Un hombre cargando con fruta y verdura en las pasadas inundaciones en Venecia el pasado diciembre. (Reuters)
La complicada y curiosa vida de los pocos vecinos y barrios que resisten las graves inundaciones —no de agua alta sino de turistas— y el posterior virus que ha cortado el flujo de gente
Habrá para siempre una realidad de antes del covid-19 y otra de después. La primera de esas realidades que hemos aprendido es que "el siempre" puede durar 24 horas. Venecia, como ciudad, ejemplifica mejor que nadie lo que esta pandemia supone de circunstancial. ¿Por qué? Porque ninguna ciudad estaba mejor y peor preparada a la vez para superar esta crisis. A nivel comercial el desastre es mayúsculo, los empresarios bajaron las persianas de sus negocios y al volverlas a levantar descubrieron que al otro lado no había nadie. A nivel personal, los pocos vecinos que sobreviven en la Venecia de las postales llevan años practicando el encierro voluntario. Lo que para el resto era una dramática prisión para ellos era una simple costumbre.
"Estamos acostumbrados a quedarnos en casa y no poner un pie en la calle por la masa de turistas". Esta es una larga crónica en dos tiempos: el antes y el ahora del covid. En enero fuimos hasta la ciudad de los canales a hacer un reportaje sobre el grave deterioro de la histórica ciudad. Pensamos en publicarlo coincidiendo con los carnavales. ¿Se acuerdan cuando creíamos que las realidades aguantaban durante semanas invariables?
Llegó el virus y todo se fue a un cajón a la espera de dejar de contar lápidas. Hoy, manual de usuario, este texto enseña la Venecia del antes y de ahora. Curioso ejercicio que se enmarca entre estas dos frases de Michele Sanmartini, un veneciano que vive en el centro de la urbe. "Esta ciudad es invivible", decía en enero. "Esto es un paraíso", dice ahora en conversación telefónica. Aguanten hasta el final del texto, la sorpresa, ¿o no? Viene del lejano oriente.
Enero. "No salgo a la calle por los turistas"
¿Qué pasa si alguien que tiene una ferretería, frutería o tienda de ropa de la que para vivir necesita trabajar seis días por semana recibe una oferta de un chino, pongamos chino, para alquilarle el local por 30.000 euros al mes? Que los vecinos del negocio alquilado dejan de poder comprar tornillos, berenjenas y medias para pasar a poder comprar unas preciosas réplicas de góndolas por un euro. Bienvenidos a Venecia.
En la ciudad de los canales ocurre un fenómeno curioso con la famosa agua alta (noviembre de 2019) que es negativo y positivo a la vez. Por un lado, la ciudad se inunda y las casas se convierten en bañeras y, por otro, el mismo desagüe que se lleva los cimientos de los edificios se lleva también los miles de visitantes que han convertido una bellísima urbe en un suvenir. El agua alta, que en noviembre pasado abría los telediarios de medio mundo con imágenes de palacios ducales e iglesias anegadas, es una maldición y también una tregua para los habitantes de Venecia, los vecinos, que de pronto fantasean cuando todo comienza a secarse con la idea de vivir en una ciudad que les perteneciera. (La fantasía se hizo un mes después realidad en forma de pesadilla).
Michele es una rareza. Alto, apuesto, supera los 70 años y tiene una casa en pleno centro histórico de Venecia de la que ha decidido no marcharse. "Esta tienda de suvenir era antes una frutería, y este local era una ferretería, y aquí había un restaurante que era de una familia que se lo han traspasado a unos extranjeros...", va explicando mientras paseamos sorteando turistas. "En mi edificio hay once apartamentos y solo hay ocupados tres de forma permanente: uno por mi hijo, otro por mi hermano y el que ocupo yo", explica. Luego, mientras vamos a comer a un restaurante que nos dice que es de los pocos que hacen comida italiana auténtica, va relatando la diáspora que se ha producido en la ciudad: "Ninguno de mis amigos de la escuela sigue viviendo aquí. Todos se han marchado, esta ciudad es invivible. Yo no salgo ya a la calle casi nunca. Me quedo leyendo en nuestro pequeño jardín y escucho el paso por fuera de las hordas de turistas".
Esa diáspora veneciana a la que se refiere Michele tiene números. El diario 'La Voce' de Venecia publicó un reportaje en el que aseguraba que cada día 2,6 vecinos de media abandonan la urbe. "El balance cada año entre muertos, nacidos, personas que se marchan y personas que se instalan en Venecia es de menos mil personas", explica Marco Gasparinetti, portavoz del Grupo 25 de Abril, la plataforma cívica más numerosa de la ciudad con más de 4000 afiliados que lucha por "reconquistar" su urbe, a El Confidencial. Marco es un altavoz y una conciencia clara de lo que pasa en Venecia. "La vida aquí no es normal", resume.
Mayo. "Es una ciudad de fantasmas"
Al agua alta le sobrevino un desastre aún mayor, el coronavirus, y la ciudad quedó tan vacía que pasaron fenómenos casi paranormales: "Se pasea por la ciudad sin gente. Es una ciudad fantasmagórica, parece habitada por fantasmas", explica hoy Michele.
Los fantasmas tienen el inconveniente de que no comen en restaurantes, no compran máscaras burlescas y no se alojan en ninguna parte. "Hoy nos comunicaron que cerraban tres casas. Es un goteo. No tenemos ayudas sobre el alquiler. La mayoría de nuestros afiliados rentaron los inmuebles para poner sus negocios, no son los propietarios. Primero fue el agua alta y ahora esto. Es un desastre", explica Eliana Avenali, tesorera de la asociación Abbav, que aglutina casas en alquiler en Airbnb, Guest House y B&B de Venecia.
El drama es superlativo para miles de inversores que esperan, como esperan los agricultores la llegada de las primeras lluvias en el campo tras las largas sequías, que aparezca alguien haciendo fotos por todos lados. "Hay turistas, repartimos. En Plaza San Marcos hemos visto turistas", decía el 25 de mayo el alcalde de Venecia, Luigi Brugnaro, en una conexión televisiva con la Rai rodeado de 'gondoliere' y algunos turistas. Su gesto era exultante, feliz, de comprobar que las gentes no habían olvidado que al otro lado del canal hay una ciudad con patrimonio artístico para alicatar media Europa.
"Hasta ahora vienen solo algunos visitantes de tierra firme, venecianos, que quieren ver la ciudad vacía. Pasan el día y regresan a dormir a sus casas", matiza Eliana rebajando algo el optimismo. "Yo no creo que el turismo en masa vaya a volver en mucho tiempo. Claro que pasear por la ciudad vacía y ver tantos negocios cerrados, algunos con carteles de se vende o alquila, da también pena", señala Michele. El virus nos ha enseñado también a apreciar la amalgama de grises: no queríamos masas de turistas, ni queríamos que no viniera nadie.
Enero. Aguas fétidas y un bosque marino
Venecia, en algunas ocasiones, huele mal. A veces, especialmente en las temporada seca, algunos puntos de la ciudad huelen a cloaca y aguas fecales. ¿Por qué? "Solo el 30% de Venecia está canalizada (tuberías). Este pasado enero hemos conseguido por fin que el ayuntamiento apruebe una medida importante: las casas privadas que se alquilan a turistas tienen ahora la obligación de tener una fosa séptica. Hasta ahora solo los hoteles y negocios tenían esa obligación, el resto era voluntario ya que el coste de la fosa es de 20.000 euros y su vaciado de entre 3.000 y 4.000 cada ciertos años", explica Gasparinetti.
Entre 6.000 y 7.000 apartamentos turísticos en Venecia tendrán a partir de ahora la obligación de que sus aguas fecales no acaben en la laguna. La medida contribuirá a reducir los cerca de 15 metros cúbicos de excrementos que cada día acaban en las aguas. Un avance para una ciudad con dificultades propias. El subsuelo de Venecia no es solo fango y agua, hay un bosque marino de palos que no se puede agujerear con canalizaciones ya que la ciudad colapsaría. Un reciente estudio cifró que solo bajo la Basílica de Santa María della Salute hay más de un millón de árboles. Esos son los intocables cimientos naturales sobre los que se sostiene la urbe.
Esa agua contaminada dejó también de ser rentable para los oficios de antes de tanto selfi. En la isla grande ya no hay un solo pescador, el último que se dedicaba a pescar en su barca murió hace algunos años y, solo en las islas de la laguna norte, dónde hay aún vida marina no contaminada, quedan barcas de pesca como negocio. El problema son las barcas de recreo que contaminan cada vez más con su diésel barato los fondos marinos y desgraciados accidentes como el ocurrido en agosto de 2018 cuando dos pescadores de más de 60 años murieron al ser arrasados por una embarcación con un motor de 150 caballos que iba a todo gas. El turismo ha absorbido casi toda la oferta de trabajo de la ciudad. "La gente joven universitaria se va de Venecia porque aquí no hay trabajo para ellos", denuncian los vecinos.
Mayo. Aguas de 1950
"Hemos vuelto a ver cangrejos subidos a las rocas, entre los edificios. El agua de los canales está limpia. La laguna está espectacular, bellísima. Mis nietos van a pescar al Canal Grande", explica Michele.
Las aguas azules de los canales de Venecia son algunas de las fotos icónicas que ha dejado esta pandemia en la retina de la aldea global. Incluso se fantaseaba, hubo hasta fotos falsas circulando en redes, con la aparición de cocodrilos y delfines saltando bajo el Puente de Rialto. "Los delfines siempre han aparecido de vez en cuando en los canales, pero las aguas yo no las veía así desde que era niño, hace 70 años, cuando veníamos a jugar a las aguas. Ha vuelto la vida, los peces, porque no hay miles de barcas circulando por todas partes", señala Michele.
Pero la amenaza de las aguas fecales sigue ahí, porque Venecia solo está en pausa, y cuando retorne todo volverá la invasión humana a ocupar lentamente todo. "La mayoría de las casas de Venecia no tienen canalización y ese es uno de los grandes gastos de nuestro sector", recuerda Eliana.
Enero. 130 euros por un taxi
En la ciudad de los canales no hay coches, hay barcas. Las hay incluso a remo, y es un medio indispensable para cualquier veneciano, especialmente los que habitan las islas de la laguna como Murano, Burano... "Es más barato que tener coche. Una barca básica se puede comprar desde 3.000 euros, luego ya depende de tamaños y si tiene motor. El seguro de una barca es de 80 euros al año y el 'parking' puede salir desde gratis hasta 500 euros anuales, depende de nuevo del lugar, tamaño y potencia del motor", explica Gasparinetti.
Sin embargo, algo tan sencillo como cargar tus maletas y tomar un taxi para ir al aeropuerto es prohibitivo. "Un taxi-barca al aeropuerto cuesta 130 euros. Eso no lo puede pagar casi nadie, así que usamos el transporte público. Hace años había personas de la isla que trabajaban cargando maletas, ahora ese es un negocio que hacen personas de Bangladesh que ofrecen con sus carros llevar las maletas de la gente hasta los hoteles, estación de tren...", dice Michele. "No hay un veneciano que suba a un taxi, eso solo sirve para los turistas", apuntilla Marco, otro vecino.
En total, de las menos de 80.000 personas que viven en la laguna de Venecia, 52.000 en su isla principal, 40.000 tienen barca. ¿Cómo se mueve el resto? "En transporte público, los 'vaporetto' (bus-barca). El abono mensual de transporte cuesta 30 euros. Antes costaba menos a los venecianos, pero la Unión Europea estableció que tener un precio distinto para turistas era discriminatorio y quedó prohibido. Las licencias de taxi en el mercado negro se pagan a medio millón de euros. No hay taxis pequeños, son todos de al menos doce plazas, por eso es carísimo su uso para pocas personas", señalan desde el Grupo 25 de Abril.
Mayo. Tour gratis en góndola para sanitarios
"Muchos de los 'vaporetto' han dejado de funcionar, pero deben volverlos a abrir porque las personas mayores y con problemas de movilidad los necesitan para moverse", señala Michele. Hasta el 18 de mayo estuvieron cerrados los dos 'vaporetto' más frecuentados por los venecianos, los de Santa Sofía y Santo Tomás.
Para los míticos 'gondoliere' venecianos la situación es tan extrema que se inventan formas de salir de esta crisis o, de al menos, no perder la costumbre de usar sus largos remos para atravesar canales. "Ofrecemos hasta el fin del verano 100 tour gratuitos por Venecia a los sanitarios que han luchado contra la enfermedad", ha anunciado Andrea Baldi, presidente de la asociación de 'gondoliere' Bancali. Las góndolas se acumulan en fila, quietas, sin enamorados a los que cobrarles alrededor de 100 euros por una hora de paseo privado entre los palacios ducales. "Son dos meses y medio que no trabajamos. El problema más difícil para nosotros es que debemos tocar a los clientes, para subir o bajar, y tocarlos está prohibido", señala un 'gondoliero'.
Enero. Los vecinos abandonan San Marcos
El número de población estacionaria en los barrios de Venecia (solo la isla principal) es inversamente proporcional al número de monumentos que hay en los barrios de Venecia. En 1950, cuando la ciudad era una población pobre de pescadores y viejos nobles, había en torno a 170.000 habitantes en Venecia. Hoy esa cifra se ha dividido por tres, cerca de 52.000, y ha cambiado la distribución de los vecinos. "Hace años los barrios de San Marco y San Paolo (Puente de Rialto), los ahora más turísticos, eran los más habitados; hoy viven en cada uno cerca de 4.000 vecinos. Sin embargo, el barrio de Cannaregio tiene una población cercana a los 16.000", comenta Gasparinetti.
Ese es un dato que se comprueba paseando. Cannaregio, el barrio que queda a mano izquierda si se sale de la estación de tren, es una zona de viviendas familiares, calles estrechas y sin apenas turistas. "Comprar un juguete a un niño que no sea un suvenir o en la tienda Disney es imposible. Yo salgo a hacer la compra de cualquier cosa a Mestre (la ciudad continental pegada a Venecia) porque aquí no se encuentra un tornillo o una bombilla", se queja Marco.
El mantenimiento de las viejas casas venecianas es un dolor de cabeza y de bolsillo. "Los cruceros que ahora pasan por el Gran Canal, los taxis a motor y las barcas de recreo que van a toda velocidad destrozan con el oleaje que generan los cimientos de las casas por debajo. Mantener una casa aquí es un lujo y encima nos han quitado algunas ayudas fiscales que antes daba el Gobierno", denuncia Michele.
La Asociación 25 de Abril, entre las 20 medidas de habitabilidad que le presentaron al Ayuntamiento y que en el año antes de las elecciones milagrosamente se han realizado ya 12 (las más económicas), exigió que 350 casas vacías sean reformadas y puestas en alquiler público. "Está siendo muy transparente el proceso y funcionando bien. Las casas saldrán en alquiler bajo sistemas de puntuación que premian el tiempo de vivir en la ciudad, tener trabajo en la ciudad... En todo caso, la mayor parte de la gente que trabaja en Venecia vive fuera de Venecia", recuerda Gasparinetti.
Ese vaciado y envejecimiento de la ciudad va, sin embargo, de la mano de unos servicios públicos excelentes. "El servicio de recogida de basura y el hospital son fantásticos", asegura Michele. "Tenemos una sanidad, escuelas y seguridad de nivel nórdico. Aquí una niña de once años va sola y vuelve sola de la escuela. Toda la delincuencia y la droga está en Mestre, aquí la seguridad es óptima", señala Gasparinetti.
Mayo. Casas para estudiantes a 700 euros
¿Viven ustedes ahora el problema de apostar por un modelo de ciudad en el que se ha expulsado a los vecinos y se ha vendido a los turistas? "Venecia se lleva despoblando años porque es una ciudad cara, difícil y la gente prefiere vivir en tierra firme. El coste es inferior y se vive mejor. Se fueron cerrando en la Laguna todas las oficinas administrativas. Hasta el tribunal que estaba en pleno centro se sacó fuera. Eso dejó sin vecinos la parte histórica que vive solo del turismo. Ha sido la política la que ha vaciado Venecia. Hay que repensar la ciudad", dice Eliana. La misma frase que ha dicho el alcalde Brugnaro: "Venecia entenderá que no puede vivir solo de turismo", ha dicho. ¿Lo entenderá?
Ha sido la política la que ha vaciado Venecia. Hay que repensar la ciudad
En el intervalo hasta que lleguen los ansiados turistas se está produciendo un milagro de bajada de precios. Los propietarios se han acordado de los venecianos y ahora sí están dispuestos a rebajar sus, en ocasiones, elevadas tarifas. "Nuestra asociación ha llegado a un acuerdo con el ayuntamiento y la universidad de arquitectura para ofertar casas de alquiler en el centro de Venecia a los estudiantes a precios muy económicos", anuncian en Abbav. ¿Cuánto es muy económico? "Depende de la casa, el tamaño, pero más o menos entre 250 a 350 euros por cuarto". Eso es un precio que antes en Venecia se pedía por una noche en la mayoría de los establecimientos. ¿Durará esta oferta? Parece que lo que dure el virus, hasta que retornen los mejores pagadores. "Honestamente no creo que esto dure cuando pase el invierno. La idea es que los contratos sean hasta mayo que viene. En Venecia mantener una casa es muy caro", reconoce Eliana.
No parece que cambiará nada tras el virus, pero Eliana señala otras razones: "Los propietarios preferirían alquilar a un residente y olvidarse. La media de pernoctación en Venecia es de dos noches en apartamentos y 1,5 días en hoteles. Eso es mucho trabajo y mucho gasto, pero en Italia los propietarios tienen miedo a alquilar porque es muy complicado por ley desalojar a un inquilino que no te paga o destroza el inmueble. Pueden pasar años. Si eso cambiara, mucha gente preferiría alquilar a residentes y no estar yendo y viniendo de las casas constantemente".
Enero. El todo a un euro del turismo
Mestre, la ciudad que está al otro lado del puente de Venecia, se ha convertido en un desahogo y una amenaza para Venecia. Pese a que se siguen abriendo hoteles en la parte del Gran Canal, algo que los colectivos vecinales llevan pidiendo años que se detenga, es en Mestre donde ese crecimiento hotelero es sustancial. "Ahora mucha gente duerme en Mestre en hoteles baratos, viene a pasar el día a Venecia, gasta poco dinero porque algunos traen hasta un bocadillo y regresa por la noche a su alojamiento económico al otro lado del puente. Tenemos un turismo actual cutre, que no deja dinero en la ciudad", es un resumen de la opinión general de muchos venecianos a los que preguntamos.
"Los tiempos en los que venían americanos una semana y gastaban miles de dólares han terminado. Ahora hay un turismo 'low cost' masivo que compra suvenires de 1 euro", opina Gasparinetti. ¿Y cómo viven esas tiendas que pagan alquileres tan altos? "Algunos son mafias. No se puede pagar al contado como ofrecen 30.000 euros al mes vendiendo productos a un euro", asegura.
¿Qué futuro espera a Venecia? "Yo creo que en 50 años esta ciudad renacerá. Hay un imperativo moral de hacerlo", dicen en la Asociación 25 de Abril. La decisión es suya, de los vecinos, enfrentados en dos bloques: los que ven la ciudad como un negocio del que sacan dinero alquilando sus propiedades para vivir muy bien en otros lugares y los que quieren vivir en ella. La clave es otra vez regresar el principio: ¿Alquilaría usted su ferretería por 30.000 euros al mes? ¿Alquilaría su apartamento si le ofrecieran 5.000 euros?
Mayo. Los chinos compran inmuebles
Del futuro poscoronavirus está todo por escribir. Dejemos estás líneas por tanto abiertas. Solo aparecen algunas tendencias que parecen significativas. "Algún asociado ha recibido ofertas de compra a la baja. Nos han comentado que son de ciudadanos chinos", apunta Eliana.
"Los chinos han comprado ya varias cosas, pero ahora llevan tiempo cerrados a cal y canto. No me parecen un gran problema. Son una comunidad que compra y abre comercios, pero al menos trabaja", dice Michele.
Lo cierto es que sí ha habido ya compras. En el barrio de Cannaregio tres bares históricos han sido comprados por ciudadanos chinos, señala el periódico véneto 'Il Gazzetino' en un artículo que titula significativamente así: "Comprado por chinos: otros tres bares históricos del centro de Venecia se han rendido".
AUTOR
JAVIER BRANDOLI. VENECIA07/06/2020
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