- Continúan reduciéndose las exportaciones de Alemania hacia China
- Gracias a que la industria china está cerrando su brecha tecnológica
- Esto hará que la recuperación china no reactive a la economía alemana
Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio. Así se podría resumir la relación económica de Alemania con China. Por un lado, Berlín está intentando poner distancias con el gigante asiático tras lo visto con las cadenas de suministro durante el covid y la feroz competencia en sectores como el del automóvil. Por el otro, su gripado motor industrial sigue dependiendo en gran medida de los pedidos que se hacen desde Pekín. Si no es sorber y soplar al mismo tiempo, se le parece: reducir la dependencia de China al tiempo que se espera que la recuperación de su economía le devuelva algo de vigor al golpeado sector industrial alemán (el invierno se está haciendo largo sin el gas ruso). La mala noticia para Berlín, alertan algunos expertos, es que las cosas han cambiado demasiado y ni siquiera una fuerte recuperación de una dubitativa economía china tras el covid garantizaría algo de oxígeno para la tradicional locomotora europea, siempre tan volcada a las exportaciones.
Los movimientos en zigzag del gobierno del canciller Olaf Scholz con China son un fiel reflejo de todo esto. El verano pasado el Ejecutivo presentaba una estrategia de reducción de riesgos (de-risking en inglés), que marcaba distancias con el "desacoplamiento" defendido por Washington pero que al mismo tiempo buscaba reducir la dependencia de China, precisamente bajo un argumento inapelable: China cada vez vende más a Alemania (diodos, transistores, semiconductores y circuitos electrónicos integrados) y Alemania cada vez vende menos a China (maquinaria, productos químicos y automóviles).
Mas recientemente, en febrero de este año, el mandatario alemán ha exteriorizado un estrechamiento de lazos con Pekín. "Las relaciones entre Alemania y China siguen por la senda del pragmatismo, como quedó patente en el diálogo que mantuvieron en Múnich el canciller Scholz y el ministro chino de Asuntos Exteriores, Wang Yi", apuntan los estrategas Allan Von Mehren y Minna Kuusisto en un reciente boletín sobre geopolítica del departamento de investigación de Danske Bank.
En el encuentro, Wang Yi declaró que China y Alemania "deberían adherirse a la apertura y el libre comercio" y se mostró partidario de que Berlín "desempeñe un papel más importante en los asuntos internacionales y regionales". Scholz, por su parte, afirmó que Berlín está en contra del proteccionismo y el desacoplamiento y que Alemania está dispuesta a proporcionar un "entorno empresarial de calidad a las empresas de otros países en Alemania".
¿Por qué estas idas y venidas? "Durante años, las empresas alemanas prosperaron gracias al apetito chino. Pekín ha llegado a ser el mayor socio comercial de Alemania (suma de exportaciones e importaciones) y casi la mitad de los fabricantes alemanes dependen de insumos intermedios procedentes de China (tres cuartas partes en el caso de la industria automovilística)", explicaba hace unos meses en un informe Aila Mihr, analista también de Danske Bank.
"El comercio chino-alemán mantiene más de un millón de puestos de trabajo directos y de las diez empresas cotizadas más valiosas de Alemania, nueve obtienen al menos el 10% de sus ingresos de China (frente a dos en EEUU)", completaba Mihr. En la entrega más reciente de sus colegas se señala que Alemania es, con diferencia, el país europeo que más ingresos obtiene en el mercado chino. The Economist estima que la exposición total de Alemania es del 10% del PIB, incluidas las ventas de filiales en China.
Un repaso al historial de las exportaciones de Alemania a China es bastante revelador. Tras la adhesión de China a la Organización Mundial del Comercio en 2001, los exportadores alemanes se han beneficiado masivamente durante dos décadas del crecimiento del país. En 2021, habían aumentado sus exportaciones de bienes de 14.000 millones de dólares (12.000 millones de euros) a más de 120.000 millones de dólares (104.000 millones de euros). La cuota de China en las exportaciones alemanas se cuadruplicó hasta algo menos del 8% durante este periodo. Esto convirtió a China en el segundo mercado exterior más importante para las empresas alemanas después de EEUU.
Sin embargo, las tornas han cambiado en los dos últimos años. Tanto el valor de los bienes exportados a China como su cuota en las exportaciones alemanas han disminuido. La Oficina Federal de Estadística (Destatis) cifra el flujo de mercancías en sólo 105.000 millones de dólares estadounidenses para 2023. Excluyendo el efecto de las variaciones de precios, las exportaciones ya habían alcanzado su punto máximo en 2018 según los cálculos de Commerzbank, antes de que las exportaciones nominales cayeran significativamente en 2022 y 2023.
Aunque el primer impulso es culpar a la debilidad china tras el covid (la desescalada fue más lenta y dificultosa en el gigante asiático), una reciente nota para clientes de Commerzbank encuentra razones más poderosas. "Las exportaciones alemanas a China han disminuido considerablemente en los últimos años. La debilidad de la economía china sólo desempeña aquí un papel secundario. Los cambios estructurales son mucho más importantes: las empresas alemanas producen cada vez más para China en China, y la República Popular está ascendiendo en la cadena de valor, lo que reduce la demanda de productos altamente desarrollados procedentes de Alemania", escriben los economistas Jörg Krämer y Bernd Weidensteiner. Pekín está cerrando una brecha histórica que perjudicará a Alemania.
"Al parecer, las empresas alemanas han deslocalizado una mayor parte de su producción de Alemania a China. Esto se desprende de la observación de que las empresas alemanas han generado en China en los últimos años unos ingresos significativamente mayores que antes. Una parte de estos mayores beneficios volvió a Alemania (ingresos primarios). Sin embargo, una parte de los beneficios, que aumentó sustancialmente en 2021, se destinó a inversiones adicionales. Esto sugiere un nuevo aumento de la producción de las empresas alemanas en China. Es probable que esto frene aún más las exportaciones en los próximos años", agregan los autores de la nota de Commerzbank.
Un estudio del instituto alemán IW recogido por Reuters muestra que las empresas alemanas siguen invirtiendo con fuerza en China. La inversión directa alemana en China aumentó un 4,3% hasta alcanzar un nuevo récord en 2023. También aumentó como porcentaje de la inversión directa total de Alemania en el extranjero. El informe mostró que las empresas alemanas habían invertido tanto en los últimos tres años como en los seis anteriores. Según el estudio, las inversiones están dominadas por las grandes empresas alemanas, mientras que las pequeñas y medianas buscan reducir su dependencia del mercado chino.
La evolución muestra que el nivel de de-risking de las empresas alemanas sigue siendo bajo, valoran desde Danske Bank, en contraste con los objetivos de la UE. Una encuesta reciente de la Cámara de Comercio Alemana en China mostraba que el 9% de las empresas alemanas habían salido del país o se planteaban hacerlo. Aunque este porcentaje se ha duplicado con respecto a la encuesta de hace cuatro años, la realidad es que el 91% de las empresas sigue sin plantearse una salida.
Otra razón del débil desarrollo de las exportaciones alemanas a China lo encuentro ambos economistas en el auge tecnológico de la potencia asiática y el papel que desempeña ahora en las cadenas de valor. "Tras ingresar en la OMC, China importó de Alemania bienes de capital, como aviones y maquinaria. A cambio, China vendía bienes de producción en masa intensivos en mano de obra y productos intermedios electrónicos. Esto ha cambiado en los últimos años", señalan.
Lo cierto es que las empresas chinas se centran cada vez más en la producción de bienes de capital y bienes de mayor complejidad tecnológica. Como resultado, las importaciones de bienes de capital han caído desde 2014 y las importaciones de bienes intermedios han aumentado considerablemente desde 2016. Esto afecta a países como Alemania y Corea del Sur, mientras que los países en desarrollo del Sudeste Asiático, como Vietnam e Indonesia, se están beneficiando de esta tendencia.
Los autores reconocen que, "por supuesto", China seguirá demandando productos made in Germany en el futuro, y para algunos productos esta demanda seguirá creciendo, como se ha visto con las exportaciones de tecnología médica e instrumentos de medición a a China en los últimos años. Por esta misma razón, agregan, tiene mucho sentido que las empresas alemanas amplíen la producción de bienes en China: " No sólo se benefician de unos costes de transporte más bajos, sino que también evitarían el aumento de los aranceles en caso de guerra comercial".
Sin embargo, el horizonte no es alentador:" Más allá de las tensiones geopolíticas, es poco probable que China sea el motor económico de la industria alemana que ha sido durante gran parte de los últimos 20 años. Esto es cierto incluso después de superar sus actuales problemas económicos. Esto no sólo se debe a la deslocalización de la producción y las consiguientes pérdidas para los proveedores y prestadores de servicios en Alemania. La ventaja tecnológica sobre China seguirá reduciéndose y, en consecuencia, disminuirá la demanda de productos alemanes por parte de la República Popular", concluyen los expertos de Commerzbank.
"Las exportaciones alemanas de bienes no encajan tan fácilmente en la moda de la inteligencia artificial", hace un breve apunte en uno de sus últimos comentarios matinales paul Donovan, economista jefe en UBS. "Será interesante ver cómo se posiciona Alemania en la conclusión de la UE de la investigación sobre los vehículos eléctricos chinos una vez que la Comisión Europea haya terminado su investigación a finales de este año", apuntan con intención los analistas de geopolítica de Danske Bank.
Aparte de la casuística china, EEUU podría contribuir a la dinámica negativa. "La economía alemana es muy sensible al ciclo manufacturero global y la reactivación del crecimiento global es un acontecimiento positivo para las perspectivas a corto plazo de Alemania. Sin embargo, Estados Unidos -que ha sido un gran impulsor de la reactivación del comercio mundial-probablemente entre en recesión a finales de 2024 o principios de 2025", exponen Roukaya Ibrahim y Nicholas Gordon, estrategas de BCA Research.