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(Tima Miroshnichenko - Pexels)
Cuando nuestro cerebro envejece, segrega menos los eventos que nos suceden en la vida y percibe el tiempo como más borroso. Esto cambia la forma en que registramos y recordamos los instantes
Un episodio de un clásico de Alfred Hitchcock y los datos de escáneres cerebrales es todo lo que ha necesitado un equipo internacional de neurocientíficos para dar solución a una de las mayores paradojas de hacerse mayor: la sensación de que el tiempo vuela. Según su nuevo estudio, el cerebro de las personas mayores refresca menos frecuentemente sus estados neuronales cuando registramos las distintas situaciones de la vida y, por lo tanto, guardamos menos acontecimientos por minuto, lo que nos da la impresión subjetiva de que el tiempo pasa más rápido.
El estudio, liderado por el Cambridge Centre for Ageing and Neuroscience (Cam-CAN) británico y publicado en la revista Nature Communications Biology, ha analizado a 577 participantes entre 18 y 88 años. Los científicos emplearon resonancias funcionales mientras los sujetos veían ocho minutos del episodio Bang! You're Dead de la serie de televisión de los años 50 y 60 Alfred Hitchcock Presenta.
Este episodio en particular fue elegido porque un estudio anterior demostró que es el que provoca los patrones más sincrónicos de actividad cerebral en una amplia variedad de espectadores, lo que lo hace ideal para estudiar cómo el cerebro divide y sigue el desarrollo de los acontecimientos. El equipo observó que cuantas más décadas van acumulando nuestros cuerpos, más le cuesta a al cerebro marcar el final de un evento y el inicio de otro.
Por qué pasa esto
Este atrofiamiento de nuestra capacidad de registrar la información se debe a la forma en que el cerebro segmenta el flujo continuo de datos que nos da la vida en estados neuronales distintos, cada uno correspondiente a un evento. Mediante el algoritmo Greedy State Boundary Search (GSBS), los investigadores pudieron analizar los datos de las resonancias para detectar cambios en la actividad cerebral con extrema precisión. Los adultos mayores mostraron menos transiciones y estados más prolongados, sobre todo en áreas como la corteza visual y la corteza prefrontal ventromedial.
Pero lo más sorprendente de los resultados compartidos por el equipo es que, aunque la frecuencia de esas transiciones disminuye con la edad (un fenómeno bautizado como dediferenciación temporal del cerebro), nuestra capacidad de identificar los momentos clave, en este caso los puntos claves de la trama, permanece intacta. Es como si fuéramos capaces de seguir entendiendo la película a pesar de ver menos fotogramas que cuando éramos más jóvenes.
Sin embargo, sí que se producen cambios importantes en nuestro cerebro. Según los investigadores, los límites entre estados neuronales se hacen más débiles, especialmente en regiones vinculadas a la percepción. Es decir, los eventos se vuelven menos definidos y más difusos, lo que podría estar relacionado con procesos de desinhibición y dediferenciación espacial en el cerebro envejecido.
"Esto sugiere que unos estados neuronales más prolongados [y, por lo tanto, menos numerosos] dentro del mismo periodo pueden contribuir a que las personas mayores experimenten el paso del tiempo como más rápido", escriben los investigadores en su estudio.
Cómo ralentizar el tiempo de nuevo
Esto concuerda con una idea del tiempo que ya sugirió en su momento Aristóteles. El filósofo griego planeta que cuantos más acontecimientos notables se producen en un periodo de tiempo determinado, más largo parece subjetivamente. Joanna Szadura, lingüista de la Universidad Maria Curie-Skłodowska, en Polonia, da otra clave en unas declaraciones para el medio Livescience. Según la investigadora, que no ha participado en el estudio, nuestra mente convive con dos escalas temporales: una objetiva —la del reloj, lineal— y la subjetiva, sensiblemente logarítmica.
Szadura dice que un año supone el 20% de la vida de un niño de cinco años, pero solo el 2% de la de un adulto de cincuenta. Así, la edad no solo reduce los eventos neuronales, sino que también cambia nuestra unidad de medida interna.
Afortunadamente, existe una manera de disminuir esa aparente hiperactividad de las agujas del reloj. “Aprender cosas nuevas, viajar y participar en actividades novedosas pueden ayudar a que el tiempo se perciba más lleno en retrospectiva", explica Linda Geerligs, coautora del trabajo e investigadora en la Universidad de Radboud. "Quizá lo más importante sean las interacciones sociales significativas y las actividades que nos aportan alegría, que también pueden contribuir a una sensación de tiempo más plena".