- Allianz asegura que la banca en la sombra será "el próximo accidente financiero"
- El crecimiento de estas instituciones casi duplica al de la banca tradicional
- La banca en la sombra global aglutina más de 68 billones de dólares en activos
La histórica subida de tipos de interés ya se ha dejado notar con intensidad en el sistema financiero global. El amago de crisis bancaria en EEUU y la Eurozona ha puesto sobre aviso a los mercados. Ahora, los inversores se muestran cautelosos a la espera de la siguiente víctima. Tras años de tipos bajos, creciente endeudamiento y búsqueda de riesgo (para obtener algo de rentabilidad), son muchas las cosas que se pueden 'romper' en medio de una subida de tipos. Sin embargo, los economistas de Allianz tienen claro cuál es el mayor riesgo a corto plazo: la banca en la sombra será la próxima ficha en caer.
Para los analistas del gigante asegurador alemán, el próximo gran riesgo, el siguiente 'gigante' en tropezar, son las instituciones financieras no bancarias, el nombre elegante de la banca en la sombra. Y para explicarlo, recurren al rehabilitado concepto del 'momento Minsky' (usan la expresión 'reloj Minsky' que inicia una cuenta atrás hasta el próximo accidente financiero), derivado de las teorías del economista Hyman Minsky, fallecido a mediados de los 90.
El sintagma 'momento Minsky' se refiere al momento en el que los mercados colapsan tras un periodo de excesivo optimismo y complacencia. Pone nombre al final de un auge económico que ha animado a los inversores a asumir tanto riesgo que los préstamos superan lo que los prestatarios pueden devolver. En ese punto, cualquier acontecimiento desestabilizador puede obligar a los inversores a vender activos para obtener efectivo con el que devolver sus préstamos, desencadenando un colapso del mercado.
A este momento se puede llegar, por ejemplo, por un incremento de los costes de financiación (algo que está sucediendo en la actualidad). La subida de los tipos de interés puede generar problemas muy graves a las instituciones que se financian a muy corto plazo (préstamos a un día o una semana) y que invierten a muy largo plazo. ¿Quién opera de este modo? La banca en general, pero la banca en la sombra muy en particular.
La banca en la sombra está enormemente expuesta a lo que se conoce como el riesgo de transformación (o desajuste entre activos y pasivos). Mientras que una buena parte de sus activos ofrecen rentabilidades bajas (producto de los años de bajos tipos), su financiación de corto plazo se ha encarecido sobremanera en los últimos meses. Estas entidades tienen que refinanciar casi a diario muchos de sus pasivos, pagando cada vez un precio mayor, mientras que sus activos pueden tener vencimientos de varios años.
Salvo en el caso de los activos que están sujetos a alguna cláusula o tipo variable, la banca en la sombra podría ver mermada la rentabilidad de sus operaciones (recibir unos intereses inferiores a los que paga por financiarse) y sufrir sobremanera en los próximos meses. Pero para comprender cómo funciona y se interrelacionan todas estas variables conviene remontarse a años atrás y comprender algunos conceptos clave.
¿De dónde viene el 'momento Minsky'?
Aunque su nombre se debe al economista Minsky, la expresión fue acuñada por el economista Paul Allen McCulley para describir la crisis financiera que atravesó Rusia en 1998, aunque no fue hasta la crisis financiera de 2007-2009 cuando tomó especial relevancia, explican desde el Observatorio de AndBank. Curiosamente, el mismo economista es el que acuñó el otro tema en liza: la banca en la sombra o shadow banking. McCulley dio nombre a dos cuestiones diferentes que hoy podrían combinarse en el tiempo y ser el desencadenante de una nueva crisis financiera. La cuestión es qué relación guardan el 'momento Minsky' y la banca en la sombra en la actualidad. Para comprenderlo conviene explicar cómo se produce un evento de estas características.
Minsky señalaba que uno de los desencadenantes puede ser un incremento de los costes de financiación, que impida a los inversores y empresas más endeudadas cumplir con el servicio de la deuda. El economista estadounidense no estaba de acuerdo con la teoría de que para que se produzca una crisis económica tiene que haber un integrante externo. Él creía que el sistema mismo puede provocar sacudidas por su propia dinámica interna.
Según Minsky, en un periodo de gran inestabilidad provocado por un largo período de estabilidad aparente y en el que los inversores arriesgaron más de la cuenta en la toma de riesgos crediticios, existen tres tipos de deudores. En primer lugar, el deudor completamente cubierto que puede satisfacer todos los pagos de la deuda con sus flujos en efectivo.
En segundo lugar, el deudor especulativo, que podrá cumplir con el pago de los intereses pero sin amortizar nada del principal. Por último (tercer lugar), el 'deudor ponzi', que ante cualquier caída no podrá pagar ni siquiera los intereses dado que se basa por completo en el aumento de los precios de los activos para seguir refinanciando la deuda. Esta última categoría aglutina el problema.
¿Qué es la banca en la sombra?
Mientras que la política monetaria se endurece, el 'momento Minsky' o algo similar se acerca... y la banca en la sombra parece cumplir varias de las características anteriores que hacer estallar todo por los aires cuando surgen este tipo de tensiones. Además, su fuerte crecimiento en los últimos años ha colocado a estas instituciones bajo la lupa de analistas y reguladores.
Los economistas Francisco del Olmo, Diego Aires, Fernando Rojas y Antonio Mota explican en una publicación de Funcas que "se considera shadow banking o banca en la sombra a las entidades que desarrollan actividades de crédito fuera del ámbito bancario regulado, pero que, al no captar depósitos directamente y, por ende, los ahorros de las familias y empresas, no estarían reguladas de igual forma que los bancos comerciales tradicionales".
De shadow banking a NBFI
"Un hecho representativo de la propia heterogeneidad de este sector es que los informes sobre el estado de situación que publicaba el Consejo de Estabilidad Financiera de EEUU (FSB por sus siglas en inglés) con anterioridad a 2018 se denominaban como estudios globales sobre el estado de situación del shadow banking. Sin embargo, posteriormente, el FSB optó por cambiar la denominación de banca en la sombra por la de Non Banking Financial Institutions (NBFI), que se ha mantenido como el nombre empleado en la actualidad para definir a estas entidades y que representa, de una manera más fiel, la heterogeneidad de su naturaleza", explican los expertos de Funcas.
¿Qué está pasando con las NBFI? Un estudio de Oxford Economics admite que la banca en la sombra ha sido "una preocupación recurrente en los últimos años -los gestores de fondos así lo corroboraron en una reciente encuesta de Bank of America- en la medida que los activos en estos de estos bancos que están menos regulados, aumentaban con intensidad. Los activos de los bancos en la sombra han crecido consistentemente de forma más rápida que los activos bancarios convencional, alcanzando los 68 billones de dólares en 2021 en su medida más 'estrecha' que se compone de entidades que las autoridades han evaluado como involucradas en actividades de intermediación crediticia que pueden plantear problemas financieros similares a los de los bancos y riesgos de estabilidad", asegura el estudio. Este es la medida más estrecha, es decir, parece más que probable que la banca en la sombra sea mucho más grande de lo que parece, pero su dificultad para rastrearla y analizarla impide que se pueda realizar un cálculo exacto.
De la parte de la banca en la sombra de la que se tienen datos se puede decir que los activos de este grupo de instituciones crecieron un 8% anual de 2016 a 2021 frente al 5,5% anual de los bancos regulares o convencionales. Además, "los vehículos de inversión colectiva que son susceptibles a sufrir corridas (pánicos que llevan a los inversores a retirar su dinero) crecieron especialmente rápido en 2021, con un crecimiento de casi el 11%", aseguran desde Oxford Economics.
Por todo ello, "los reguladores continúan preocupados por el sector bancario en la sombra, particularmente por los altos niveles de riesgo crediticio y la transformación de vencimientos que realizan algunos segmentos (piden prestado a muy corto plazo e invierten en activos a muy largo plazo y, por tanto, muy ilíquidos), su capacidad para amplificar las tensiones de liquidez en tiempos de estrés y su conexión con los bancos es notable", advierten desde Oxford Economics.
'Momento Minsky' y banca en la sombra
"El endurecimiento de la política monetaria está revelando las grietas del sistema financiero mundial. En el corazón del modelo Fisher-Minsky-Kindleberger de burbujas y crisis financieras está la idea de que la estabilidad engendra inestabilidad. De hecho, desde la Gran Crisis Financiera hasta 2021, los mercados de capitales experimentaron un largo período de baja inflación y bajos tipos de interés que, junto con el riesgo moral generalizado, fomentaron una búsqueda desenfrenada de rentabilidad. El endeudamiento total se disparó a medida que los inversores financiaban activos de riesgo mediante préstamos bancarios y no bancarios. Desde 2021, el giro hacia una política monetaria más restrictiva ha puesto de manifiesto las múltiples formas que adopta el apalancamiento", explica en su último informe el equipo de investigación de Allianz encabezado por el economista jefe Ludovic Subran.
Tras citar casos recientes como de Greensill Capital, Archegos, los fondos de pensiones del Reino Unido, el del multimillonario indio Adani, el de la plataforma 'cripto' FTX, el de Silicon Valley Bank (SVB) o el de Credit Suisse, los analistas de Allianz se preguntan de dónde vendrá el próximo accidente financiero. Ellos mismos contestan: "La respuesta generalmente aceptada es de las instituciones financieras no bancarias. En diversos grados, estas instituciones están efectivamente expuestas a un riesgo bidimensional conocido por ser letal: el riesgo de transformación (o desajuste entre activos y pasivos) agravado por el riesgo de mercado de sus activos".
Según ponen de relieve en Allianz, en EEUU, a finales de 2021, los activos de las instituciones financieras no bancarias eran 2,3 veces mayores que los de los bancos, encabezados por los fondos abiertos de renta variable (26,5% del total), los fondos de pensiones (de prestaciones definidas) (14,6%), los ETF (12,9%), los fondos abiertos de renta fija (10,1%), los fondos del mercado monetario (9,5%) y las aseguradoras de vida (9,1%). Los fondos de pensiones estaban mayoritariamente expuestos a renta variable y bonos corporativos, los ETF a renta variable y las aseguradoras de vida a bonos corporativos.
"Desgraciadamente -apuntan- este tipo de matriz detallada de participaciones cruzadas (¿quién posee qué?) es incompleta: no dice nada sobre la exposición a bienes inmuebles comerciales o, más en general, a activos alternativos. Sin embargo, las peticiones de retirada a las que se ha enfrentado el fondo de inversión inmobiliaria (REIT) de Blackstone demuestran que los activos no cotizados no son inmunes a una crisis de liquidez. Como este tipo de matriz detallada de participaciones cruzadas no está disponible en otras jurisdicciones, no hay suficiente información para evaluar plenamente el riesgo de contagio en el sistema financiero mundial".
La advertencia del FMI
En un artículo de la semana pasada publicado en el blog del FMI, los economistas Antonio Garcia Pascual, Fabio Natalucci y Thomas Piontek abundan en que las recientes tensiones en algunos bancos de EEUU y Europa son un poderoso recordatorio de los focos de elevada vulnerabilidad financiera acumulados durante años de tipos bajos, volatilidad contenida y abundante liquidez. También en el informe de estabilidad financiera del fondo se ha advertido de los peligros que entraña este grupo de instituciones.
Estos riesgos, enfatizan los tres expertos, "podrían intensificarse en los próximos meses en un contexto de endurecimiento continuado de la política monetaria a escala mundial, lo que hace especialmente importante comprender y salvaguardar esta amplia franja del sector financiero que comprende un conjunto de instituciones más allá de los bancos".
"Los intermediarios financieros no bancarios, incluidos los fondos de pensiones, las aseguradoras y los fondos de alto riesgo, también desempeñan un papel clave en el sistema financiero mundial al proporcionar servicios financieros y crédito y apoyar así el crecimiento económico. El crecimiento del sector de las instituciones financieras no bancarias se aceleró tras la crisis financiera mundial, y en la actualidad representa casi el 50% de los activos financieros mundiales. Como tal, el buen funcionamiento del sector no bancario es vital para la estabilidad financiera", advierten desde el FMI.
Los autores del artículo destacan que, aparejadas a este crecimiento, las vulnerabilidades de estas instituciones parecen haber aumentado en la última década: "Las tensiones tienden a surgir junto con un elevado apalancamiento, por ejemplo, tomando dinero prestado para financiar sus inversiones o aumentar los rendimientos, o utilizando instrumentos financieros, como los derivados. También provocan tensiones los desajustes de liquidez, cuando una institución es incapaz de generar suficiente efectivo mediante la liquidación de activos, como bonos o acciones, o el uso de líneas de crédito para satisfacer las peticiones de reembolso de los inversores". Asimismo, recalcan, los elevados niveles de interconexión con los bancos tradicionales también pueden convertirse en un canal crucial de amplificación de las tensiones financieras.
¿Se puede transmitir a la economía una crisis de este tipo? Los analistas de Oxford Economics creen que "sí, pero esto puede llevar tiempo. Una crisis bancaria en toda regla puede transmitirse rápidamente a la economía real a través de la perturbación financiera y fuertes caídas en los precios de los activos, pero es más probable que las consecuencias de las turbulencias actuales y del shadow banking se transmitan de manera más gradual. El canal principal será probablemente a través de una intensificación de la tendencia ya en marcha de los bancos a endurecer los estándares crediticios. Es probable que esta restricción crediticia reduzca la inversión y penalice los precios de los activos, especialmente en áreas como el inmobiliario comercial, lo que a su vez puede retroalimentar unas condiciones crediticias aún más estrictas".
El caso es que tanto en EEUU, como en Europa y también en España se está viendo ya una ralentización del crédito y una desaceleración intensa, por ejemplo, en la concesión de hipotecas. Aunque no se llegue a producir una crisis bancaria total provocada por la caída de alguna NBFI, el lastre es cada vez mayor sobre la economía, lo que a su vez incrementa el riesgo de que alguna de las grietas ya abiertas termine en un derrumbe completo del 'edificio financiero'. En el mejor de los casos aparecería lo que se conoce como 'aterrizaje suave': una economía que se desacelera sin la necesidad de que se 'rompa' algo de forma brusca. Aunque este era el escenario base hace pocos meses, cada vez parece menos probable.
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