- World Economic Forum: "El impacto en el mercado laboral será muy desigual"
- El precio de la energía será más volátil y podría incrementar la desigualdad
- Los minerales clave para la transición podrían encarecerse mucho en el futuro
La consecución de un nuevo modelo económico y energético se ha convertido en prioridad para gran parte de los países desarrollados. La agenda climática está ganando impulso gracias a las bondades y beneficios que generará un nuevo sistema energético basado en fuentes de generación renovable: un clima menos extremo, menor contaminación, independencia energética... Sin embargo la transición energética también será muy costosa (en términos económicos) y quizá desigual. Así de claro lo tiene, por ejemplo, Patrick Artus, uno de los economistas más veteranos del banco de inversión francés Natixis, que encuentra varias razones para creer que esta transición tendrá implicaciones muy dolorosas para ciertos segmentos de las población, del tejido empresarial y de la economía en su conjunto.
Algunos de estos 'secretos' ya han comenzado a salir a la luz este 2021. La presión de los gobiernos desarrollados sobre la industria de las energías fósiles (gas y petróleo sobre todo) está alterando la respuesta del sector a unos precios al alza. En el pasado reciente, unos precios mayores en el gas y el crudo eran estímulo suficiente para que las grandes petroleras occidentales comenzasen un nuevo ciclo de inversión, incrementando la capacidad de producción y, por ende, rebajando las presiones alcistas sobre los precios del petróleo y el gas.
Ahora, estas empresas se mantienen a la espera o intentan diversificar su negocio ante la ofensiva casi global contra las energías fósiles. El desenlace, por ahora, es un petróleo y gas mucho más caros, volatilidad en los precios de la electricidad y mayor dependencia energética de los productores tradicionales de crudo y gas (OPEP y Rusia). Un nuevo estudio de Nature calcula que reducir las emisiones un 95% en EEUU costaría unos 11.000 dólares al año a cada americano. Un mundo más limpio no saldrá gratis.
Patrick Artus, economista en Natixis, publicó una nota en octubre en la que analizaba varios riesgos a corto plazo derivados de la transición energética y que podrían generar 'dolor' en ciertas ramas de la economía y de la población. No solo Patrick Artus, también el World Economic Forum (WEF) y otras instituciones han puesto de relieve estos riesgos en informes sobre la transición energética. A largo plazo resulta más complicado prever cuál será el impacto final sobre la economía de este cambio masivo hacia fuentes de generación energética renovables. No obstante, aunque en términos netos termine siendo positiva, siempre habrá ganadores y perdedores.
Riesgos a corto y medio plazo:
-Destrucción de capital. Durante décadas, la industria (sobre todo la del automóvil) ha trabajado e investigado para producir motores más eficientes y componentes de mejor calidad que funcionan con la gasolina, gasóleo o gas como principal fuente de energía. Esa inversión multimillonaria, investigación y adquisición de capital físico (maquinaría para producir bienes) se perderá con la llegada de un nuevo modelo que todavía se encuentra en sus primeras etapas y que aún tiene que resolver muchos puntos débiles.
"La transición energética supone la destrucción directa de capital que pasa a ser inútil para algunas industrias como la del automóvil... la destrucción de capital es muy dolorosa: a corto plazo se produce una reducción del PIB potencial y la pérdida del ahorro que fue usado para construir ese capital", explica Patrick Artus.
-Costes en la energía y desigualdad. "La transición energética no vendrá sin costes", reconocen desde el WEF. Los impuestos al carbono, la eliminación de los subsidios a los combustibles fósiles y los impuestos en la factura de electricidad podrían aumentar el coste de la electricidad y los combustibles, lo que pondrá contra las cuerdas a algunas empresas y consumidores, según explica el informe del World Economic Forum.
Artus, de Natixis, explica que "el paso a las energías renovables conducirá inevitablemente a un aumento significativo de los precios de la energía, debido a la naturaleza intermitente de la producción de energía renovable, que hace necesario establecer una capacidad de producción que supere con creces la demanda de electricidad, y almacenar la electricidad cuando sea posible, que será sin duda costoso. Este aumento significativo de los precios de la energía aumentará la desigualdad de ingresos si no se corrigen sus efectos, porque el peso del consumo de energía es mayor en los hogares de menor renta", sentencia el experto.
-Incremento estructural del desempleo. "La transición energética llevará hacia un cambio en la estructural sectorial del empleo, lo que genera el riesgo de que se produzca un incremento del desempleo estructural", asegura Artus. La cuestión es si los sistemas educativos y de formación serán capaces de 'reciclar' a los millones de personas que trabajan en sectores relacionados con las viejas energías para que sean útiles en el mundo de las renovables. "Las habilidades requeridas para los trabajos que se están creando son muy diferentes a las requeridas en los trabajos que se están destruyendo, lo que incrementa el riesgo de que se produzca un incremento significativo del desempleo estructural".
Además, este riesgo afecta de forma muy desigual a países y sectores. Desde el World Economic Forum advierten de que que "un desafío adicional proviene del impacto potencial de la transición en la fuerza laboral existente. Aunque se estima la energía renovable podría emplear a más de 100 millones de personas en el sector energético para 2050, estas ganancias no se distribuyen de manera uniforme. Como resultado, algunos países y comunidades, especialmente aquellos que dependen en gran medida de los combustibles fósiles, saldrán perdiendo".
-¿Mayor dependencia del exterior? Desde Occidente se vende la transición energética como una vía para reducir la dependencia del exterior (ahora mismo gran parte del gas o el petróleo se importan de terceros países). Sin embargo, a día de hoy es China quién se encuentra en la primera posición para recoger parte de los beneficios de esta transición, gracias a sus ventajas competitivas en la producción de bienes relacionados con las energías renovables. China es el gran productor mundial de placas solares: "Resulta crucial prevenir una situación en la que China tenga un peso masivo en la producción de estos bienes. El riesgo es real porque tiene ventajas en términos de costes de producción y de economías de escala".
-Decisiones irreversibles cuando la incertidumbre es aún muy grande. Frente a otras transiciones que han sucedido de forma natural ante la aparición de una tecnología, materia, idea.. que mejoraba con creces a la que imperaba hasta entonces, la transición energética está siendo respaldada e impulsada por los gobiernos de forma 'artificial' a golpe de subsidios y regulación. El cambio se esta produciendo sin que exista una evidencia clara sobre la eficiencia de una economía 'alimentada' con energías renovables con las tecnologías actuales. Es decir, se está 'apostando' mucho dinero a un caballo que quizá no sea el ganador.
"Un ejemplo es el de la industria del automóvil en Europa. A partir de 2035, solo podrá vender coches eléctricos. La única tecnología disponible en la actualidad es la batería de iones de litio, por lo que se están realizando inversiones masivas en esta tecnología. Pero no es seguro que esta tecnología se utilice o sea la dominante a largo plazo, por lo que parte de estas grandes inversiones podrían caer en el vacío", advierte Artus.
-El precio de algunas materias primas se dispara. La transición energética está incrementando la demanda de ciertas materias que son clave para la construcción de panales solares, baterías, motores eléctricos o turbinas de viento. Es difícil vaticinar con precisión si la producción de estas materias podrá seguir el ritmo de la transición energética o su impacto en el medio ambiente cuando se tengan que producir de una forma masiva.
"Un coste importante de la transición energética puede ser el fuerte aumento de los precios de materias primas básicas necesarias para la transición energética (para redes eléctricas, para baterías eléctricas): la producción de cobre, litio, níquel, cobalto, tierras raras, etc. podría ser insuficiente para cubrir la demanda", asegura Artus.
El informe de World Economic Forum incide en este peligro y aporta algunos datos extra. La producción de minerales como el grafito, litio y cobalto tendría que aumentar en casi un 500% para 2050 para satisfacer la creciente demanda la tecnología ligada a las energías limpias. Estos materiales se producen generalmente en países en desarrollo y, a veces, en condiciones ambientales y sociales que están muy lejos de ser óptimas. "La lucha por adquirir estos minerales ha resultado en una alta concentración de recursos en manos de unos pocos países, aumentando los riesgos potenciales para el suministro oportuno", sentencian los expertos del WEF.