sábado, 7 de septiembre de 2024

La caída de los gigantes alemanes: el ocaso de la industria muestra las grietas del motor económico de Europa

 

Volkswagen. Archivos.


  • Titanes como BASF y Bosch han anunciado recortes de plantilla
  • La destrucción de empleo en el sector ha alcanzado niveles de la crisis de 2008



La principal potencia económica de la Unión Europea vive un momento muy convulso. Su lustrosa industria automovilística está experimentado un proceso febril muy complicado, tal y como evidencian los planes de Volkswagen para cerrar fábricas en Alemania por primera vez en 87 años. Sin embargo, estos síntomas forman parte del cuadro clínico de la industria germana, el cual incluye clausuras de factorías y miles de despidos entre la élite del sector secundario germano. Así, joyas de la corona industrial como BASF, Bosch y Bayer han decidido reducir gastos, aplicando recortes de plantilla. En este complicado contexto, la industria debe también hacer frente a otro grave problema: el envejecimiento de la población.

Ceños fruncidos y preocupación ante la extraña mezcla de la melodía electrónica que emiten los datos laborales germanos. La tasa de paro estaba en el 4,9% en primavera de 2019, en mínimos históricos. Ahora mismo se sitúa en el 6% y en mitad de una sensación de crisis generalizada con una economía, que no carbura y que roza la recesión.

Casi cualquier país europeo firmaría esas cifras de desempleo, pero la sensación de problemas económicos no solo es una sensación. Por debajo de las grandes cifras de empleo del gigante alemán esconden una destrucción del empleo en la gran industria alemana. El drama viene de que se tratan de trabajos cualificados y bien remunerados. El país sigue generando empleo, pero en servicios, donde los puestos de trabajo están peor pagados.

El sector del motor, la joya de la corona y un emblema en el país, ha destruido un 6,5% de empleo, según la Agencia Federal de Empleo de Alemania. Los últimos datos indican que 780.000 personas trabajan en la industria. Todavía puede ir a peor si se confirman las intenciones de Volkswagen. Los expertos no descartan el efecto dominó en otras compañías emblemáticas del país como BMW o Mercedes-Benz.

Evidentemente, el problema tiene origen en los sospechosos habituales, entre los que se encuentran la débil recuperación económica pospandémica, el incremento del coste energético por la guerra en Ucrania, la inflación y la transición verde que ha abierto la puerta a los coches eléctricos chinos y a la que tanto le está costando adaptarse al sector automovilístico.

"Los problemas de Volkswagen son en parte autoinfligidos debido a malas decisiones comerciales, pero la compañía también es un buen ejemplo de las enormes dificultades que enfrenta Alemania como lugar de negocios", explica Carsten Brzeski, jefe de macroeconomía de ING. "Alemania ha estado perdiendo competitividad durante años, y esto ahora también está afectando a las antiguas joyas de la corona de la economía alemana".

Sin embargo, y si bien es cierto que el número de personas con empleo ha alcanzado el récord de 46 millones, la situación del mercado laboral en el caso de los asalariados con elevada cualificación del sector manufacturero muestra peligrosas grietas en el acorazado económico germano.

El estado de los gigantes germanos del motor muestra la profundidad de la ciénaga en la que se encuentra el sector automovilístico europeo, incapaz de competir con los fabricantes chinos de coches eléctricos, afectado por la ralentización de la demanda de este tipo de vehículos y golpeado por el incremento de los costes derivados de la inflación y la guerra de Ucrania. Ariane Reinhart, director de relaciones laborales de Continental, indicó en conversaciones con Financial Times que "los buenos años de la industria del automóvil" han terminado y ahora se está produciendo su caída.

Y hay otra perspectiva peor. Las grandes compañías del sector mueven a su alrededor una gran industria auxiliar de miles de empleos. La consultora alemana Horváth publicó una encuesta en la que resaltaba que el 60% de las empresas del sector estaba dispuesta a ajustar plantilla en los próximos cinco años.

El fabricante de neumáticos Continental no ha esperado tanto. A principio de año anunció una reducción de plantilla de más de 7.000 trabajadores al renunciar al negocio de recambios para el automóvil y centrarse solo en neumáticos. Más de 1.200 empleos afectan directamente a su plantilla en Alemania. El problema para el sector del motor es de fondo. Su futuro pasa por el coche eléctrico y los nuevos automóviles no precisan ni tanta mano de obra, ni tan cualificada, como en las actuales fábricas en los coches de combustión.

Por su parte, ZF, proveedor de repuestos, comunicó este año el cierre de dos fábricas y el despido de 12.000 empleados, es decir, una reducción del 25% de toda su plantilla en suelo alemán. Además, dicha firma tiene planeado aplicar un programa para relocalizar sus instalaciones en India, China o países del este de Europa. Adicionalmente, BMW comunicó que, para final de año, eliminaría 8.100 puestos de trabajo en todo el mundo, 600 de ellos en Alemania.

La fabricación de automóviles genera alrededor del 4% del valor añadido total en la economía alemana, con un 4% adicional si se tienen en cuenta áreas asociadas como la fabricación de metales o caucho, según Bloomberg Economics. "La importancia de la industria automovilística para la economía alemana ha disminuido en los últimos años, pero sigue siendo un sector muy crucial", explica Martin Ademmer, economista de la firma.

Orgullo alemán dañado

Pero los malos momentos de Volkswagen suponen algo más para el orgullo del país. La historia de la compañía es la historia de la Alemania de la posguerra, un ascenso contra viento y marea, ligado a una milagrosa recuperación después de quedar el país destruido por la II Guerra Mundial. Y los automóviles son una parte integral de la identidad moderna de Alemania, ya sea por la herencia del Beetle, porque Janis Joplin conducía un Porsche psicodélico en los sesenta o porque Trump se quejaba amargamente de ver solo Mercedes-Benz y BMW que circulan por la Quinta Avenida de Nueva York.

Volkswagen no solo llegó a conquistar la gran manzana y el sueño americano, también destronó a los gigantes del motor estadounidense al llenar la demanda de coches para una floreciente clase media china a principio de siglo.

Campeones caídos

Sin embargo, esta es una de las cabezas del problema bicéfalo que hay en el mercado laboral cualificado, ya que otros sectores industriales están experimentando dificultades. Los despidos anunciados por Bayer, Miele y SAP alcanzaron los 55.000 trabajadores este año. Además, Miele tiene pensado relocalizar 700 trabajadores en suelo polaco. Asimismo, Bosch, comunicó 4.000 despidos en 2024, mientras que BASF anunció un plan para recortar 1.000 millones de euros en su planta de Ludwigshafen hasta 2026, el cual incluye un recorte de personal.

No hay duda de que la situación es peliaguda. Ulrich Sittard, analista de Freshfields Bruckhaus Deringer, señaló en declaraciones para el Financial Times que su percepción es que los despidos entre los gigantes empresariales alemanes ha alcanzado su nivel más alto desde la Gran Recesión de 2008. Además, estos sectores no solo deben hacer frente a un panorama económico complicado: también tienen que lidiar con el envejecimiento de la población de Alemania.

Los cambios demográficos en el país germano son una de las razones que explican la falta de trabajadores cualificados. Así lo indica un informe del instituto Ifo, el cual indicó que el 36,3% de las compañías alemanas no encontraban asalariados con elevada formación. Si bien esta tasa se redujo respecto a la del 2023 (43,6%), ello se debió a que la demanda por estos asalariados se reduce por el debilitamiento económico. En este sentido, Klaus Wolhrabe, experto de Ifo, señaló que "cuando la economía remonte, la escasez será más aguda", indicando que "el cambio demográfico exacerbará el problema con el paso de los años".

Además, el sector industrial ha ido perdiendo peso a lo largo de los años en favor del sector servicios. En el año 2000, el sector secundario representaba el 29,6% de la economía y el terciario concentraba el 69,5%, mientras que ahora concentran el 24% y el 75,1% respectivamente. Ello contribuye a explicar por qué buena parte de la mano de obra migrantes engrosa las filas de los servicios, y no de la industria. Así, el número de trabajadores migrantes en la sanidad casi duplicó entre 2013 y 2019, lo cual ha llevado a los expertos a señalar que, sin ellos, el sistema sanitario alemán colapsaría.