domingo, 22 de septiembre de 2024

¿Por qué recurrimos a los refrescos o a la comida basura?: un psiquiatra tiene la respuesta



La comida basura estimula nuestro cerebro para consumirla pese a sus efectos negativos (iStock)



Este tipo de productos estimulan nuestro organismo para que generemos dopamina, una sustancia que provoca que deseemos saciar nuestros antojos por encima de evitar los efectos negativos de su ingesta.



Los seres humanos siempre hemos prestado especial atención a nuestra alimentación. En el origen de nuestra especie, buscábamos alimentos con un alto contenido energético, especialmente los que fueran ricos en calorías, grasas y azúcares, sustancias que eran cruciales para nuestra supervivencia. Estos solían ser frutas, semillas, frutos secos y bayas.

En la actualidad, todos esos alimentos que suponían una aportación realmente saludable para nuestro organismo se han convertido en productos ultraprocesados, los cuales llevan sustancias que, en excesivas dosis, pueden resultar perjudiciales. Algunas de ellas son el azúcar, el jarabe de maíz, la sal, o las grasas saturadas.

Pese a que todos sabemos lo que implica disponer de una dieta a base de dichos alimentos, es normal que sintamos cierta atracción y antojo de los mismos, siendo irrefrenable en algunos usuarios. Esto conlleva que muchos de ellos acaben poseyendo ciertos hábitos alimenticios poco recomendables para su bienestar. Es por ello que el medio científico The Havard Gazette ha querido preguntar a Uma Naidoo, profesora del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Harvard, por qué nos surgen estos deseos.


¿Por qué tenemos estos antojos?

Según la experta, el motivo principal por el que nuestro organismo dispone de cierta preferencia por este tipo de comida es porque está repleta de ingredientes que estimulan nuestro cerebro en cuanto al placer que nos otorga su sabor. “Cuando consumimos alimentos ultraprocesados ​​que son muy agradables al paladar, como los alimentos con alto contenido de azúcar o los refrescos, etc., la dopamina, que es el neurotransmisor del bienestar, hace que nos sintamos mejor a corto plazo y refuerza ese ciclo de ganas de comerlo de nuevo”, afirma la psiquiatra.

Este efecto en nuestro organismo provoca que prioricemos la sensación de satisfacer nuestro antojo por encima de tener en cuenta las consecuencias negativas que afectan a nuestra salud. Y es que la ingesta de estos alimentos de forma habitual se traduce en la aparición de daños en el microbioma intestinal y perjuicios en nuestra salud mental. Por otro lado, puede provocar inflamación, bajo estado anímico y un incremento en nuestros niveles de ansiedad.

La profesora Naidoo reconoce el panorama desolador que acompaña a estas circunstancias, puesto que las empresas alimentarias se aprovechan de este fenómeno para vender sus productos. Sin embargo, ofrece alguna recomendación para tratar de evitar estos casos. “Cuando se comen alimentos integrales, se aumenta la fibra en la dieta, lo que no solo llena, sino que también reduce y disminuye los antojos. Otro paso sencillo es asegurarse de estar adecuadamente hidratado”, declara la experta.



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