viernes, 7 de marzo de 2025

Los satélites de Elon Musk pueden caerte en la cabeza: no se destruyen en la reentrada



Reentrada de satélites Starlink.



SpaceX mintió cuando aseguró que la reentrada de sus Starlink era 100% segura. Ahora han tenido que admitir que pueden ser un peligro, aunque sea estadísticamente "ínfimo", asegura




SpaceX ha admitido que los satélites Starlink no se desintegran completamente en la reentrada en la atmósfera terrestre, una nueva mentira de Elon Musk, que en su día alardeó de que sus máquinas se destruirían al acabar su vida útil. "Pequeños fragmentos del satélite pueden sobrevivir y alcanzar la superficie terrestre", ha reconocido la empresa en un comunicado.

La compañía había asegurado repetidas veces que todos sus satélites estaban diseñados para "desaparecer por completo" durante la reentrada, eliminando cualquier riesgo para el público. Ahora admite que materiales como el silicio de las celdas solares y ciertas aleaciones cerámicas pueden resistir las altas temperaturas y alcanzar el suelo, lo que representa un riesgo para las personas y la propiedad.


Faltando a la verdad

La corporación aeroespacial con base en Texas no tuvo más remedio que reconocer que había faltado la verdad después de que un agricultor en Saskatchewan, Canadá, encontrase un fragmento de aluminio de 2,5 kg en su propiedad. SpaceX confirmó que procedía de un satélite Starlink que debería desintegrarse por completo.

No lo hizo. “Este suceso ha servido para mejorar el diseño de nuestros satélites”, ha afirmado la empresa. Ahora afirma que su segunda generación de Starlink tienen la posibilidad de causar daño en una proporción de "menos de una en 100 millones”. Predicen que "aproximadamente el 5% de la masa de todo el satélite podría sobrevivir a la reentrada". No han dado ninguna cifra sobre los satélites de primera generación.

Según SpaceX, "la mayor parte de la masa que sobrevive la reentrada (aproximadamente un 90%) es el silicio de las células solares, que tiene un alto punto de fusión y un coeficiente balístico muy bajo, que podría sobrevivir a la reentrada en fragmentos extremadamente pequeños". También afirman que la fuerza de la reentrada es la misma que la que necesitas para “levantar una manzana”.

La pregunta obvia es, si mintieron antes, ¿se les puede creer ahora? Habría que preguntar al agricultor al que le cayeron 2,5 kilogramos de aluminio.


Los problemas de Starlink

La creciente presencia de satélites Starlink también está afectando a la investigación astronómica. Un estudio publicado en Astrophysical Journal Letters reveló que la contaminación en las imágenes captadas por el Observatorio Palomar se ha multiplicado por 35 entre 2019 y 2021. Eric Bellm, astrónomo de la Universidad de Washington, advierte que "los satélites Starlink complican los esfuerzos de detección de asteroides potencialmente peligrosos". La NASA también ha alertado de que la proliferación de satélites dificulta la distinción entre objetos naturales y artificiales en el espacio.

Además del impacto ambiental y científico, Starlink también ha demostrado ser una herramienta de chantaje que amenaza la seguridad europea. Según Reuters, Estados Unidos ha amenazado con cortar el servicio a Ucrania para forzar la firma de una paz con Rusia y la cesión al acceso a sus minerales críticos. No es la primera vez que la red de Musk influye en el conflicto. En 2023, el propio Musk ordenó la desactivación de Starlink en Crimea, frustrando un ataque ucraniano contra la flota rusa en Sebastopol. Ucrania acusó a Musk de haber provocado la muerte de civiles al impedir la operación. "Perder Starlink cambiaría las reglas del juego", ha advertido Melinda Haring, del Atlantic Council.


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Cobertura global proyectada de los satélites Starlink (SpaceX)

 


La dependencia de Europa de la red de Musk preocupa en Bruselas. Christophe Grudler, miembro del Parlamento Europeo, ha calificado de "chantaje inaceptable" la posibilidad de que Estados Unidos corte el acceso a Starlink en Ucrania. "Plantea serias dudas sobre la dependencia de satélites no comunitarios", ha escrito en una carta a la Comisión Europea.

Ante este riesgo, la francesa Eutelsat se ha convertido en la única alternativa viable en Europa. La empresa quiere ofrecer una cobertura global con 630 satélites en órbita baja, aunque a una velocidad menor que Starlink y con costes significativamente más altos. Otras opciones, como la luxemburguesa SES o la red europea Govsatcom, siguen sin ofrecer una solución accesible para el público general.


Abuso de un bien público

Mientras tanto, Musk sigue acumulando poder en la infraestructura de comunicaciones global, con consecuencias imprevisibles para la seguridad europea y la exploración espacial. En estos momentos Starlink es el mayor operador de satélites del mundo. A fecha de 27 de febrero de 2025, hay un total de 7.086 satélites Starlink en órbita, con unos 7.052 operativos, según el astrónomo Jonathan McDowell. El número total de satélites en órbita no se conoce con precisión, pero las estimaciones sugieren aproximadamente hay un total de 7.500 satélites activos en estos momentos, incluyendo a la constelación Starlink. La diferencia es apabullante.



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La inmensa mayoría de estos satélites en órbita son de Starlink.


El espacio es un bien público protegido por la ley internacional y los gobiernos deben poner cerco al abuso de compañías privadas que ponen en riesgo el futuro de la humanidad: la teoría del síndrome de Kessler, formulada por el científico del mismo nombre en los años 70, advierte que un exceso de objetos en órbita podría desencadenar una reacción en cadena, inutilizando la órbita baja terrestre y los viajes espaciales durante generaciones. Con los 7.000 satélites Starlink operativos y los 42.000 que Musk planea lanzar, el riesgo es real. No parece razonable que un oligarca tecnológico se haga con el control de gran parte de la órbita terrestre, poniéndonos a todos en peligro, tanto en órbita como aquí en la Tierra. Es hora de que los gobiernos del planeta tomen cartas en el asunto.