domingo, 7 de julio de 2024

La paradoja de la región beta o por qué los pequeños problemas pueden afectarnos más que los grandes



Una mujer triste y preocupada (iStock)



Tener una lesión leve en la rodilla puede afectar más a un 'runner' que rompérsela. Si no entiendes esta afirmación es porque no conoces lo que es la región beta y lo presente que está en nuestro día a día




Salir a correr es su pasión, en sus redes sociales se define como 'runner' (también en su perfil de Tinder) y siempre que tiene tiempo libre aprovecha para ir al gimnasio a hacer ejercicios de fuerza. ¿Qué es lo peor que podría pasarle a esta persona? Que de repente le aparezca una lesión leve. Sí, aunque resulte paradójico, esta persona puede sufrir mucho más con una lesión leve que con una rotura de rodilla y esto es lo que se conoce como 'la paradoja de la región beta'.

Este ejemplo, el de la rotura de rodilla, es el que utiliza el psicólogo de Harvard Daniel Gilbert y sus coautores en su artículo en el que define la paradoja de la región beta, titulado 'La peculiar longevidad de las cosas no tan malas' (2004). En este estudio, el psicólogo explica que "la consecuencia paradójica es que las personas a veces pueden recuperarse más rápidamente de experiencias verdaderamente angustiantes que de las ligeramente angustiantes".

Con este ejemplo se entiende bastante bien. Pongamos que el 'runner' se llama Fernando. Fernando sale cuatro días a la semana a correr y, a pesar de estar lesionado, lo sigue haciendo. Van pasando los meses y la rodilla poco a poco le duele más y más, hasta el punto de dejar de hacer eso que tanto le gustaba, ya no sale a correr; pero tiene una vida más o menos cómoda, a pesar del dolor puede caminar, aunque a veces cojea y como no es un dolor muy agudo no ha ido al médico. Fue durante algunas semanas al fisioterapeuta, pero lo acabó dejando.

Sin embargo, si Fernando se hubiera roto la rodilla, no habría tenido otra opción que ir al médico, le habrían operado, habría hecho algunos meses de rehabilitación y muy probablemente habría podido volver a correr. Es más, aunque no hubiese podido volver a correr largas distancias, viviría sin ningún dolor y haría otros deportes como natación o seguiría yendo al gimnasio. Toda esta recuperación le habría llevado algunos meses, pero se habría pasado fastidiado mucho menos tiempo que teniendo una lesión leve.


Los problemas más leves, precisamente por su naturaleza de 'leves', pueden no abordarse y causar más problemas en el largo plazo


Por tanto, lo que explica esta paradoja es que los problemas más leves, precisamente por su naturaleza de 'leves', pueden no abordarse y causar más daños en el largo plazo.


La importancia de conocer esta paradoja

Aunque esta teoría es muy desconocida, saber de ella puede hacer que las decisiones que tomas en tu vida cambien de manera radical. Ser consciente de su existencia y fijarnos en cómo actuamos ante los diferentes problemas que sufrimos en nuestro día a día puede condicionar nuestro bienestar y es por eso que es tan importante, al menos, conocerla antes de tomar según qué decisiones.

Que el sufrimiento más intenso siempre durará más que el leve no es cierto y darte cuenta de ello no es una tarea sencilla hasta que conoces esta paradoja. Solo entonces, en multitud de circunstancias, verás cómo actuamos de esa manera. Son muchos los ejemplos con los que convivimos y estos ejemplos son precisamente le mejor manera de entenderla.

Para la elaboración de su artículo, Gilbert pidió a estudiantes universitarios que imaginaran una serie de situaciones angustiosas como, por ejemplo, ser rechazados amablemente al invitar a salir a alguien; tener un compañero de cuarto que se pone tus zapatos sin preguntar; un viejo amigo que se une a un grupo neonazi; o un mejor amigo que se junta con tu ex. Los participantes predijeron qué tan intensa sería la angustia que sentirían cuando ocurrieran estos eventos por primera vez y luego se les preguntó cómo se sentirían una semana después. Cuanto más intensamente calificaron cada escenario, más pensaron que durarían su angustia. Es decir, no tuvieron en cuenta el hecho de que un sentimiento también puede desaparecer más rápido al provocar una respuesta o comportamiento psicológico protector.


Si nos enteramos de que nuestro novio o novia nos ha sido infiel, es muy probable que decidamos romper con él, pero estando en una relación mediocre que no nos hace feliz al 100% alargamos más la situación


Y es que, una vez conoces la paradoja de la región beta, empezarás a verla por todas partes, es muy fácil identificar a diario conductas que responden a este fenómeno. Otro ejemplo muy claro se ve en las relaciones de pareja: Si nos enteramos de que nuestro novio o novia nos ha sido infiel, es muy probable que decidamos romper con él, pero estando en una relación mediocre, que no nos hace feliz al 100% alargamos más la situación, aunque haya cosas que nos molesten, en vez de dejarlo, porque pensamos que una ruptura será más dolorosa que seguir durante años en esa relación.

No obstante, la paradoja de la región beta no es el único motivo por el que en muchas ocasiones no cuesta tanto tomar una decisión más 'radical'. Carlos Alós-Ferrer, investigador en microeconomía, psicología y neurociencia de la decisión en la Escuela de Administración de Empresas de la Universidad de Lancaster, en el Reino Unido, explica a la revista 'Psyche' que existe también la inercia de decisión: la tendencia a no hacer nada porque no actuar no implica ningún coste inmediato.

"En caso de duda, no hacer nada conduciría al mismo tipo de fenómeno del que habla la paradoja de la región beta en términos de inacción", explica Alós-Ferrer. Esto quiere decir que las personas muchas veces suponemos que, por ejemplo, permanecer en nuestra relación actual nos costará un esfuerzo menor que tomar una decisión más drástica. Y esto, efectivamente, sucede así, pero solo en el corto plazo.


"El sesgo actual hará que desestimes los beneficios (futuros) mucho más de lo que deberías, y entonces acabarás por no hacer nada"


A pesar de que en el futuro haber actuado en el momento de identificar el pequeño problema tendría efectos muy positivos, la tendencia natural del ser humano es priorizar el presente y tomar decisiones como cambiar de trabajo o de pareja tiene un costo inmediato que en muchas ocasiones asusta asumir; aun cuando se sabe que los beneficios aparecerán con el paso del tiempo. "El sesgo actual hará que desestimes los beneficios (futuros) mucho más de lo que deberías, y entonces acabarás por no hacer nada", asegura Carlos Alós-Ferrer. Por ejemplo, el riesgo de que la ruptura sea muy dolorosa puede actuar como un poderoso disuasivo en el momento, en comparación con la promesa lejana de un futuro en el que estés soltero y feliz, o en una relación nueva y más funcional.


¿Cómo salgo de la región beta?

Ahora que conoces esta paradoja es bastante probable que la veas por todas partes, incluso en tus propios comportamientos y salir de ella no es, ni mucho menos, imposible. Para hacerlo, lo primero que tienes que tener claro es que vas a tener que evitar dejarte llevar por tus instintos y analizar las consecuencias futuras que puede tener tu inactividad. Es por eso que es muy útil preguntarse: ¿Podrían los problemas que tengo con mi trabajo, mis relaciones o mi situación de vida persistir durante la próxima década? ¿Cómo me sentiría?

Es más, tómate el tiempo que necesites para enumerar los posibles beneficios de hacer un cambio, incluso si a priori parece más perturbador que dejar que las cosas sigan tal y como están.

Esto no quiere decir que si discutes una vez con tu jefe tengas que dejar el trabajo, ni mucho menos. Si fuese así, nadie trabajaría ni existirían las relaciones de pareja. No todos los pequeños problemas serán más dolorosos con el paso del tiempo, pero es importante saber que algunos sí y reconocerlos. Así como también es necesario saber que la región beta de cada persona será diferente. Y descubrir la tuya te puede ahorrar, según los expertos, grandes problemas en el futuro.