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Es lo primero que hacemos nada más abrir los ojos. Atender nuestras notificaciones y redes sociales, incluso sin salir de la cama, puede conllevar problemas, pero sobre todo dice mucho de nuestro estilo de vida
Todas las mañanas del mundo son un camino sin retorno, que decía un escritor. Y aquí estamos, una mañana más, si es que te acabas de despertar y te encuentras leyendo este mismo artículo en ese instante perezoso entre café y móvil, como cada día. Por delante, te esperan un montón de quehaceres cotidianos. Tal vez tengas que salir pitando al trabajo porque se te hace tarde o puede que estés de suerte, tengas el día libre y todavía no sepas muy bien cómo llenar las horas.
Lo cierto es que, de un tiempo a esta parte, todas nuestras mañanas se han acelerado empujadas por la velocidad del algoritmo. Se trata de un sentimiento difícil de definir, pues depende de cada caso particular, pero a grandes rasgos el tiempo matutino que nuestros abuelos dedicaban a leer el periódico o escuchar la radio (el sonido del parte informativo en la cocina como recuerdo lejano), ahora ha sido sustituido por el silencio de una cara imberbe que repasa las notificaciones pendientes a toda prisa o actualiza su feed de redes sociales antes de que la rutina diaria irrumpa con un sinfín de tareas y actividades por hacer.
Al final, hemos asumido que el tiempo libre que antes dedicábamos a no hacer nada o entretenernos con cualquier cosa debemos aprovecharlo para hacer networking. Hay que responder a todos los mensajes que tenemos sin leer, opinar sobre el último hecho de actualidad con el que ha empezado la jornada o dar likes sin parar a aquellos contenidos de la gente que nos interesa. Revisar el teléfono móvil nada más despertarnos es algo universal y que hacemos todos, pues es imposible escapar de los múltiples avisos de la pantalla.
"Muchos lo usan bajo la suposición de que les relajará antes de empezar el día, pero al final lo que hace es estimularles de más"
"A simple vista, no hay nada de malo en revisar el teléfono móvil nada más despertarte", asegura Rafael San Román, psicólogo, a este periódico. "Depende de la persona, de los asuntos que tenga que gestionar o del tiempo que pase resolviéndolos". En su caso personal, cuenta que solo apagar el despertador y acto seguido se levanta de la cama para hacer el desayuno. "Ahí es cuando ya empiezo a revisar Instagram". A pesar de ello, no se considera muy dependiente del teléfono, pero como bien asegura "depende del momento de la vida en el que uno se encuentre".
Andrés Montero, psicólogo madrileño, no concuerda con la opinión de San Román. Para él, lo ideal es usar el móvil después de desayunar. "Muchos echan mano de él bajo la suposición de que les relajará antes de empezar el día, pero al final lo que hace es estimularles de más, sobre todo si lo que haces es ver malas noticias sobre lo que pasa en el mundo", afirma. "A no ser que lo necesites por trabajo urgentemente, lo mejor sería darle la vuelta nada más suene la alarma o mantenerlo bloqueado hasta después de despertarse, lavarse y desayunar".
El uso del teléfono móvil nada más despertarse es particularmente dañino si atraviesas un momento de ansiedad o depresión
Si durante la pandemia se patentó el uso del término doomscrolling como esa actitud de no poder dejar de consumir contenidos negativos por Internet sobre todo a la hora de acostarse, el uso matutino del teléfono móvil podría ser su reverso. "Está comprobado que usar el teléfono antes de dormir potencia una muy mala higiene del sueño", puntualiza San Román, "puesto que el cerebro se activa para seguir procesando información a través de una pantalla". El profesional de la salud mental, autor del reciente ¿Qué le cuento a mi psicólogo?, no quiere ponerse catastrofista respecto al uso o abuso matutino del dispositivo, aunque sí lo ve como un "gran estimulante", por lo que dependiendo de lo que tengas planeado hacer ese día o del estado de ánimo en el que estés, tendrá un efecto u otro.
Cuidado si estás deprimido
Precisamente, el uso matutino del teléfono móvil es particularmente dañino en personas con problemas de ansiedad o tendencia a la depresión. Las mañanas, en general, son complicadas para estas personas. Montero, que atiende a varios pacientes en su consulta con estos trastornos, admite que "hay estudios que refrendan que es a partir de las seis o siete de la tarde cuando el ánimo de las personas con ansiedad o depresión mejora".
No se sabe muy bien a qué se debe, pero el psicólogo cree que sea por el cansancio mental que les supone estar rumiando algo durante todo el día. "Es en ese momento cuando por fin empiezan a dejar un poco la mente en blanco". Por tanto, si estás pasando en estos momentos por un bache emocional o vital, lo mejor es que restringas o al menos pongas un poco de freno al uso del teléfono móvil. Otro síntoma muy típico de estos trastornos es no poder levantarte de la cama, lo cual se hace más difícil si empiezas a entretenerte con la pantalla o a revisar compulsivamente las redes sociales.
Hace unos meses, hablábamos del "Club de las 5:00 a.m." o toda esa gente que para sentirse bien o tener la sensación de que controlan el tiempo deciden levantarse muy pronto para hacer todo eso que el trabajo, el cuidado de los familiares o la propia rutina no les deja espacio. Ahora que está instalado el debate social sobre la reducción de la jornada laboral, aquellos que se hayan acostumbrado a levantarse cuando ni todavía ha salido el Sol posiblemente se aburrirían al disponer de tanto tiempo libre. Y aburrirse en estos tiempos es lo peor que te puede pasar. Para eso, precisamente, está el scroll, para matar el tiempo. ¿Un día de fin de semana más? ¿Menos horas de trabajo al día? ¿Entonces cómo me siento dueño de mi vida si me dan tanto tiempo libre?
¿No olvidas nada?
"Todo se olvida al despertar, una vez más, solo puedo soñar, entre arena y espuma", decía el verso de Héroes del Silencio. Sin embargo, cuando Bunbury cantaba esto, no existían los teléfonos móviles. Hoy en día, es difícil olvidar algo nada más despertarse porque inmediatamente nos vemos saturados por una sola de notificaciones al desactivar la alarma. En palabras del ensayista norteamericano Grafton Tanner, el móvil es el "mayor dispositivo de memoria que existe", alojando cada uno de nuestros recuerdos en él, disparándolos en redes sociales o en la propia galería de Google. Todo ello nos sume en un eterno presente que niega el pasado y el futuro. O al menos, el futuro próximo, pues el más inmediato irrumpe de pronto, al despegar la mirada de la pantalla.