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Si hay algo complicado en época de disgustos y estrés en el trabajo es salir de la empresa y dejar allí aparcado, hasta mañana, el mal rollo. En busca de herramientas para lograr esta 'hazaña', si es que es posible, hablamos con una experta en la materia. Spoiler: sí, es posible.
Seguro que no hace falta ni que te lo describa. Y si te lo tengo que describir, es que eres de otro mundo (y mira: felicidades). Te pillas un cabreo monumental en la empresa, a veces un cabreo sostenido durante meses, o años (sí: sucede, lo he visto con estos ojitos) y te lo llevas contigo a casa cada día, como si fuese tu hermano siamés, o mejor, tu doppelgänger, ya sabes, ese doble cabrón, tu particular mister Hyde. Allí, en el hogar, tu particular némesis, un monstruo de Frankenstein hecho con retales de estrés, ansiedad y pensamientos negativos, empieza a dar mandobles a diestro y siniestro. Vamos, que tus problemas le vomitan encima a tu pareja, a tus hijos, a tu mascota. Y si no tienes nada de eso, la emprenden directamente contra ti, sometiéndote a la tortura de un diálogo interior que no lleva nunca a ninguna parte pero que te deja agotado, amargado, atacado y mareado... Te duermes (si lo consigues) y a la mañana siguiente, más de lo mismo...
Vale, ¿y qué hacemos? Porque 'aparcar' el estrés y la ansiedad laboral parece de entrada misión imposible, algo que todos hemos intentado y en lo que hemos fracasado, desgraciadamente... ¿Realmente es factible no llevarse los problemas a casa? Como mi doppelgänger no tiene ni repajolera idea, le confío la respuesta a Elena Olaiz, psicóloga de Acción y Psicoterapia Breve Estratégica con larga experiencia en el tratamiento de este tipo de problemas que, explica, hoy son "epidemia". "Esto es justo lo que trabajamos en terapia", me explica, "porque no es fácil saber cómo debemos gestionar cada uno de nosotros el estrés y la ansiedad laboral. Para empezar, porque para cada uno es diferente la manera en la que cada uno lo percibe y lo afronta. Es necesario conocer bien cómo lo vive y gestiona cada persona, para que en función de ese análisis podamos poner en práctica distintas maneras de gestionar esa ansiedad y estrés laboral".
La primera en la frente (es un decir). O sea, que hay que pasar por el psicólogo para solucionar el problema... Vale, pero imaginemos que no nos llega el tiempo, o el sueldo, para ir al psicólogo. O que necesitamos unas pautas de emergencia porque nos han dado cita el próximo dos de noviembre y estamos en junio y llenitos de dudas. Para empezar, porque no sabemos siquiera si llevarnos los problemas del trabajo a casa no será tan malo. Porque, en teoría, la pareja está también para eso, para que podamos desahogarnos con ella... ¿o no?
Desahogarse es solo una tirita
"Bueno... la pregunta es: ¿qué quieres hacer tú?", nos interpela Elena Olaiz. "Si lo que buscas es no llevarte los problemas a casa y desconectar, desahogarte frecuentemente con la pareja no haría más que empeorar el problema y aumentar tu malestar. Según cuál sea tu objetivo tendrás que hacer una cosa u otra. Si lo que quieres es desahogarte, adelante. Pero si lo que buscas es solucionar los problemas del trabajo tendrás que hablarlos con una persona que pueda ayudarte a encontrar las estrategias adecuadas para llegar a soluciones verdaderas. Así es como pueden desaparecer los problemas. Porque por más que nos desahoguemos, los problemas no cambian". La pareja, añade la psicóloga, "está para escucharnos, apoyarnos, guiarnos y ayudarnos, pero si no sabe, tampoco va a poder ayudarnos a resolver nuestro problema".
Al final, lo que Elena Olaiz nos está planteando, antes que cualquier otra cosa, es que nos escuchemos a nosotros mismos. En efecto, muchas de las soluciones a nuestros problemas están dentro de nosotros, solo que no sabemos encontrarlas, aislarlas del torbellino de ideas y emociones en que nos colocan las situaciones conflictivas que no pueden solucionarse fácilmente. "Eso es lo que trabajamos en sesión, encontrando la manera adecuada para ti, para que te sientas mejor contigo misma haciendo lo que necesitas para alcanzar tu objetivo", dice la experta.
Por ejemplo, explica la psicóloga, "cuando uno tiene un dolor y continuamente habla de él, piensa en él, su vida gira en torno al dolor. Es entonces cuando, en lugar de salir de ese pozo en que estamos, cada vez más y más nos adentramos en él. ¿Hablar te lleva a solucionar, a cambiar? ¡Hazlo más! Pero si no hace más que empeorar tu problema y sentir que cada vez eres más incapaz para solucionar tú misma tu problema, te invito a que dejes de hablar y pidas ayuda psicológica".
Ponerle palabras a lo que sucede, un básico
Una de las herramientas de peso para afrontar la rabia o la frustración, explica la psicóloga, es canalizarla "a través de la expresión. Pero para que se convierta en un recurso para la persona deberá hacerse por escrito. Las cosas que nos han frustrado o enfadado en el trabajo tendremos que soltarlas (desahogarnos) sobre el papel. Porque el papel todo lo aguanta. Lo que se escribe, se haga de forma asertiva o no, se hace sin hacer daño a nadie. Y tu bienestar mental y emocional te lo agradecerá. Una vez hecho esto puedes centrarte en seguir con tu día y concederte algo de diversión, disfrute o algún momento para ti, diariamente".
Respecto al papel de la pareja y la familia, la psicóloga invita a hablar con ellas "de cosas que no sean preocupaciones o problemas". Aunque suene extraño, añade Olaiz, como máximo deberíamos dedicar 15 minutos diarios a hablar de nuestros problemas "porque si no, no habrá fin y finalmente puede convertirse en un conflicto para la pareja". También los espacios mentales, añade "hay que crearlos. Y, como los hábitos, con esfuerzo y disciplina".
Problemas de trabajo + problemas en casa, ¿qué hacer?
¿Y qué pasa, le pregunto, cuando al estrés laboral le sumamos una buena dosis de estrés doméstico, por ejemplo el añadido por bebés, adolescentes, mascotas o problemas personales de cualquier tipo? ¿Qué hacemos con eso? ¿Cómo nos fabricamos una 'zona segura'?
"Mas que zona segura yo diría que debemos permitirnos espacios distintos", cuenta Olaiz. "Así como nos organizamos el día con quehaceres y rutinas, las emociones también deben tener su espacio en nuestro día, porque aunque no se lo concedamos, igualmente las vamos a sentir, pero padeciéndolas. Si de lo que hablamos es de hábitos saludables que nos protegen del estrés, la pauta fundamental sería la de establecer expectativas realistas de forma diaria y no exigirnos más de lo que verdaderamente podemos hacer. Porque lo más seguro es que no llegues a lograrlo (más que nada porque la premisa inicial es errónea si las expectativas no son realistas). Aunque hay que decir que si tenemos bebés la situación puede cambiar por completo, y muchas veces será un 'haz lo que puedas'".
SILVIA NIETO
Actualizado Martes, 24 enero 2023 - 08:14
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