Cataratas de Iguazú, en Brasil. (EFE)
Representa el mayor patrimonio de la humanidad. Su protección y conservación debería requerir la atención y la participación de todos: gobiernos, empresas y ciudadanos
La Tierra es el único astro del sistema solar en el que, ya desde centenares de miles de km de distancia, puede apreciarse la existencia de agua y, más aún, que esta es abundante, con el azul de los océanos y el blanco de las nubes. Se está buscando agua en otros planetas y satélites del sistema solar, donde su existencia es dudosa o, por lo menos, no resulta aparente en una simple observación astronómica. Un planeta, el nuestro, que podríamos denominar en verdad planeta Agua en lugar de Tierra, dado que los océanos ocupan el 71% de su superficie.
Una estimación de la masa de agua que alberga la Tierra da un valor enorme, cercano a 1,4x1021 kg (es decir, cerca de 1.400 millones de km3). La distribución del agua en el planeta es extraordinariamente desigual, con agua casi ilimitada en los océanos y con enormes recursos de origen fluvial o lacustre en algunos países y regiones, en oposición a los desiertos, donde el agua en superficie es escasa, a menudo solo un espejismo o concentrada en oasis aislados.
Habitamos el único lugar del universo conocido donde disponer del elemento esencial para la vida: el agua
A esta disparidad en el reparto de los recursos hídricos se añade el siguiente hecho con repercusiones ambientales: solo una exigua fracción del agua planetaria es agua dulce líquida superficial, la de los ríos y lagos de agua dulce, la directamente aprovechable para nuestros usos, para beber, por ejemplo. Esto es así, porque un porcentaje muy elevado del agua planetaria es oceánica (96,5%), por lo que su uso para fines comunes exige la desalación, con el correspondiente gasto energético en el proceso. Del restante 3,5%, fundamentalmente agua dulce, un porcentaje también elevado, un 68,7%, es agua superficial en estado sólido.
El retroceso de los glaciares es un bioindicador de cambio climático. (EFE)
Es la que compone los casquetes glaciales, los glaciares de montaña y las capas de nieve permanente, por lo que su utilización obliga a la fusión de la misma, debiendo aportarse de nuevo energía para el cambio de estado. Le sigue el agua dulce subterránea, almacenada en los acuíferos (un 30,1% del agua dulce), que, para su aprovechamiento, ha de ser bombeada a la superficie, con el consiguiente gasto energético.
En resumen, habitamos un planeta rico en agua, aunque en su mayor parte es salada, se presenta en estado sólido o es subterránea.
El ciclo del agua dividirá Europa
El agua planetaria, en sus diferentes medios y estados, conforma un formidable ciclo en la naturaleza, el ciclo del agua, que ya nuestros estudiantes de primaria conocen al nivel requerido. El ciclo del agua pone en circulación, anualmente y para el conjunto del planeta, 573.000 km³ de agua evaporada y transpirada a la atmósfera y otro tanto como precipitación. Tal volumen repartido entre la superficie del planeta corresponde a una precipitación media anual de unos 1.100 litros por metro cuadrado, que es lo que viene a llover de promedio en Bilbao. Véase, por tanto, que en gran parte de España la lluvia anual queda por debajo de la media del planeta.
En el contexto actual de calentamiento global surge de inmediato la pregunta: ¿cómo se verá afectado el ciclo del agua? Con una superficie continental y unos océanos progresivamente más cálidos, aumenta evidentemente la evaporación del agua, que, para mantener el equilibrio en el ciclo hídrico, ha de retornar a la superficie, en forma de lluvia o nieve, también en mayor abundancia. Por tanto, se está reforzando el ciclo del agua: más evaporación y, en correspondencia, más precipitación, si bien esto último no parece corresponderse con las proyecciones para España, que señalan una clara tendencia a la reducción de la lluvia.
Temporal en la costa. (EFE)
La explicación está en que, si bien en el conjunto del planeta habrá más precipitación, la dinámica atmosférica dará lugar a un reparto más desigual, con las zonas de latitudes medias y altas, y el ecuador, ya de por sí lluvioso, con más precipitación, y las áreas de clima mediterráneo y otras tropicales, con menos lluvia. Así, Europa se dividirá en dos en cuanto a precipitación en una parte central y septentrional del continente con la lluvia en aumento, que ya se está observando, y la Europa del sur, la mediterránea, con menos cantidad de lluvia. Habrá que ser, por tanto, muy cuidadosos con la gestión de nuestros mermados recursos hídricos.
Por
Javier Martín Vide
22/03/2021 - 05:00
https://www.elconfidencial.com/medioambiente/agua/2021-03-22/crisis-climatica-agua-medio-ambiente_2996892/