La metrópolis asiática se está abandonando a su suerte. (iStock)
La capital de Indonesia se traslada a la isla de Borneo debido a un hundimiento de más de cuatro metros del terreno, la contaminación que bate récords y la deforestación
"Nos hundimos. Yo, las mujeres y los niños primero". Eso es lo que debieron pensar los gobernantes de Indonesia tras decidir en 2019 que su capital, Yakarta, era un caso perdido y que más valía empezar un proyecto de 33.000 millones de dólares (29.900 millones de euros) para trasladar la capitalidad a una nueva ciudad situada a más de 1.200 kilómetros de distancia, en la isla de Borneo. Más lejos, imposible.
Pero el daño está hecho y las intenciones de arreglar la, hasta ahora, capital de Indonesia son nulas. Cierto es que algunos de los problemas que han provocado esta situación no podían preverse en su fundación en el año 397 d.C. (cuando se llamaba Sunda Kelapa). Por ese entonces (y, realmente, hasta mediados de siglo XX) la localización de lo que terminaría por convertirse en la segunda área metropolitana más poblada del mundo (solo por detrás de Tokio-Yokohama), con 34,5 millones de personas, era inmejorable, siendo paso prácticamente obligado entre el Pacífico y el Índico y con una abundancia de recursos naturales que, por ese entonces, parecía inagotable.
La mala calidad del aire causa, anualmente, la muerte de 4.000 personas en Yakarta y hasta 1.000 M de dólares de pérdidas económicas
Pero la realidad se hizo patente con la llegada de la industrialización y la superpoblación. Según datos del Banco Mundial, en la última década la ciudad ha acogido a más de siete millones de personas. Esto significa que, durante el último siglo, los recursos naturales de que dispone la gran metrópolis se están agotando y esto ha conseguido hundir la ciudad, literalmente.
Yakarta está cimentada sobre un territorio húmedo, con unas grandes reservas de agua dulce en el subsuelo. Durante los últimos 50 años, estas han sido extraídas a un enorme ritmo que ha provocado que, según un estudio realizado por investigadores del Instituto de Tecnología Bandung de Indonesia, algunas partes de la ciudad se hayan hundido más de cuatro metros desde el año 1978 (cuando se empezaron a tomar registros) y ya estén por debajo del nivel del mar.
Río contaminado en uno de los barrios del este de Yakarta. (iStock)
Este hundimiento hace que Yakarta sea especialmente vulnerable a ciertas catástrofes naturales como las inundaciones, los tsunamis y las tormentas costeras de gran intensidad. De hecho, a principios de 2020, hasta 400.000 personas tuvieron que ser desplazadas debido a que las inundaciones impidieron el acceso a sus casas y, además, provocaron un total de 60 muertes. Pero aquí no acaba la enorme lista de problemas de la ciudad asiática, ni muchísimo menos.
Al mismo tiempo que el aumento de la población extraía enormes cantidades de agua del subsuelo, también aumentaba la cantidad de vehículos de combustión (tanto coches como camiones y motos). Esto ha tenido un tremendo efecto en la salud de los habitantes. En primer lugar, sobre su seguridad vial. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud, en el año 2015, en la capital indonesia hubo un total de 6.300 casos (denunciados, no totales) de accidentes de tráfico, con un saldo de muertes que alcanzó las 591 personas, lo que convierte este país en el quinto más peligroso del mundo en este sentido.
Desbordamiento de uno de los ríos de Yakarta. (iStock)
Pero ojalá la seguridad vial fuera el único problema. Todos esos motores de combustión han conseguido que Yakarta sea una de las ciudades con la atmósfera más contaminada del mundo. También es cierto que existen otros factores, como la presencia de 12 centrales eléctricas de carbón situadas a una distancia menor a los 100 km del centro de la capital indonesia, o la quema indiscriminada y al aire libre de basuras. Según datos de IQAir, la media de la concentración de micropartículas contaminantes en suspensión supera en un 28,3% el límite considerado 'seguro' por la Organización Mundial de la Salud.
Todos estos factores tienen unos efectos terribles tanto en la salud de las personas como en la economía. De hecho, según cálculos de IQAir, la mala calidad del aire causa, anualmente, la muerte de 4.000 personas en Yakarta y hasta 1.000 millones de dólares de pérdidas económicas debidas a la disminución de la productividad por enfermedad o muertes prematuras.
A eso hay que sumar que, entre 1990 y 2015, debido a la rápida expansión de la ciudad y a su elevada actividad industrial, se han deforestado en Java (la isla donde se encuentra Yakarta) un total de 3.415 kilómetros cuadrados, el equivalente a la superficie de la provincia de Santa Cruz de Tenerife (formada por las islas de La Palma, La Gomera, El Hierro y Tenerife), lo que corresponde a, aproximadamente, un 40% de la superficie forestal de la isla de Java.
Esta deforestación acelerada ha provocado la alteración y eliminación de muchos ecosistemas y, por lo tanto, una gran pérdida de biodiversidad. De hecho, según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Singapur, se estima que se extinguirá, en las próximas décadas, el 42% de las especies animales que habitan estos ecosistemas.
El presidente de Indonesia, Joko Widodo, visitando el lugar donde se situará la nueva capital del país. (EFE/EPA/Agus Suparto)
Ahora, la gran pregunta es si en la nueva capital (que ha sido bautizada como Nusantara y cuyo único habitante es, hasta el momento, el presidente de Indonesia, Joko Widodo, en una acampada la semana pasada) se cometerán los mismos errores que han provocado que se deje a su suerte Yakarta, hundiéndose, contaminándose y arrasando con todo lo que entra en ella. Esta situación ha demostrado que, en efecto, existe un punto de no retorno medioambiental que debemos, en el resto de ciudades del mundo, evitar a toda costa.
Por
Álvaro Hermida
13/04/2022 - 05:00 Actualizado: 13/04/2022 - 10:02
La basura hunde Yakarta: su colapso es un aviso de lo que nos espera (elconfidencial.com)
www.elconfidencial.com/medioambiente/ciudad/2022-04-13/yakarta-indonesia-capital-traslado-crisis-climatica_3392853/