Estación Depuradora de Aguas Residuales. (EFE)
A pesar de las nuevas normativas y de los mensajes que aparecen en el etiquetado, los malos hábitos de consumo siguen alimentando al monstruo de las toallitas
¿Han visitado alguna vez una estación depuradora de aguas residuales (EDAR)? ¿No? Pues les aconsejo que lo hagan. Estos equipamientos ambientales ofrecen la mejor radiografía de nuestra sociedad. En ellos se ven reflejados nuestros hábitos de consumo y también nuestro respeto al planeta. Y les aseguro que en ambos casos se extraen conclusiones inquietantes.
El deficiente tratamiento de nuestras aguas residuales es uno de los principales motivos (no el único) de sanción del Tribunal de Justicia de la UE en Luxemburgo por infracciones medioambientales, un ámbito en el que España encabeza la lista negra de la UE.
La solución a este serio problema ambiental es tan sencilla como eficaz: no tiremos las toallitas por el váter. Todas. Nunca
Y es que, pese a que el 99% de nuestras áreas urbanas cumple con los requisitos de la legislación europea, nuestro país tuvo que afrontar hace tres años una primera multa de 12 millones de euros (y otros 11 millones semestrales hasta regularizar la situación) por la falta de depuración de las aguas residuales en nueve municipios de Andalucía, Asturias y Canarias.
Una situación para muchos injusta, pues lo cierto es que en la práctica totalidad de nuestro país estamos empleando las mejores tecnologías de saneamiento para mejorar la eficiencia de las EDAR, dotándolas de los sistemas de filtración, inertización y retirada de contaminantes más avanzados.
Todo ello con el propósito de devolver al medio ambiente un agua cada vez más pura, limpia y segura, un agua regenerada que pueda servir para diferentes usos, como el mantenimiento urbano e incluso el riego agrícola. Pero como no todos actúan con la misma responsabilidad, al final acabamos pagando (y nunca mejor dicho) justos por pecadores.
Control de calidad de las aguas. (EFE)
Y algo parecido sucede con el serio problema que ocasiona la gestión indebida de las toallitas húmedas usadas. Un problema que no está en su uso (allá cada uno con sus hábitos), sino en la manera que algunos emplean para deshacerse de ellas, echándolas al váter y tirando de la cadena: que es la forma más irresponsable de deshacerse de este residuo.
Es incomprensible que a pesar de las terribles imágenes sobre los monstruos de las toallitas que todos hemos visto por televisión o a través de las redes sociales, de los reportajes publicados en prensa y de las llamadas a la colaboración ciudadana de instituciones, gobiernos locales y empresas de saneamiento, siga habiendo gente que continúe echándolas al retrete.
Un gesto del todo irresponsable que, además de provocar un grave impacto en el medio ambiente, genera costosísimas averías en los sistemas de alcantarillado, resta eficiencia a las EDAR y, lo que es aún más incomprensible, acaba atascando los bajantes y las sentinas de sus propias viviendas.
El reglamento es muy claro
Como señalan en Stanpa, la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética, desde hace dos años la norma UNE 149002 establece que “las toallitas y otros productos desechables deben cumplir varios requisitos respecto a su composición y su capacidad de sedimentación, dispersión, desintegración y biodegradación” así como ir acompañadas de un “etiquetado adecuado que indique al consumidor dónde debe desecharlas para evitar su impacto en el medio ambiente”.
El monstruo de las toallitas sigue colapsando alcantarillas. (EFE)
Respecto al denominado ‘papel higiénico húmedo’ esta asociación señala que, tal y como establece la normativa, este producto debe superar hasta cinco pruebas de laboratorio para demostrar que su desintegración es equivalente a la del papel higiénico seco, el convencional. Y aprovecha para dejar claro que “de manera general, las toallitas siempre deben tirarse a la papelera”. Una recomendación que, según los expertos en gestión de aguas residuales, debería extenderse también a la manera de deshacerse de este producto.
La actual norma sobre productos desechables en el inodoro fue creada por la Asociación Española de Normalización (UNE), a través de su Comité de Ingeniería del Agua, en colaboración con la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS), los fabricantes de papel higiénico seco y la propia Stanpa, entre otros, establece de manera clara las normas a observar en el marcado, etiquetado y los mensajes que se deben utilizar en los envases.
Campaña 'No alimentes al monstruo' de la Red de Entidades del Agua de Euskadi.
Así, a los consumidores de toallitas solo les queda confiar en que el etiquetado de cada producto refleja de manera veraz el cumplimiento de esta norma. Es decir: que los fabricantes respetan las reglas del juego. En ese sentido, contra los piratas que venden sus productos fuera del sistema de control o los tramposos que anuncian lo que no es, poco se puede hacer. Pero lo que a estas alturas es ya del todo inadmisible es que, pese a saber que las toallitas usadas no deben ir nunca al inodoro, y pese a conocer el resultado de hacerlo, haya quienes sigan alimentando al monstruo.
Por
Jose Luis Gallego
28/03/2021 - 05:00
https://blogs.elconfidencial.com/medioambiente/ecogallego/2021-03-28/residuos-saneamiento-agua_3008752/