
- l 4,8% del PIB en el tercer trimestre acerca más el objetivo anual del 5%
- Pero el crecimiento depende demasiado de la fortaleza del sector exterior
- Se está 'ganando' a EEUU, pero el modelo flaquea con esa debilidad interna
Detrás de un buen dato de crecimiento se pueden esconder numerosos problemas económicos. Es lo que está ocurriendo en China. La última cifra de crecimiento del producto interior bruto (PIB), publicada este lunes de madrugada, muestra un 4,8% interanual en el tercer trimestre. Aunque se trata de una desaceleración respecto al 5,2% del anterior cuarto, el dato se sitúa una décima por encima de lo previsto y deja a la economía del gigante asiático en posición de cumplir con el ambicioso objetivo del 5% anual que se marca invariablemente Pekín. Bajo esos guarismos, sin embargo, se esconde una realidad agridulce: el titán chino avanza por la fuerza de su sector exterior incluso en plena guerra comercial con EEUU mientras su economía doméstica sigue languideciendo en un invierno muy largo que no parece terminar. Se está doblando el brazo a Washington, pero las autoridades no consiguen que el consumo interno brille y cada vez resulta más difícil salir de la rueda de la deflación.
"Si bien el PIB de China en el tercer trimestre se expandió un 4,8% interanual, superando nuestras expectativas, oculta la debilidad subyacente de la demanda interna. Es cierto que el PIB en los tres primeros trimestres creció un 5,2% interanual, lo que sitúa a la economía china en camino de alcanzar el objetivo oficial del 5%. Sin embargo, el crecimiento se vio impulsado principalmente por el vigor de las exportaciones. El crecimiento del consumo de los hogares se desaceleró y la inversión fija se contrajo", sintetizan los expertos de Commerzbank en una nota publicada tras conocer el desglose publicado por el organismo oficial chino de estadísticas.
El mar de fondo esta publicación de datos es la celebración de Comité Central del Partido Comunista Chino con su Cuarto Pleno, que comienza este lunes con una reunión de cuatro días. La reunión revisa el XV Plan Quinquenal, que abarca el período 2026-2030. El plan detallado se publicará en marzo del próximo año. Sin embargo, el informe posterior a la reunión podría ofrecer algunas señales políticas significativas a medio y largo plazo.
Atendiendo al desglose del PIB, se puede observar que el consumo per cápita creció un 3,4% interanual en el tercer trimestre, frente al 5,2% del primero y el segundo. Los datos mensuales de ventas minoristas también muestran una desaceleración similar en el tercer trimestre en comparación con el segundo, y en septiembre registraron un crecimiento interanual de tan solo el 3%. Esta disminución por cuarto mes consecutivo en las ventas minoristas refleja "la disminución del impacto del programa de intercambio de bienes de consumo, que había impulsado las ventas de ciertos productos a principios de año", apuntan desde Capital Economics.
Mientras tanto, la inversión en activos fijos se contrajo un 7,1% interanual en septiembre y cayó un 6,6% en el tercer trimestre. Este fue el primer trimestre de contracción desde 2021. La disminución fue generalizada en la inversión en manufactura, infraestructura y bienes raíces. La inversión fija cayó un 0,5% interanual en lo que va de año, incumpliendo una vez más las expectativas. Esto implica una nueva desaceleración, del -6,3% interanual en agosto al -6,8% el mes pasado, la caída más pronunciada desde los confinamientos iniciales por el covid en China. Si bien esto refleja en parte la rápida caída de los precios de los bienes de capital, la inversión también se ha desplomado en términos reales, subrayan desde Capital.
Desde la casa de análisis británica abundan en que probablemente se haya producido un cambio en la composición del gasto, que se ha vuelto a centrar en los servicios: el crecimiento de la producción de servicios se mantuvo estable el mes pasado y sigue expandiéndose a un ritmo considerable. Sin embargo, admiten, los hogares se mantienen cautelosos en general: su tasa de ahorro continuó aumentando ligeramente el último trimestre. El apetito de gasto de los hogares se ha visto frenado por las continuas caídas de los precios de la vivienda, que cayeron a su ritmo más rápido en un año el mes pasado, concluyen.
En términos nominales, el crecimiento del PIB se desaceleró a tan solo el 3,7% interanual, muy por debajo del crecimiento real, ya que China experimentó su décimo trimestre consecutivo de deflación, según el deflactor del PIB manejado por Commerzbank. "Esto también pone de relieve la persistente debilidad de la demanda interna y el impacto de la "involución" (una competencia excesiva y destructiva, una carrera hacia el abismo)", señalan los economistas del banco alemán. "Los datos de precios de la semana pasada sugieren que la presión deflacionaria persiste, aunque se está atenuando ligeramente, lo que indica una continua debilidad de la demanda interna y una excesiva competencia en el mercado. El crédito a hogares y empresas también se mantuvo débil", redondean.
Muy reveladoramente, la producción industrial ha sido el punto fuerte en los datos de PIB. Creció un 6,5% interanual en septiembre y un 5,8% en el tercer trimestre, impulsada por el sólido crecimiento de las exportaciones, que en el tercer trimestre creció alrededor del 10% interanual en términos reales.
Por lo tanto, este conjunto de datos confirman algo que se viene viendo desde hace meses: China está 'aplastando' a EEUU en la guerra comercial. ¿Cómo se puede realizar esta afirmación tan contundente? Solo hace falta ver lo que está sucediendo con las exportaciones chinas (baten récords en medio de la marea arancelaria) y en la creciente influencia de China sobre el mundo. Parece que las políticas de Trump están teniendo el efecto opuesto al que buscaba el presidente de EEUU.
Como señalaba Lynn Song hace escasos días en una nota publicada por ING: China sigue demostrando que la guerra comercial con EEUU no se gana solo con aranceles ni con controles a la exportación. A pesar de la desaceleración de su PIB y de la ofensiva proteccionista de Washington, sus exportaciones se mantienen sólidas y han sorprendido al alza en los últimos meses. En septiembre crecieron un 8,3% interanual, por encima de lo esperado por el mercado, y en lo que va de año acumulan un avance del 6,1%. "Las exportaciones se han mantenido mejor de lo esperado, lo que muestra que China ha reforzado su comercio con el resto del mundo en medio del proteccionismo estadounidense". China ha diversificado sus clientes y está logrando colocar la mercancía que antes vendía a EEUU en otras partes del mundo.
Diversifica y ganarás
El detalle por destinos revela hasta qué punto Pekín ha diversificado su músculo comercial. Mientras que las ventas a EEUU se desplomaron un 27% en septiembre, las exportaciones a la Unión Europea crecieron un 14,2%, a la ASEAN un 15,6%, a África un 56,6% y a América Latina un 15,2%. China está compensando con holgura la pérdida del mercado estadounidense gracias a la pujanza de otras regiones, en parte favorecida por la depreciación del yuan frente a otras divisas. Como señala Song, "el peso de EEUU en las exportaciones chinas ha caído del 19% en 2017 al 11,4% en 2025".
Los sectores más dinámicos también muestran que Pekín se está reposicionando en actividades de mayor valor añadido. Barcos, semiconductores y automóviles superaron ampliamente el crecimiento agregado, mientras que los productos más expuestos al mercado estadounidense (como juguetes, calzado o ropa) fueron los que más sufrieron. Esto confirma que el núcleo exportador chino depende cada vez menos de bienes tradicionales de bajo coste y más de categorías estratégicas ligadas a la transición energética y la tecnología. "Las categorías de mayor crecimiento, como baterías de litio, vehículos eléctricos, barcos y chips, tienen una exposición limitada a EEUU", explica Song.
Otro factor inesperado ha sido el comportamiento de las importaciones, que en septiembre registraron un salto del 7,4% interanual, el mayor en 17 meses. Este auge refleja, según ING, tanto la fortaleza de la demanda de materias primas como el empuje de productos de alta tecnología. El dinamismo de estas importaciones, unido al repunte de las exportaciones, confirma que China mantiene su papel de gran motor comercial global, aun en un entorno de tensiones políticas con Washington.
El balance es claro: Pekín está resistiendo la guerra comercial y, en muchos frentes, la está ganando. Como resume Song, "la demanda externa seguirá siendo un motor importante del crecimiento para el resto del año". EEUU ha reducido su peso en el comercio chino, pero el resto del mundo ha multiplicado las oportunidades. En este escenario, los aranceles han perdido eficacia como arma de presión, mientras China convierte la diversificación de mercados y productos en su mejor estrategia para mantener la iniciativa.
Por otro lado, Hal Brands, profesor en Johns Hopkins y columnista de Bloomberg Opinion, explica que Pekín ha convertido su poder económico en un arma estratégica de primer nivel. "China está manejando con confianza despiadada herramientas económicas de gran sofisticación y fuerza destructiva", señala. En otras palabras, mientras el PIB chino crece a un ritmo más moderado, su capacidad de influencia global se amplifica mediante el comercio y el control de materias críticas.
'Ganar' fuera, 'perder' en casa
El ejemplo más claro es el dominio de China en las tierras raras, fundamentales para la producción de semiconductores, coches eléctricos o sistemas de defensa. Como recuerda Brands, los nuevos controles de exportación anunciados por Pekín permiten "estrangular el flujo de productos críticos a incontables industrias, desde los chips avanzados hasta la producción de petróleo y gas". Esta "estrategia del estrangulamiento", en palabras de Xi Jinping, convierte a China en un socio indispensable y, al mismo tiempo, en un adversario con capacidad de infligir graves daños económicos a sus rivales.
EEUU, mientras tanto, ha intentado frenar a Pekín con aranceles y restricciones tecnológicas. Pero la respuesta china ha sido más eficaz de lo esperado. La ofensiva sobre las exportaciones de tierras raras "amenazó rápidamente con paralizar a fabricantes de automóviles y empresas de defensa estadounidenses", escribe Brands. La reacción de la Casa Blanca, marcada por un giro hacia la negociación, dio a Pekín la confianza de que posee la "dominancia en la escalada", un concepto que refleja la capacidad de ir un paso más allá sin temor a una réplica proporcional de Washington.
Este pulso demuestra que el comercio sigue siendo el campo de batalla decisivo. Aunque el crecimiento interno chino se ralentice, sus exportaciones crecen por encima de lo previsto y sostienen la maquinaria productiva. "Pekín ha tratado de convertirse en la potencia manufacturera mundial con todo el peso comercial y militar que ello conlleva", recuerda Brands. En ese terreno, China está logrando imponerse frente a una estrategia estadounidense que parece más reactiva que proactiva.
La conclusión de Brands es tajante: no habrá un gran pacto que resuelva el conflicto. "La búsqueda de una gran negociación entre EEUU y China está condenada, porque las tensiones de fondo (sobre el poder económico, el equilibrio del Pacífico occidental y la influencia global) son demasiado profundas". En ese escenario, Pekín ha demostrado que incluso con un PIB menos dinámico que en el pasado, la guerra comercial se libra en el terreno donde sigue siendo más fuerte: el de las exportaciones y el control de las cadenas de suministro críticas.
Sin embargo, ganar fuera acarrea 'perder' en casa. "En general, el crecimiento se mantiene prácticamente estable, aunque probablemente a un nivel inferior al que indican las cifras del PIB . Además, el crecimiento de China depende cada vez más de las exportaciones, que compensan la desaceleración de la demanda interna. Este patrón de desarrollo no es sostenible, por lo que el crecimiento corre el riesgo de desacelerarse aún más a medio plazo a menos que las autoridades adopten medidas mucho más proactivas para impulsar el gasto del consumidor", cierran los economistas de Capital Economics.