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Una investigación realizada con peces muestra que dejar que la fiebre siga su curso ayuda a eliminar las infecciones más rápido
La asociación de fiebre y enfermedad se remonta al menos a Hipócrates. Un aumento de la temperatura corporal está tan estrechamente relacionado con la respuesta inflamatoria que el calor es uno de los cuatro signos cardinales de la inflamación. Si bien las formas no graves de fiebre están bien establecidas para aumentar la supervivencia del huésped tras la infección, los mecanismos detrás de estas contribuciones siguen sin comprenderse bien.
Se ha postulado que la protección mejorada del huésped se deriva de un impacto directo del aumento de la temperatura en los patógenos invasores y la regulación positiva global de los mecanismos inmunitarios antimicrobianos. Por restricción térmica, la supervivencia y replicación de patógenos puede verse directamente comprometida cuando se alcanzan o superan sus temperaturas máximas toleradas. Esto está bien documentado para muchos microbios y sirvió como una terapia eficaz contra enfermedades como la neurosífilis y la gonorrea antes de la llegada de los antibióticos.
"Se sabe que muchos patógenos no se ven afectados en gran medida o crecen mejor a las temperaturas más altas que provoca la fiebre"
Sin embargo, se sabe que muchos patógenos no se ven afectados en gran medida o crecen mejor a las temperaturas más altas que provoca la fiebre. E, incluso para organismos originalmente permisivos, la efectividad de la restricción térmica puede estar limitada a los encuentros iniciales entre el patógeno y el huésped, dado el amplio repertorio de mecanismos de resistencia térmica que están disponibles para virus, arqueas, bacterias, hongos y parásitos.
Beneficios de la fiebre
Las primeras evaluaciones sobre los beneficios de la fiebre, por ejemplo, sufrieron desviaciones temporales: la fiebre se inducía artificialmente antes de la infección. En otros casos, se utilizaron rangos térmicos fuera de los normalmente provocados por la fiebre, o se mantuvieron temperaturas máximas durante periodos prolongados.
Los modelos de mamíferos in vitro e in vivo de hipertermia en rango febril (FRH) continúan ofreciendo información valiosa y han confirmado mejoras en la supervivencia del huésped y menores cargas microbianas debido al aumento de la temperatura corporal central.
Nuevas evidencias
Ahora llega un nuevo estudio, publicado en eLife, que documenta que tal vez sea mejor dejar que una fiebre leve siga su curso en lugar de buscar medicamentos automáticamente, sugiere una nueva investigación.
Los investigadores descubrieron que la fiebre moderada no tratada ayudaba a los peces a limpiar sus cuerpos de infecciones rápidamente, controlaba la inflamación y reparaba el tejido dañado. La fiebre moderada se resuelve por sí sola, lo que significa que el cuerpo puede inducirla y apagarla naturalmente sin medicamentos.
Las ventajas para la salud de la fiebre natural para los humanos aún deben confirmarse a través de la investigación, pero los investigadores dicen que, debido a que los mecanismos que impulsan y mantienen la fiebre se comparten entre los animales, es razonable esperar que se produzcan beneficios similares en los humanos.
"Dejamos que la naturaleza hiciera lo que hace la naturaleza, y en este caso fue algo muy positivo", dice el inmunólogo Daniel Barreda, autor principal del estudio y profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Agrícolas, de la Vida y Ambientales y la Facultad de Ciencia de la Universidad de Alberta.
"Eso sugiere que debemos resistirnos a buscar medicamentos de venta libre para la fiebre, también conocidos como medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, ante los primeros signos de una temperatura leve", dice. Y añade: "Eliminan la incomodidad que se siente con la fiebre, pero también es probable que revelen algunos de los beneficios de esta respuesta natural".
Los mecanismos
El estudio ayuda a arrojar luz sobre los mecanismos que contribuyen a los beneficios de la fiebre moderada, que, según Barreda, se ha conservado evolutivamente en todo el reino animal durante 550 millones de años. "Cada animal examinado tiene esta respuesta biológica a la infección", sostiene.
Para el estudio, los peces recibieron una infección bacteriana y luego se rastreó y evaluó su comportamiento mediante el aprendizaje automático. Los síntomas externos fueron similares a los observados en humanos con fiebre, incluida la inmovilidad, la fatiga y el malestar general. Luego, estos se combinaron con importantes mecanismos inmunológicos dentro de los animales.
La investigación mostró que la fiebre natural ofrece una respuesta integradora que no solo activa las defensas contra la infección, sino que también ayuda a controlarla. Los investigadores descubrieron que la fiebre ayudó a eliminar la infección de los peces en aproximadamente siete días, la mitad del tiempo que les tomó a esos animales. La fiebre también ayudó a cerrar la inflamación y reparar el tejido lesionado.
“Nuestro objetivo es determinar cómo aprovechar mejor nuestros avances médicos sin dejar de aprovechar los beneficios de los mecanismos naturales de inmunidad”, concluye Barreda.
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