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Sí. Hay alguien que puede gastarse 222 millones de euros en un piso: Rinat Akhmetov, un multimillonario ukraniano de 44 años que empezó a cimentar su fortuna a través de la banca y la ha consolidado en el negocio del acero. El pisito es algo más que un pisito: son dos apartamentos fundidos en uno solo de 2.300 metros cuadrados en la que en estos momentos está considerada, al menos por sus publicistas, la dirección más cara del mundo, One Hyde Park. Situada junto al hotel Mandarín, entre la elegante Knightsbridge en los balcones que dan al sur y Hyde Park en los que dan al norte, Akhmetov ha pagado 136,4 millones de libras por la compra, pura y simplemente, del esqueleto del apartamento, y se va a gastar otros 60 en darle contenido y decorarlo. En total, 196 millones de libras, la bonita cifra de 222 millones de euros al cambio actual.
La moralidad de una operación semejante es meramente opinable, pero, ¿realmente es aceptable que alguien tenga la capacidad de pagar un apartamento a razón de casi 100.000 euros por metro cuadrado?
Probablemente es más una cuestión de vanidad que de necesidad. Rinat Akhmetov es el hombre más rico de Ucrania. Además de su imperio económico, es propietario del equipo de fútbol Shakter Donetsk, al que ha hecho campeón de Ucrania y campeón de la Europa League (en la foto superior, Akhmetov, a la derecha, levanta el trofeo junto al entrenador, Mircea Lucescu), la segunda competición continental. En la más prestigiosa, la Champions League, el equipo mejora año a año de la mano de un puñado de alegres brasileños. Hace unas semanas le puso las cosas difíciles al Barcelona de Messi, pero salió del Camp Nou derrotado por 5-1.
El fútbol permite colmar las ansias de vanidad de los nuevos ricos que ha creado la desaparición del comunismo y la emergencia económica de países como China, la India o Brasil, que se unen así a los jeques que se han hecho multimillonarios de la mano de los petrodólares. Si se hubiera mudado a One Hyde Park hace ya algún tiempo, Akhmetov habría tenido a tiro de piedra a su alma gemela, Roman Abramovich, el oligarca ruso que está empeñado en hacer campeón de Europa al Chelsea después de haberle hecho campeón de Inglaterra medio siglo siglo después de que ganara su primer y hasta entonces único título de Liga. Pero Abramovich, que pasó de la pobreza a la riqueza con la misma rapidez que Akhmetov, cambió de mujer y está a apunto de cambiar también de casa y de barrio en Londres.
No es probable que un lugar tan exclusivo como One Hyde Park, diseñado por el estudio de Richard Rogers, fomente los chismorreos en la portería o las reuniones de la comunidad de vecinos para decidir si se pinta la escalera, si se cambian los buzones o si en el jardín se plantan rosas o geranios. Si las hubiera, el millonario ucraniano podría coincidir con convecinos de rango económico semejante. Al decir de los medios británicos, entre sus futuros vecinos está el primer ministro de Catar, el jeque Hamad Bin Jassim Bin Jabr al Thani, que tiene dos motivos para haberse instalado allí: hace nada compró los famosos almacenes Harrods, situados a la vuelta de la esquina, y es el hombre fuerte de este proyecto inmobiliario, junto a los promotores inmobiliarios, los hermanos Christian y Nicholas Candy. Otro vecino mencionado por la prensa son Vladimir Kim, un comunista que se convirtió al capitalismo justo a tiempo para hacerse multimillonario a través del negocio minero en Kazajstán.
Los apartamentos de One Hyde Park vienen con cristales antibalas, habitación antipánico y todo tipo de guardias y sistemas de seguridad, incluido un sistema de reconocimiento que se basa en el iris de los ojos para poder acceder a lo ascensores. Hay, claro está, servicios más placenteros, como cine privado, piscina de 21 metros, saunas, gimnasios, simulador de golf, bodega de vinos, servicio de mayordomo y acceso al servicio de habitaciones del vecino Hotel Mandarín, incluidos los manjares que prepara uno de los chefs británicos más famosos, Heston Blumenthal. Pero nada es gratis en esta vida: se estima que los gastos de comunidad ascienden a 100.000 libras anuales por apartamento.
Según los medios británicos, el proyecto ha cerrado ventas por 963 millones de libras (1.100 millones de euros), no muy lejos de la inversión total de 1.100 millones de libras que ha costado (1.250 millones de euros). El negocio parece redondo porque según los hermanos Candy se han vendido cerca de la mitad de los apartamentos, al modesto precio medio de 22 millones de libras. Queda, pues, margen para el beneficio. Hay uno, de una sola habitación, vendido por menos de siete millones de libras.
Por: Walter Oppenheimer from blogs.elpais.com 20/04/2011
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