna terraza y hacer planes”, explica Muñoz. “Puede suceder que, en las parejas que se conozcan por redes sociales o aplicaciones, choquen estos dos perfiles, donde una quiera quedar e incluso tener sexualidad y la otra no, y ahí es muy importante que haya una buena comunicación”, agrega.
Aunque un estudio de la Clínica Universitaria de Essen en Alemania confirma que los orgasmos ayudan a reforzar el sistema inmunológico y pese a que no existen estudios que demuestren que la Covid-19 pueda transmitirse a nivel sexual, sí que puede contagiarse a través de la saliva o la mucosa, cosa que puede producirse con cualquier contacto cercano, sea o no de índole sexual.
El encierro nos llevó a tener que conocernos realmente antes de que hubiera un encuentro sexual”
De cualquier modo, en un escenario de restricciones sanitarias, surge el interrogante acerca de qué prácticas podrán llevarse a cabo, sobre todo si implican el contacto íntimo con varias personas. Sobre este punto, Sandra Bravo advierte: “se tiende al análisis simplista de que las relaciones monógamas son más seguras y las poliamorosas más arriesgadas, cuando a lo mejor no se trata tanto del número de relaciones íntimas sino del tipo de precauciones que tomen las personas”.
Por otro lado, la sexóloga Gemma Deulofeu apunta que la “nueva normalidad” también presenta otros desafíos para poder relacionarse, ante la falta de muchos espacios de encuentro, como festivales y discotecas. “Antes era mucho más fácil socializar, ahora los espacios de ligue, para poder conocer a alguien, todavía no están habilitados”, recalca.
Tras el confinamiento
Los sexólogos consideran que algunas prácticas han llegado para quedarse porque para la gente joven ya es habitual relacionarse a través de la tecnología
“Necesito poder salir, coquetear con alguien, y es muy difícil en este momento. Seguimos en una etapa en que para conocer a alguien tiene que ser virtualmente o aprovechar circunstancias que antes no hubieras considerado”, dice Malena, y cuenta que un chico se le acercó a hablarle mientras aparcaba su Bicing. Además, explica: “Si no me vi todavía con un chico es porque me da un poco de pereza, porque sé que tiene que ser en un bar, con todas las precauciones, y tampoco sabes cómo lo va a tomar el otro, por ahí no está relajado o vive con personas de riesgo”.
También cabe preguntarse cuáles de las nuevas prácticas incorporadas podrán mantenerse en el tiempo. “Creo que lo que nos dejó la pandemia fue el haber normalizado mucho el conocerse por Tinder y sentir que se puede tener una conexión virtual”, dice Malena. Para Camila, “el encierro nos llevó a tener que conocernos realmente antes de que hubiera un encuentro sexual. En mi caso, fueron dos meses de charla mientras que, en otro contexto, hubieran sido solo unos días”.
Sin embargo, ambas coinciden en que el sexting y los encuentros sexuales virtuales, aunque suman, no reemplazan el contacto físico. Por su parte, Celina dice que no sabe si las nuevas prácticas que pudo incorporar con su pareja, “fueron una locura de la pandemia o si podrán prosperar en el tiempo”.
“La gente habrá aprovechado para probar y seguramente las prácticas que les hayan resultado satisfactorias y placenteras se mantendrán”, dice Deulofeu. Y asegura que “algunas prácticas han venido para quedarse. Es otra manera de estar con otros. Para la gente joven ya es algo habitual relacionarse a través de la tecnología. Para aquellas personas que no lo usaban y les ha resultado placentero y positivo, lo incorporarán pero no para sustituir lo físico”.
“A veces cuesta incorporar nuevas herramientas porque implica salir de esa zona de confort, que puede asustar un poco. Pero si nos dan buenos resultados y nos aportan, es más fácil que después las podamos mantener”, agrega Muñoz y coincide en que “siempre es importante que haya un equilibrio entre las apps o cualquier otra herramienta virtual y la parte presencial y corporal, para que ayude a potenciar y enriquecer nuestras relaciones, y que lo tecnológico no nos termine distanciando físicamente entre las personas”.
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