- Los rivales geopolíticos de EEUU denuncian el absoluto dominio del dólar
- Pero sus notables diferencias hacen difícil la iniciativa de una divisa común
- El club de países emergentes no quiso abordar la idea en su última cumbre
El relato de un socavamiento de la indiscutible hegemonía del dólar por parte de los rivales geopolíticos de EEUU no es nuevo y volvió a aflorar a finales del pasado agosto cuando el club de países emergentes conocido como BRICS (por las siglas de sus miembros fundadores: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) celebró su 15ª cumbre.
El debate previo, avivado por las sanciones financieras contra Rusia y por las acusaciones contra Washington de usar el dólar como 'arma de guerra', hizo que se especulase con la posibilidad de que en la cita se abordara un planteamiento sugerido en varias ocasiones: conformar una moneda común con la que combatir el poderío del 'billete verde'. La decisión de sumar a Arabia Saudí, principal exportador de petróleo del mundo y últimamente protagonista de algunas tensiones con EEUU, multiplicó la expectativa al plantearse el daño que podría hacer al dólar el uso de otra divisa para el comercio del crudo.
Finalmente, parece que en la reunión no se tocó el tema de la moneda común, saliendo a negar con vehemencia los representantes de Sudáfrica que el tema estuviera sobre la mesa y remarcando los de India que, ahora mismo, no se contempla esa posibilidad. Sin embargo, las críticas contra el dominio del dólar continuarán y el debate sobre posibles alternativas reaparecerá, con lo que se antoja importante saber qué viabilidad tendría una iniciativa como esta.
En su último análisis, Franco Macchiavelli, responsable de análisis en Admirals España, reconoce que esta idea es bastante complicada de llevar a cabo, al menos en el corto y medio plazo, y explica los principales problemas que afrontarían los impulsores.
Macchiavelli señala que este procedimiento se podría adoptar por dos vías. La primera sería con la creación de un nuevo banco central que emita una divisa única para reemplazar las monedas nacionales de cada uno de los países del club. La segunda consistiría en la adopción de la moneda de uno de los países miembros como moneda propia de los BRICS, como, por ejemplo, el yuan de China.
La primera vía requeriría que dichos países renunciasen a su soberanía monetaria, lo que limitaría su capacidad para gestionar el valor de su propia divisa según sus necesidades económicas, remarca el analista. "Para entenderlo mejor, si Brasil quisiera depreciar su moneda para mejorar sus exportaciones, pero los demás países no estuvieran de acuerdo, Brasil no podría tomar esa decisión de forma unilateral. Por lo tanto, hablamos de un riesgo importante en la gestión de cada país y los distintos factores que inciden en su crecimiento y gestión económica y monetaria".
La segunda alternativa también presentaría grandes e importantes desafíos, ya que los países restantes perderían su soberanía monetaria en favor de China, lo que podría limitar su capacidad para tomar decisiones económicas independientes, expone Macchiavelli. "Si China quisiese llevar a cabo un recorte de tipos para impulsar el crecimiento económico interno, el resto de los países se verían afectados de manera colateral y sin haber podido influir en la decisión de Pekín, afectando también al resto de las economías de los BRICS que podrían no estar experimentando las mismas características y condiciones".
Una perspectiva similar describían el pasado mes de mayo en un informe los economistas de Capital Economics Mark Williams y Shilan Shah, poniendo el foco en que, incluso dentro de los BRICS, los socios podrían referir a cosas diferentes cuando defendían la idea de una moneda común. Una posibilidad que dibujaban era la de una unión monetaria de economías nacionales, como la eurozona. Pero esto es "imposible", admitían enseguida.
"Dejando a un lado las barreras políticas, la economía no funciona. El único factor a favor es que los ciclos económicos de China y de las demás economías -salvo India- están a veces más o menos sincronizados, gracias al vínculo que proporciona la demanda china de materias primas. En consecuencia, las fases de endurecimiento y relajación de sus bancos centrales suelen coincidir. Pero las demás economías están sujetas a oscilaciones de la inflación mucho mayores que China. Un simple vistazo a los tipos de interés oficiales muestra que la orientación adecuada de la política monetaria también suele diferir enormemente. Y durante el último año, no ha habido sincronización alguna, ya que el Banco Popular ha relajado la política monetaria en un contexto de endurecimiento en otros lugares", exponían.
Otro argumento en contra era que la agrupación dista mucho de ser una zona monetaria óptima en otros aspectos: "La movilidad de la mano de obra está limitada por la geografía (unos 15.000 km de mar y tierra separan Rusia y Brasil). El capital no puede fluir libremente dados los controles de capital de diverso grado en Rusia, India y China".
Una opción menos extrema y más factible que veían desde Capital Economics era también la formación de un activo de reserva 'moneda BRICS', similar a los Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI: " Una forma de hacerlo sería que el banco central de cada país emitiera activos en 'moneda BRICS' que constituyeran un derecho sobre los demás bancos centrales. Para cada banco central, el valor de su nuevo activo se correspondería con el valor del pasivo formado por los créditos de los demás bancos centrales".
"El valor del nuevo activo seguiría una cesta de las monedas nacionales subyacentes. Podría complementar las reservas existentes y, en principio, utilizarse para ayudar a los importadores a liquidar sus operaciones en la nueva moneda, en lugar de en dólares, reales, rupias, rublos, rands o renminbis. Conseguir que India se sume a todo esto sería difícil. Podría decirse que las relaciones diplomáticas entre India y China son aún más tensas que entre EEUU y China. La ausencia de India no impediría la formación de una nueva moneda por parte de las demás economías. Pero incluso entonces, una nueva moneda de reserva no mejoraría el statu quo. Rusia podría obtener alguna pequeña ventaja si accediera a nuevos activos de reserva, ya que la mitad de sus reservas de divisas han sido congeladas por los gobiernos occidentales. Pero los demás ya tienen reservas de sobra", escrinían Williams y Shah.
En cuanto a la creación de una nueva moneda para liquidar el comercio, los dos economías encontraban problemas importantes. El primero es que el comercio dentro del bloque BRICS no está equilibrado: "India y Sudáfrica han registrado déficits persistentes con sus socios del BRICS desde principios de siglo. Si todo el comercio bilateral se liquidara en la nueva moneda de los BRICS, India y Sudáfrica se quedarían sin reservas a menos que recibieran entradas de inversión compensatorias en la nueva moneda de otras economías de los BRICS".
El segundo problema es que el intento de liquidar el comercio en una nueva moneda introduce una nueva complicación en unas transacciones en las que el gran atractivo del dólar es su simplicidad: "Los exportadores individuales no suelen querer recibir ingresos en dólares, pero no les importa porque el mercado mundial de dólares es tan grande y líquido que resulta barato y fácil convertir dólares en moneda nacional. El inconveniente para un exportador brasileño de recibir el pago en renminbi es que convertir renminbi a reales es más difícil que convertir los ingresos en dólares a reales. Sería aún más engorroso descargar los ingresos recibidos en la 'moneda BRICS', para la que actualmente no existe un mercado líquido".
Un callejón sin salida
Y sin un emisor nacional de la 'moneda de los BRICS', continuaban su explicación, "solo podría existir un mercado líquido si los bancos centrales participantes acordaran tanto emitir cantidades masivas como actuar ellos mismos como marcadores del mercado dispuestos a comprar y vender la nueva moneda con diferenciales de oferta y demanda equivalentes a los de los mercados del Tesoro. Una nueva moneda que sólo existiera como entradas en los balances de los bancos centrales de los BRICS sería un callejón sin salida. Este es el otro paralelismo con los DEG: concebidos como un sustituto del dólar, la falta de un mercado líquido para ellos o de una institución dispuesta a crear un mercado para ellos los ha condenado a una (casi) irrelevancia". "En resumen, una moneda de los BRICS no resolvería ninguno de los problemas que dificultan la salida del dólar y, en cierto modo, los empeoraría", sintetizaban ambos autores.
"En la actualidad, cuando los BRICS venden sus productos al resto del mundo, reciben pagos en dólares y acumulan dichas reservas denominadas en dólares. Sin embargo, las fluctuaciones en el valor del dólar con el paso de los años, ha representado un importante riesgo por depreciación para dichos países", apunta a su vez, Macchiavelli.
La mayoría de los BRICS han estado acumulando reservas de dólares durante años, y con el efecto de la inflación, estas se han visto afectadas debido a que mayormente no han importado bienes, sino acumulado reservas, prosigue el analista de Admirals. ¿Qué ocurriría si en lugar de acumular reservas en dólares, acumulasen reservas en otra divisa mediante el comercio entre los propios miembros? El analista recurre al reciente caso del comercio entre Rusia y la India.
"India ha estado comprando petróleo a Rusia con un descuento importante frente al precio en Occidente. Sin embargo, dichas compras han sido pagadas en rupias. Por lo tanto, si hablamos en términos de comercio, Rusia vende petróleo a la India y recibe pagos en rupias, pero colateralmente enfrenta un importante riesgo divisa, es decir, que las rupias se deprecien en el tiempo aún más que el dólar. Además, las rupias solo son aceptadas en la India y no cubren la hegemonía mundial para comprar cualquier activo a lo largo del mundo, lo cual complica la gestión de sus reservas internacionales, a diferencia del dólar, el cual es aceptado mundialmente en la compra y venta de cualquier bien, activo o servicio", resuelve el economista.
Más duro se mostraba tras la cumbre de Sudáfrica, Neil Shearing, economista jefe de la misma casa de análisis, poniendo énfasis en que cualquier impulso dentro del bloque BRICS puede verse obstaculizado por la división de prioridades geopolíticas de los miembros. En particular, la relación entre los dos miembros económicamente más importantes, China e India, que es "más complicada y enconada de lo que se suele decir", recalcaba el experto. La escala también importa. "Los envíos entre China y Arabia Saudí representan menos del 0,5% del comercio mundial. El comercio entre las actuales naciones BRICS representa sólo el 2% del comercio mundial. Es improbable que el yuan desafíe seriamente al dólar en la escena mundial y la idea de una moneda BRICS es una fantasía aún mayor", sentenciaba.