- No tiene acceso a los cables que suministran energía desde Noruega y Francia
- Los acuerdos comerciales han aumentado la complejidad y el coste
En su momento, el antiguo líder del partido eurófobo UKIP, Nigel Farage, fue el principal impulsor del Brexit. Sin embargo, casi siete años después de que los ciudadanos de Reino Unido votasen a favor de abandonar la Unión Europea (UE) y más de dos desde que finalmente entrará en vigor el divorcio entre ambas partes, admite que ha sido un fracaso. Según él, en teoría, han recuperado el control -en referencia al eslogan de la campaña del referéndum-, pero "estamos regulando a nuestras empresas con más celo que si fuéramos miembros de la UE". Y muchos podrían decir que hay otras señales de que este experimento no ha salido como esperaban. Por ejemplo, que sea el único país occidental que todavía no se ha recuperado de los estragos de la pandemia y la crisis de coste de vida en 2022. O el hecho de que las facturas energéticas se incrementasen en 1.100 millones de libras (más de 1.268 millones de euros) en 2022 debido a la salida del mercado único y el aumento de la inflación provocado por la guerra de Ucrania.
Como parte del divorcio con Bruselas, Reino Unido dejó de intercambiar electricidad a través del mercado interior de la Unión Europea, lo que supuso perder el acceso a los cables que suministraban energía al país desde Noruega y Francia, así como al precio único calculado mediante algoritmos para ajustarse a las necesidades de los miembros del bloque comunitario.
En su lugar, firmó una serie de acuerdos comerciales que han aumentado las cargas regulatorias y administrativas de los comerciales de energía, y también la complejidad y el coste para los proveedores. Ahora, quienes quieran comprar o vender energía tienen que hacerlo en cada mercado geográfico por separado en subastas diarias en las que se determina el precio. Según Energy UK, representante de generadores y comercializadores de electricidad británicos, las ineficiencias resultantes de ese mosaico de acuerdos ascendieron a entre 130 y 370 millones de libras el año pasado.
No son los únicos problemas energéticos a los que se enfrentan los proveedores de Reino Unido, aunque en este caso está relacionado con la introducción de gravámenes al carbono para desincentivar el uso de los combustibles fósiles. El país insular lleva décadas siendo el principal proveedor de productos intensivos en carbono, como el hierro, el aluminio y la electricidad de la UE. Sin embargo, como su mercado ya no está vinculado al europeo, ahora los comerciantes británicos tienen que pagar tasas complementarias para seguir vendiendo en el continente. En total, ese sobrecoste ascendió a unos 700 millones de libras en 2022.
Además, esta ruptura también podría afectar a las inversiones en proyectos de energías renovables que están llevando a cabo conjuntamente Reino Unido, la UE y Noruega. La nación se convirtió el año pasado en exportador neto de electricidad por primera vez en más de 40 años con motivo de las interrupciones de la energía nuclear en Francia. Y el objetivo es que afiance esta posición conforme aumente la producción de energía eólica marina hasta los 18 GW en 2030 y su exportación, pero esto podría no suceder si no vuelve a acoplarse al mercado europeo.
El Brexit y la guerra de Ucrania
A los problemas derivados del Brexit, se sumaron el año pasado los efectos de la guerra de Ucrania. Como resultado, en el conjunto total de 2022, la inflación en Reino Unido se situó en el 7,9%, aunque en octubre la tasa alcanzó el 11,1%%, la cifra más alta desde 1981. Goldman Sachs incluso llegó a advertir de que el encarecimiento de los precios podría seguir hasta rondar el 22% en enero de 2023. Tal fue la situación, que el regulador británico de la energía llegó a aumentar en un 80% el límite de las facturas de energía de los consumidores.
Para la nación, el divorcio con Europa, la pandemia y la crisis de coste de vida supondrá un declive económico equivalente al 4% de su Producto Interior Bruto (PIB) en los próximos años, según datos del Banco de Inglaterra y la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria.
Pese a que todas las estimaciones apuntaban en esa dirección, Reino Unido finalmente no entrará en recesión técnica este año, anunció el ministro británico de Finanzas, Jeremy Hunt, en marzo. No solo eso, sino que, además, reducirá la inflación interanual del 10,1% registrado en marzo al 2,9%. Asimismo, presentó un presupuesto con medidas para hacer frente a la crisis de coste de vida en la que está sumido el país e impulsar la economía.